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—Bravo Mariliendre. Creo que por primera vez me siento orgulloso de ti —se mofó Carlos sorprendido.

—¡Capullo! —rio Lucas dándole un puñetazo en el hombro.

—Oh my God… cuando habláis con esas terribles palabrotas de machotes ¡me ponéis un montón! ¡Qué sexys!

—No me jodas —soltó Damián. Y todos comenzaron a blasfemar.

—Por el amor de my life ¡me acabo de enamorar! — y al ver que todos le miraban de nuevo aclaró inmediatamente—: Se dice el pecado, pero no el pecador. Pero tranquilos macho manes, ya sé que sois heteros de los de verdad, os digo como a mi Juan, si alguna vez queréis probar algo divine, llamadme.

—Sigue viviendo en las nubes —sonrió Juan.

—Vivir en las nubes no es lo malo my love, lo terrible es bajar —se mofó Tomi haciendo sonreír a todos.

52

Llegó la última noche del año. El 31 de diciembre todos se vistieron con sus mejores galas dispuestos a despedir un año y recibir con buen píe el siguiente. Durante los días anteriores Eva intentó hablar con su hermano, pero le fue imposible. No encontró el momento. Estaba totalmente absorbido por Noelia y no quería interferir en su felicidad. Se sentía culpable por lo que tenía que decirle, pero era necesario.

Sobre las siete de la tarde, hora española, Noelia tras pensarlo con detenimiento, decidió llamar a su padre para desearle a él y a su mujer una feliz noche. Si algo le había enseñado su abuela era a comportarse con educación y decidió poner sus enseñanzas, un vez más, en práctica. Le gustara o no aquel hombre era su padre y así sería hasta que muriera. Como era de esperar, su trato fue frío e impersonal y Samantha, ni siquiera se puso. Cuando colgó, emitió un largo suspiro y besó la cabeza de Senda que estaba sentada a su lado encima de la cama.

—Que suerte tienes con tener una excelente familia que vela por ti —le dijo,

Una hora más tarde estaba dándose los últimos toques a su maquillaje cuando Juan abrió la puerta de la habitación y entró. Noelia se quedó sin habla. Aquel hombre, con su porte y su estatura, estaba guapísimo con ese traje oscuro. Él, al verla, silbó. Divertida por aquel gesto tan natural, se dio una vueltecita ante él y posando finalmente las manos en las caderas preguntó con chulería:

—¿Cómo me ves?

Devorándola con la mirada y deseoso de arrancarle el vestido y hacerle el amor, se acercó a rila y susurro sobre su boca.

—Perfecta.

Y sin decir nada más la besó. Le mordisqueó los labios arrancándole oleadas de placer y cuando ella sintió que él la levantaba del suelo y la llevaba hacia la cama, se deshizo del abrazo y dijo:

—Ah no… llevo una hora arreglándome y ahora tú no vas a estropearlo.

Al escucharla sonrió y con una salvaje mirada murmuró quitándose la americana:

—¿Seguro canija?

Divertida, corrió hacia el otro lado de la cama y levantando un dedo aseveró ante la picara mirada de éclass="underline"

—Te lo digo en serio. No se te ocurra acercarte a mí. Llevo horas intentando colocar esta maldita peluca para estar presentable en la cena más importante del año en tu casa y…

—Y estás preciosa… —afirmó él. Pero al ver a su perra tumbada plácidamente en la cama protestó—: Por el amor de Dios, Noelia ¿cuántas veces tengo que decirte que no dejes que Senda se suba a la cama?

—Aisss es que es tan mona —sonrió acercándose a aquella para besarla en la cabeza—. Mírala ¿a que parece una reina?

Juan no respondió. Se limitó a miraría ¿cómo enfadarse con ella? Verla besuquear a su perra y hablarla con cariño le ablandaba el corazón.

—¿Sabes Senda? Te voy a comprar un collar con brillantes bien relucientes, simplemente porque te lo mereces.

