Выбрать главу

Seguíamos discutiendo el tema cuando llegaron los primeros platos. La sopa era deliciosa: ligera, cremosa y con una pizca de curry. Me sentó bien y me animé a comer un poco de pan con mantequilla. Cuando el camarero trajo las codornices de Ralph, pedí otro plato de sopa y una taza de café.

– Y ahora cuéntame por qué un sindicato no contrataría seguros en Ajax.

– Podrían hacerlo -dijo Ralph con la boca llena. Después de masticar y tragar lo que tenía en la boca, dijo:

– Podrían comprar seguros para la central, seguros contra incendios o indemnizaciones para sus secretarias, pero poco más. Y no cubrirían a todos los trabajadores. Además, los Afiladores están asegurados por el sindicato. Lo único que mueve dinero y no paga el sindicato, sino las compañías, son las indemnizaciones de trabajadores.

– Eso incluye las indemnizaciones por invalidez, ¿no? -pregunté.

– Sí, y también por fallecimiento si se produce a causa del trabajo. Incluso las facturas del médico, si no se han perdido días de trabajo. Es curioso porque la persona que contrata un seguro paga según el negocio que tenga. Por ejemplo, una fábrica paga más que una oficina. Pero la compañía aseguradora puede pasarse años pagando semanalmente a alguien que se haya lesionado en el trabajo. Tenemos algunos casos, no muchos afortunadamente, que se remontan al año 1927. Pero el asegurado no tiene que pagar más, o muy poquito, si tiene varias indemnizaciones por invalidez en su negocio. Claro que siempre se puede cancelar un seguro, pero estamos obligados a pagar a los trabajadores lesionados si ya han empezado a cobrar. Me estoy andando por las ramas. La verdad es que mucha gente que no está lesionada puede reclamar una indemnización. Es bastante fácil conseguirla y hay muchos médicos corruptos que les ayudan a conseguirlo, pero no me imagino que una estafa a gran escala con este tipo de indemnizaciones pudiera beneficiar a alguien.

Tomó otro bocado de codorniz.

– Si se trata de grandes cantidades de dinero, sólo podemos pensar en pensiones, como sugerías tú, o tal vez en seguros de vida. En realidad, una compañía de seguros lo tiene mucho más fácil para cometer fraude que cualquier otra persona. Acuérdate del caso de los Fondos del Sindicato de Artistas.

– ¿Crees que tu jefe podría estar metido en un asunto de esos, que podría amañar pólizas falsas para los Afiladores?

– Vic, ¿por qué te empeñas en demostrar que Yardley es un estafador? Es un buen hombre. Hace tres años que lo conozco y nunca he oído a nadie que dijera pestes contra él.

Me hizo gracia este comentario.

– Me extrañó mucho que no pusiera pegas para verme. No sé como va el tema de los seguros, pero conozco muchos otros tipos de empresas. Los jefes de departamento son como los ginecólogos. Siempre tienen el doble de visitas de las que realmente pueden realizar.

Ralph se llevó las manos a la cabeza.

– Me estás mareando, Vic, y creo que lo haces a propósito. ¿Cómo puedes comparar a un jefe de departamento con un ginecólogo?

– Ya me entiendes. ¿Por qué motivo me recibió? No me conocía de nada, seguro que tenía la agenda abarrotada de visitas y reuniones, y le dijo a su secretaria que no le pasara llamadas para no interrumpirnos.

– Sí, pero tú sabías que Peter estaba muerto y él no, de manera que esperabas que se comportara como si fuera culpable, y esto es lo que viste -objetó Ralph-. Seguramente estaba preocupado por Peter porque le había prometido a John Thayer que se ocuparía de él. A mí no me parece tan raro que Yardley quisiera hablar contigo. Si Peter hubiera sido un simple descarriado, me sorprendería más, pero era el hijo de un amigo de toda la vida. El chico no había dado señales de vida en cuatro días y no contestaba al teléfono. Yardley se sentía responsable y estaba preocupado.

Me quedé pensando un rato. Lo que decía Ralph tenía sentido. Supongo que me había dejado llevar por mi imaginación y que mi desprecio por los hombres de negocios sospechosamente amables me hacía ver fantasmas donde no había.

