'Un día que quedamos a almorzar', contestó Cristina. 'Hace ya unos meses, fue antes de lo del bolardo y el feo corte, yo aún no tenía reservas ni preocupaciones, es más, me traía sin cuidado lo que hiciera o con quién fuera con tal de que se animara un poco, ella es la hermana mayor, no lo olvides, nunca he tendido a protegerla mucho, ella a mí sí, es lo normal. Luisa había quedado luego con él, en su casa o en su estudio, no me acuerdo. Nos entretuvimos, se nos hizo algo tarde y se alarmó al ver la hora, porque no habían quedado arriba, sino en el portal para subir juntos o quiza iban antes a otro sitio, no sé, le daba horror que él la esperara. Así que la acerqué en mi coche, ella no había sacado el suyo; pensaba haber ido en metro, dijo, lo más rápido, pero desde la boca más cercana tenía un trecho de andar y a eso ya no le daba tiempo, así que la llevé hasta la puerta. En esa zona no hay quien aparque y casi ni pude pararme, sólo lo justo para que se bajara, la dejé casi en la esquina. De modo que no me lo presentó ni nada, aunque ya te digo que yo lo conocía de vista, de aquí y de allá, de la noche. Sólo los vi juntos desde el coche, medio minuto, mientras esperaba a que se me abriera el semáforo, desde la esquina'.
'¿Qué zona era? ¿Qué esquina?'
'Al final de Mayor, pasado Bailén, al lado del Viaducto. Casi donde empieza la Cuesta de la Vega.'
'¿No recuerdas el número del portal?'
'No me fijé. ¿Para qué quieres saberlo?'
'¿En qué acera?'
'Pues en la única con casas. En la otra está ya el adefesio, ¿no te acuerdas? ¿Para qué?'
El adefesio era la Almudena o museo de los horrores ecuménicos, la espantosa catedral moderna, más o menos del Opus Dei o así lo parece, con una estatua del Papa polaco allí fuera, totus tuus pero con una frente abombada, casi frankensteiniana, y los brazos abiertos y alzados como si fuera a arrancarse a bailar una jota; y eso, con ser horrible, quizá sea lo menos feo, hay allí, entre otras infamias, unas vidrieras infames de un inimaginable artista llamado Kiko (Kiko Algo), nada decente se puede esperar de tal nombre. Ahora caía, ahora visualizaba el tramo.
'Para nada. Para imaginármelos. ¿Y qué viste?'
'Qué iba a ver, pues nada. Ella se saltó el semáforo en rojo al cruzar Mayor, tan apurada iba, como diez minutos tarde. Lo único que me llamó la atención fue que se había puesto a llover, y él, en vez de guarecerse en el portal (no tenía más que retroceder dos pasos), la esperaba fuera, mojándose. Quizá estaba allí para otear mejor, por la impaciencia.'
'O quizá para añadir motivos de reproche por el retraso', dije yo torcidamente, 'Así podría crearle aún peor conciencia, decirle que por su culpa se había empapado, o incluso resfriado. ¿Cómo la recibió? ¿Se abrazaron, le dio un beso, la cogió de la cintura?'
'Creo que no, que no se tocaron. Por la actitud y algún gesto me pareció que ella se apresuraba a excusarse, señaló hacia mi coche, le daba explicaciones, ¿qué importa eso?'
'¿Llegaste a verlos entrar?'
'Sí, justo antes de que se me pusiera en verde el semáforo. Ahora que me preguntas tanto, puede que él estuviera algo enfadado, porque entró antes que ella sin cederle el paso, Luisa iba detrás poniéndole una mano en el hombro, como si quisiera calmarlo o que se le fuera el disgusto; como todavía disculpándose.'
'Ya. Un tipo colérico, un artistoide, un histérico. Poco caballeroso, en todo caso.'
'Bueno, tampoco tanto, no sé, fue un momento. De caballeroso no va, desde luego. Bien vestido sí, con corbata siempre, muy clásico. Pero su éxito consiste, supongo, en que va más bien de rufianesco, eso atrae a muchas mujeres. A mí no, para nada, pero yo soy rara o es que ya he conocido a unos cuantos, y no compensan. Aquel día, con el pelo hacia atrás, todo mojado, resultaba un poco inquietante. Da la impresión de §er un hombre tenso, concentrado, con nervio, quiero decir en tensión permanente. De vista me pareció siempre algo sombrío. Cordial y seductor, pero sombrío.'
'¿Qué edad tiene?'