—Es verdad que está muy guapa, Aisha. Es un honor que haya escogido su vestido de boda para esta ocasión. Muchas gracias —intervino Ulises.
—Honor es a mí, senior Ulises. ¿Puedes ahora conocemos a muchachitos pilícula?
Ulises le indicó el salón VIP, se reuniría con ellos enseguida. Necesitaba seguir hablando con Matilde.
—Es sólo un momento, Aisha. Vaya a buscar a los demás y nos veremos allí.
Ulises y Matilde quedaron de nuevo solos. Querrían haberse dicho muchas cosas. Matilde ya le había mencionado la carta, le había comunicado su decisión de abandonar Aguamarina, de abandonarte a ti. Se lo dijo a él antes que a ti.
Y Ulises le había rogado que te hablara, que no se despidiera con una carta. Querrían haber hablado de asuntos más tiernos, más dulces. Recordar los besos. La cueva. Verbalizar su amor para sentirlo cerca. Mirar hacia el futuro los dos juntos. Pero no les fue posible, porque Estela se acercó a ellos de inmediato al ver que Ulises señalaba el reservado, donde acababa de ver entrar a Fisher Arnld con Federico Celada y Andrea Rollán. Estanislao y tú seguisteis a Estela. Aisha sonrió al pasar a vuestro lado cuando regresaba a buscar a Pedro y a sus amigos. Estela ni siquiera la miró, casi corría en dirección a Ulises.
—Esto es una fiesta, querida. No se ponga tan seria —le dijo a Matilde.
—Íbamos ahora mismo a ver a Federico y a Andrea —terció Ulises—, ¿quieren venir?
Aisha, Pedro, Yunes y Farida llegaron antes que vosotros al salón VIP. Un joven uniformado les impidió el paso:
—Aquí no hay nadie. Este salón está cerrado —les dijo.
—Senior Ulises dice a mí entramos nosotros.
—Está cerrado.
—No ostante, sin en cambio, nos han endicado que esperemos ahí adentro, y por demás hemos visto de entrar a unas personas —Pedro se esforzó en encontrar palabras educadas.
—Este salón está cerrado.
Los cuatro se miraron sin disimular su desconcierto y esperaron a Ulises.
—Estos señores vienen conmigo —dijo él al llegar. Y el joven uniformado abrió la puerta.