– Seguramente tienes razón. Pero ¿por qué es imposible que Masters estuviera metido en un fraude de seguros de vida?

Ralph se acabó las codornices y pidió postre y café. Yo pedí un helado grande.

– Porque las compañías de seguros funcionan de una manera especial -dijo cuando el camarero ya se había ido-. Somos una compañía grande, la tercera en número de pólizas, lo que significa 8,4 mil millones de dólares al año. Eso incluye las 13 compañías que forman el grupo Ajax. Por motivos legales, la compañía que vende seguros de vida no puede vender seguros de bienes y de accidentes laborales. De manera que la Compañía Aseguradora Ajax se encarga de los seguros de vida y las pensiones, mientras que Ajax Laboral y otras compañías menores se encargan de las pólizas de bienes y accidentes laborales.

El camarero nos sirvió los postres. Ralph había pedido una tarta muy dulce y yo decidí acompañar mi helado con Kahlua.

– En una compañía tan grande como la nuestra, no conoces a todo el mundo. Yardley y yo comemos a veces con los de accidentes laborales, responsabilidad civil, seguros de coches, pero no sabemos exactamente lo que hacen en sus despachos. Gestionan sus propias reclamaciones y tiene un aparato administrativo distinto. Si nos pusiéramos a analizar sus negocios de forma que incluso nosotros pudiéramos cometer fraude, se provocaría tal escándalo político que nos echarían a patadas en menos que canta un gallo. Te lo aseguro.

Moví la cabeza y me concentré en el helado. Había puesto demasiadas esperanzas en Ajax y parecía muy poco prometedor.

– Por cierto, ¿miraste lo de las pensiones?

Ralph se echó a reír.

– Mira que eres perseverante, ¿eh? Llamé a un amigo que trabaja con lo de las pensiones, y lo siento, no encontró nada. Me ha dicho que investigará un poco más para averiguar si recibimos dinero del sindicato a través de terceros.

Puse cara de interrogación.

– Como hace la Loyal Alliance, que da dinero a Dreyfuss para que lo gestione, y Dreyfuss nos da una parte a nosotros. Aunque mi amigo me ha dicho que Ajax no haría negocios con los Afiladores ni loco. Y la verdad es que no me sorprende.

Suspiré y me acabé el helado. Estaba agotada. Si la vida fuera fácil, nunca estaríamos orgullosos de nuestros logros. Mi madre siempre me lo decía cuando me observaba tocando el piano. Seguro que a mi madre no le gustaría mi trabajo, pero nunca permitiría que me repantigara en una silla y me quejara de las cosas que no salían como yo quería. Aun así, estaba demasiado cansada para intentar entender todo lo que había averiguado aquella noche.

– Creo que tus aventuras pueden contigo -dijo Ralph.

El cansancio me arrastraba a la cama.

– Sí, estoy destrozada -admití-. Será mejor que me acueste. Aunque no tendría que ir a dormir tan pronto porque mañana me dolerá todo. Debería despejarme e ir a bailar. Si te mueves, al día siguiente no estás tan mal.

– Si fuéramos a bailar, te caerías de sueño y me arrestarían por haberte pegado o algo así. ¿Por qué ayuda el ejercicio?

– Si la sangre te circula con más fluidez, los músculos no se agarrotan tanto.

– Podríamos hacer las dos cosas: bailar y dormir.

Sonrío con picardía y vergüenza al mismo tiempo.

Después de pasar la tarde con Tony y Earl no me vendría mal un poco de ternura en la cama.

– ¿Por qué no? -le dije con una sonrisa.

Ralph pidió la cuenta y la pagó de inmediato con las manos temblorosas. Pensé que podría pelearme para que me dejara pagar ya que podía pasar la factura como cena de negocios, pero ya había tenido suficientes peleas aquel día.

Esperamos fuera a que el portero nos trajera el coche. Ralph me rozaba sin tocarme y se le notaba tenso. Me di cuenta de que había estado planeando el final de la noche durante toda la cena y de que no estaba seguro de conseguirlo. Sonreí para mis adentros. Cuando subimos al coche, me senté muy cerca de él.