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La ironía residía en que ambas se parecían mucho y en que Hunter podía imaginárselas siendo amigas. En otra vida o en aquélla, si las cosas fueran menos complicadas.

Pero no lo eran. Y se complicarían aún más cuando Molly supiera la verdad.

Capítulo 5

Hunter se hallaba en la cocina de Molly y le había pedido que le diera un respiro porque las relaciones de pareja no eran ni habían sido nunca lo suyo. No podía creer que hubiera hablado de aquello tan claramente, pero lo había hecho.

Ella apoyó la mano sobre la encimera, con una expresión a medio camino entre la incredulidad y lo que Hunter quiso tomar por esperanza.

Esperanza por ellos dos.

Ella lo observó atentamente.

– ¿Eso estamos haciendo? ¿Forjar una relación de pareja? Porque debo decirte que, si es así, me he perdido.

Él dejó escapar un gruñido.

– ¿Puedo sentarme? -no podía contestar a su pregunta hasta que se lo hubiera contado todo. Luego ella tendría que decidir si lo suyo era posible o no. Y la historia que debía contarle era larga.

Molly le indicó una silla de hierro forjado que había junto a la mesa y Hunter se sentó a horcajadas.

Ella acercó otra silla y se sentó cansinamente a su lado.

Hunter aprovechó aquellos segundos para calmar sus emociones, porque rara vez hablaba de su pasado.

– Yo crecí en hogares de acogida -dijo por fin.

Los ojos de Molly se suavizaron.

– No lo sabía.

Hunter se puso rígido y esperó la dosis de piedad que las mujeres solían ofrecerle cuando se enteraban de aquello. Odiaba aquella piedad porque significaba que sentían lástima por él.

Molly lo miró a los ojos y comenzó a tamborilear con los dedos sobre la mesa.

– Me pregunto si eso es mejor que el que te manden a un internado cuando el padrastro de turno está dispuesto a pagar la factura.

Él se rió, agradecido por su ingeniosa respuesta. Había intuido que Molly era especial. Ahora lo sabía con certeza.

– Entonces, ¿fue muy duro? -preguntó ella.

– No tanto -mintió Hunter-. Sobre todo, en el último sitio. ¿Conoces a mi amigo Ty, el que trabaja en el Night Owl?

Ella asintió con la cabeza.

– Nos presentaste la última vez que fui a tomar una copa con mis amigos después del trabajo.

– Es como mi hermano. Su madre me acogió y me trató como si fuera de la familia. Hizo lo mismo con otra chica de acogida que había en la casa -se detuvo un instante, consciente de que su comprensión y el vínculo que los unía acabaría allí-. Se llamaba Lilly Dumont.

– ¿La sobrina de Marc? -Molly entornó los ojos-. ¿La que murió?

– La que presuntamente murió -contestó él, puntualizando como mejor podía hacerlo hasta que fuera capaz de contarle la verdad. Se inclinó hacia delante y explicó-: En el pueblo casi todo el mundo conoce esa historia, pero tú no creciste aquí. Y obviamente Dumont se ha callado algunas piezas claves si nunca te ha mencionado mi nombre.

Molly se echó hacia atrás con los hombros rígidos.

– Estoy segura de que tendrá sus razones. Pero, ya que no está aquí, ¿por qué no me pones tú al corriente? -sugirió con sarcasmo apenas disimulado.

Ya empezaba a tratarlo como a un enemigo.

Hunter se agarró al frío hierro del respaldo de la silla. Su única esperanza de conquistarla era recurrir a la verdad.

– Ya sabrás que el hermano de Dumont y su cuñada murieron en accidente de tráfico.

Molly asintió.

– Dejaron una finca enorme y millones de dólares en un fondo fiduciario a nombre de Lilly, y nombraron a Marc su tutor.

Hasta ese punto, sus versiones concordaban, aunque Hunter intuía que eso estaba a punto de cambiar.

– Lilly era una chiquilla asustada cuando vino a vivir con su tío. Acababa de perder a sus padres y quería que Dumont cuidara de ella y la quisiera. Pensaba que él lo haría, pero resultó que sólo la quería por su dinero.