Estrellita… —gruñó él—. No quiero que me amaricones a la perra con collarcitos relucientes.

Aquel comentario consiguió arrancarle una carcajada a ella.

—Ni le escuches Senda. Tú eres una mujer como yo y estoy segura de que querrás estar guapa ante los de tu especie ¿verdad? —La perra ladró—. Pues no se hable más. Te comprare un collar de reina para una reina como tú.

Juan la miraba embobado. Por primera vez en su vida, una mujer tenia ocupada las veinticuatro horas del día su cabeza, cuando estaba con ella solo quería besarla, mimarla y hacerla feliz y cuando estaba lejos de ella, solo deseaba regresar a su lado. Aquello le tenía desconcertado como nunca en la vida y comenzaba a preocuparle. Ella le provocaba una ternura hasta ahora desconocida que le estaba comenzando a gustar y eso desencajaba en su día a día. Le encantaba despertarse y acostarse con ella. Le apasionaba bailar en el salón a la luz de las velas, pasear en su compañía por el campo y un extraño nerviosismo se apoderaba de él cuando pensaba que aquellos momentos, tarde o temprano, tendrían que acabarse. Pero consciente que no era momento de pensar en ello, si no de disfrutarla al máximo, le tendió la mano.

—Vale, cómprale a Senda lo que quieras, pero ven aquí.

Con una candorosa sonrisa la joven se acercó a él y tras recibir varios besos en el cuello que consiguieron ponerle la piel de gallina él la despegó de su cuerpo y susurró:

—Tranquila, cielo. Por mucho que desee desnudarte no lo voy a hacer. Confía en mi ¿vale?

Decidió creerle, y ambos se acercaron al espejo ovalado de la habitación.

—¿Se nota que el vestido no es de firma?

Juan, que precisamente se estaba fijando en otra cosa que no era el vestido, respondió tras suspirar de satisfacción:

—No.

—¿Y que me ha costado muy barato?

Divertido por aquella pregunta, la abrazó por detrás y le susurró al oído mientras ambos se miraban en el espejo:

—No, cielo. Lo único que se nota es que este vestido te sienta muy, pero que muy bien. Estás preciosa.

Complacida por su respuesta y encantada por cómo la abrazaba con posesión suspiró:

—Han… me gusta saberlo.

Tras besarla por el cuello, y dejar en su recorrido cientos de anhelos, con voz ronca y sensual le susurró:

—Cuando te vean mis amigos esta noche en el Croll, van a babear y con razón, porque serás la mujer mas sexy y guapa del local, y yo estaré como loco por regresar a rasa para quitarte este fantástico vestido y disfrutar de ti y de tu maravilloso cuerpo durante horas y demostrarte una vez más que conmigo lo tienes todo incluido.

—Uooo… eso me gusta más —se mofó ella dándose la vuelta para besarle.

Unos golpes en la puerta y la voz de Tomi al otro lado les hicieron regresar a la realidad.

—Parejita feliz, ¿puedo entrar?

—Sí —respondió Juan separándose de Noelia.

La puerta se abrió y ante ellos apareció un Tomi en todo su esplendor. Llevaba un traje de chaqueta, pero si bien el de Juan era negro, él lo llevaba azul y de seda.

—Por el amor de Diorrrrrrrr, de my life y de todo lo habido y por haber en este mundo. Eres el hombre de mis sueños más rosas y perversos. ¡Estás divinooooooooo! —gritó mirando a Juan de arriba abajo.

Noelia, al ver que a ella ni la miraba, se quejó divertida.

—Eh… hola… yo también estoy aquí.

Pero Tomi solo tenía ojos para Juan y al ver la guasa en los ojos de aquel, llevándose las manos a la boca murmuró:

—… pero por qué no conoceré yo a un spanish como tú para que me quite las penas y llene mi aburrida life de alegrías, gozo, sexo loco y desenfreno. —Al ver que aquel se desternillaba de risa prosiguió—: ¿Estás seguro de que eres hetero?