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– Porque no se sentía atraído por las mujeres. Sexualmente. Desde un punto de vista anatómico. Me lo decía con frecuencia, las encontraba repulsivas. No puedo repetir con detalle algunas de las cosas que le gustaba decir. Sólo puedo decir que le desagradaban las mujeres, sus genitales.

– ¿Le decía estas cosas en un intento de disuadirle a usted de tener una relación heterosexual?

– Supongo que sí. Tiempo atrás.

– ¿De manera que usted estaba totalmente seguro de que no tendría intenciones eróticas hacia la mujer que era su amante?

– Sí, seguro.

– Aunque usted había tenido una relación homosexual con él y después se había enamorado y había iniciado una estrecha relación con una mujer, ¿no se le ocurrió que él podría ser capaz de tener los mismos instintos?

– No. Estaba fuera de duda. Yo no soy homosexual; soy como cualquier ser humano adulto con cierta ambivalencia erótica que puede aflorar o no en determinadas circunstancias. Sólo tuve esa relación. Él era activamente homosexual, lo había sido, me lo dijo muchas veces, desde los doce años.

– ¿De manera que usted no tenía la menor idea de que él estaba teniendo una relación… de que Natalie estaba teniendo una relación con Jespersen?

Al otro lado del estrado, absorto, lascivo silencio de la sala; de la diana en que se había convertido el estrado de los testigos, llegó nítidamente el sonido seco de la lengua de Duncan al presionarla brevemente contra el paladar. El aire de los espectadores se estremeció; habían estado esperando delante de una jaula para que la criatura gritara.

– No había ninguna relación.

– ¿Está usted completamente convencido de ello?

– Lo sé. Cari era el amante de David, Cari estaba muy unido a él.

– ¿Puede describir lo que sucedió la noche del 18 de enero? ¿Se celebró una fiesta en la casa?

– No fue exactamente una fiesta. La casa es un lugar por el que aparece mucha gente. Con frecuencia Natalie y yo nos sumábamos a los hombres de la casa y cenábamos juntos. Supongo que éramos una especie de familia. Mejor que una familia nuclear, había mucha amistad y confianza entre nosotros.

– Esa noche cenaron juntos.

– Vinieron otros amigos de David y de Khulu a tomar unas copas y, como se hizo tarde, se quedaron a cenar con nosotros. De manera que podría decirse que se convirtió en una especie de fiesta espontánea. David había bebido bastante y se fue a dormir cuando se marcharon los demás. Khulu se fue con uno de ellos, había quedado. Natalie había estado animando la cena con anécdotas sobre su experiencia como azafata de un crucero, es una gran imitadora, y no había ayudado gran cosa en la cocina, de manera que se ofreció a quedarse y recoger con Cari. Es propio de ella hacer este tipo de gestos. Cuando ha estado especialmente exuberante. Sólo porque lo odia: nunca hace las tareas domésticas. Yo sé que es necesario para el concepto que tiene de sí misma, de manera que la dejé y me fui a la casita, a la cama.

El juez levantó la cabeza, como si por fin hubiera encontrado algo que le intrigaba.

– Natalie James, en su testimonio de ayer, dio una versión bastante distinta de los hechos. ¿Hubo alguna pelea entre ustedes, no intentó hacer que volviera a la casita con usted?

– No es posible convencer a Natalie cuando se encuentra en ese estado.

– ¿Está usted diciendo que no se produjo ningún altercado con ella delante de los presentes?

– Ella estaba en vena. De manera que si no quería venir a casa y descansar un poco, era mejor que me marchara.

La mirada del juez da a Motsamai la señal para continuar.

– ¿Qué hora era?

– Hacia la una.

– ¿Esperaba usted que ella le siguiera?

– Naturalmente.

– ¿Lo hizo?

– No.

Motsamai es paciente ante la resistencia; Harald, Claudia, tienen la sensación de que Duncan huye, huye de la celda que ha ocupado, de la institución cerrada para los incapacitados mentales, fuera de la sala, fuera de la tribuna de rostros en cuya presa se ha convertido, fuera de sí mismo.