Recordaba la versión que Lilly le había contado de los hechos una noche, ya muy tarde, cuando estaban los tres en un viejo columpio que colgaba de un árbol del jardín trasero de la casa de Ty.

Miró a Molly. Su expresión seguía siendo recelosa y escéptica.

Decidió continuar.

– El cariño y la amabilidad que le había demostrado no eran en realidad más que un modo de manipularla para apoderarse de su herencia. Fue un giro muy cruel del destino. Lilly se puso furiosa, se volvió rebelde… y Marc se volvió vengativo. Al ver que no podía controlar a Lilly maltratándola, hizo que la metieran en un hogar de acogida para asustarla y doblegarla. Fue el miedo a volver a casa de su tío lo que causó su «muerte».

– No -Molly sacudió la cabeza.

Hunter casi podía ver cómo la negativa a creerle embargaba a Molly en oleadas mientras ella se mecía en la silla.

– Marc me dijo que Lilly fue difícil desde el principio. Que se negaba a aceptar la autoridad o el hecho de que sus padres hubieran muerto. No podía controlarla y no tuvo más remedio que ceder su custodia al estado.

Hunter apretó con fuerza la mandíbula, aunque no le sorprendieron ni aquella versión retorcida de los hechos, ni el que Molly se la hubiera creído.

– Tú misma has dicho que no conoces muy bien a Dumont, así que no puedes descartar sin más lo que acabo de contarte.

Molly se levantó.

– Puedo y voy a hacerlo. Marc me dijo que Lilly era salvaje e incontrolable. Él era soltero y no sabía nada de niños. Estaba casi desquiciado cuando la mandó al hogar de acogida. Después, se sintió fatal por haber tomado esa decisión y quiso recuperarla y empezar de nuevo, pero ella le robó el coche y…

– No tiene pruebas -dijo Hunter-. No tiene pruebas de que Lilly le robara nada. Lo único que sabe es que su coche acabó en la laguna del barranco y que no se encontró ningún cuerpo.

Molly seguía de pie, a su lado. Con los ojos muy abiertos, luchaba visiblemente por no aceptar su historia, seguramente porque ello perturbaría la frágil tranquilidad que había empezado a encontrar en casa. Una tranquilidad con la que probablemente llevaba soñando toda una vida, pensó Hunter, que la comprendía mejor de lo que ella creía.

– Piensa como abogada, Molly. Eres demasiado lista para creer las palabras de Dumont a pies juntillas -dijo.

Ella se frotó la frente con la mano.

– Necesito tiempo. Un par de días para investigar todo esto -dijo ella sin mirarlo a los ojos.

Hunter se levantó lentamente de la silla.

– No hace fatal que te vayas muy lejos a investigar. Puedes preguntar directamente a la fuente.

Molly se apartó la mano de la cara.

– ¿Qué quieres decir?

Hunter respiró hondo para infundirse ánimos.

– Lilly está viva. Cualquier pregunta que tengas, puedes hacérsela a ella.

En lugar de poner cara de incredulidad, Molly se limitó a sacudir la cabeza.

– Te estás pasando, Hunter. Puede que no te guste Marc, pero inventar que Lilly Dumont ha resucitado no va a servirte de nada. Sé que esto tiene que ver con ese dinero. Y legalmente no puedes impedir que Marc lo reclame.

– Tienes razón. No puedo. Pero Lilly sí.

– Hablas en serio -Molly volvió a sentarse-. ¿Está viva? -él asintió con la cabeza-. ¿Tú la has visto?

– Con mis propios ojos. Ahora se llama de otro modo, pero está vivita y coleando -decidió no mencionar que él había participado en el plan desde el principio.

– Vaya -dijo Molly-.Vaya.

Hunter puso la mano en la silla, tras ella, con cuidado de no tocarla a pesar de lo mucho que lo deseaba.

– ¿Vas a decirle a Dumont que se olvide del dinero?

Ella volvió a pasarse las manos por los ojos.