Motsamai va tras él.

– ¿Qué sucedió entonces?

– Me desperté. Ella no estaba. Vi que eran las dos y media. Estaba preocupado porque tuviera que cruzar el jardín tan tarde a oscuras, hay intrusos por toda la zona.

– ¿Y entonces?

Ahora lo cuenta de memoria; es algo que le han contado que le sucedió. Otro yo; el abogado se convierte en el otro yo del acusado una vez que ha absorbido, que se ha apropiado de los hechos.

– Salí, crucé el jardín hasta la casa. Las luces estaban encendidas y la puerta de la terraza estaba abierta. Entré en el cuarto de estar y ella estaba debajo de él en el sofá. Cari.

– ¿Estaban haciendo el amor?

– Estaban terminando. No podían parar. Así que lo vi todo.

En la mente y en los recuerdos de todos, desconocidos, cuerpos situados uno junto a otro en una reunión pública, aparece el momento compartido antes del orgasmo. Es un colectivo de la carne. Lo saben. ¿El juez también lo comparte, recuerda, también conoce ese momento, hizo el amor la noche anterior, de modo que entiende plenamente qué es aquello que el acusado no pudo evitar ver, lo que nadie pudo detener? Ni siquiera el que estaba de pie en la puerta.

Qué hicieron, los dos descubiertos, y qué hizo él, está preguntando Motsamai. La respuesta es que Duncan no lo sabe, dejó lo que había visto cuando Natalie se dio cuenta, de repente, de su presencia, y la cara de Cari apareció un momento mientras subían y bajaban los cuerpos, y él regresó a la oscuridad.

Duncan huyó, entonces era posible huir; en cambio, ahora no es posible.

Porque Motsamai está desarrollando la parte de la progresión que resulta fácilmente comprensible: lo que hizo Natalie James fue marcharse en coche, no volvió a la casita esa noche ni al día siguiente. Duncan no durmió durante el resto de la noche. A la mañana siguiente, no fue a trabajar a su mesa de dibujo. Era viernes. Viernes, 19 de enero.

– ¿Qué hizo usted? ¿Pasó el día en la casita?

– No hice más que pensar.

– Pensaba en lo que podía hacer ante esa situación.

– No. No. Buscaba una explicación. Una razón. Intentaba averiguar el porqué.

– ¿Por qué había podido suceder algo así?

– Sí. Lo que había visto.

– ¿Pensaba usted en encararse con Natalie? ¿En ir a buscar a su amigo Cari, encararse con él?

– No quería verlos. Ya los había visto. Buscaba una explicación, en mí. Pensé en eso durante todo el día. Estoy acostumbrado a enfrentarme a crisis de un tipo u otro con ella; puedo enfrentarme a ellas solo.

– ¿Lo ha hecho con éxito, es decir, sin consecuencias negativas, en alguna ocasión anterior?

– Muchas veces.

– ¿De modo que no tenía pensamientos de venganza de ningún tipo hacia ninguno de los dos?

– ¿Por qué venganza? No me pertenecen, son libres de hacer lo que quieran.

– ¿No tenía usted intención alguna de acusarlos, para no hablar de actuar contra ellos, por cómo le había afectado su manera de «hacer lo que quieran»? Por cómo había afectado su vida. Su relación amorosa con Natalie.

– No.

– ¿O su relación anterior con Cari Jespersen?

Sin duda, lo que contestó entonces no formaba parte del ensayado guión de Motsamai.

– No. Todo lo que podía recordar del momento en que los había visto así era una sensación de asco, una desintegración de todo, asco de mí mismo, de todos.

– ¿Sí? -El gesto de Motsamai es el de un director de orquesta desde su estrado.

– Eso era lo que estaba intentando explicarme para hacer que todo encajara otra vez, para entenderme.

– ¿Estuvo pensando sobre el futuro de su relación con Natalie? ¿Creía que podía continuar, después de lo que había visto: del uso tan especial que hacía de su libertad, la recompensa por el amor y cariño dedicados?