Para que puedas hacer esas maravillosas
croquetas que estoy deseando probar.
Todos sonrieron y Manuel, boquiabierto, comprobó que la joven le había comprado una estupenda y reluciente Thermomix.
—Uoooo papá —sonrió Eva—. Ya puedes volver a hacer las croquetas.
—Mmm qué ricas abuelo —aplaudió Javi encantado con su balón en las manos.
E1 hombre asintió conmovido porque ella se hubiera acordado de aquel detalle, y tras asentir murmuró:
—Esta muchacha es un cielo de mujer.
—¿Para mi que hay? —preguntó el abuelo Goyo ansioso como un niño.
Con delicadeza, Eva le entregó un paquete alargado y el anciano rasgó el envoltorio.
—Un bastón con el pomo de oro. Le dije al gorrioncillo que mi bisabuelo tuvo uno justamente igual que este y ella se acordó. ¡Que lindura de muchacha! —dijo con los ojos encharcados en lágrimas.
Juan no sabía si salir corriendo o qué hacer. Ella, la mujer que le había puesto su vida patas arriba, no estaba físicamente allí, pero con aquellos regalos estaba más presente que nunca.
—¡Una cámara réflex! —gritó Almudena al abrir su paquete—. Noelia me ha comprado la cámara que un día le dije que me gustaría tener. Oh Diosssssss y mirar lo que le ha comprado a Joel —entre lagrimones abrió todos los paquetes.
—A ver Almudena —sonrió Irene al ver a su hermana con el kleenex en la mano—. Los regalos son un motivo para sonreír, no para llorar, no comencemos ¿vale?
Pero aquellas palabras se las tuvo que tragar cuando vio la nueva radio para el camión de Lolo y, en especial, las botas altas color chocolate a juego con el bolso de Loewe que la joven actriz había comprado para ella.
—¿Quién es la llorona ahora? —preguntó Almudena sonriendo.
Eva deseaba abrir su regalo. Solo quedaban él de ella, el de Senda y el de Juan y tras mirar a su hermano y ver su expresión desconcertada murmuro:
—¿Quieres abrir tu regalo?
—No… mejor abre el Luyo —respondió con voz ronca.
Incapaz de aguardar un segundo más, rasgó el papel y aplaudió cuando vio ante ella la caja de un portátil nuevo. Tras abrirlo y gritar a los cuatro vientos que lo necesitaba para su trabajo todos miraron a Juan y este tras resoplar cogió el regalo en el que ponía Senda y lo abrió. Un precioso collar de Swarovski para perros apareció ante él e inexplicablemente cerró los ojos al recordar que ella siempre decía «Senda… eres como una reina y te mereces un collar que te ilumine aún más»
—¡Como molaaaaaaaaaaaa! —gritó Rocío al ver aquel collar de piedras brillantes.
—¿Eso tan lustroso es para la jodia perra? —preguntó el abuelo Goyo sorprendido.
Juan sonrió por primera vez en la noche al escuchar el comentario de su abuelo mientras cogía el regalo que su hermana Eva le tendía. Con la vista de todos clavada en él, abrió la tapa de la caja y cogió un sobre. Su gesto cambió cuando vio que tenía ante él las escrituras de las tierras por las que su familia estaba enfrentada con las Chuminas. Aquellas hectáreas por las que pasaba un pequeño riachuelo y que tanto habían ansiado poseer. Junto a las escrituras había una nota pegada en la que ponía:
Ya son tuyas. Ahora solo falta que levantes
Tu hogar.
Arrancando con furia la nota pegada, para que aquellas palabras solo quedaran para él, les tendió los papeles a su padre y su abuelo para que los vieran. Estos al ver de qué se trataba se quedaron tan sorprendidos como Juan, y a pesar de las ganas que sintieron de saltar de felicidad, simplemente se miraron y no dijeron nada.
—¿Tito y en la cajita que hay? —preguntó la pequeña y curiosa Ruth.
Todavía bloqueado por la situación y avergonzado por el mensaje que le dejó en el contestador de su móvil la pasada noche y al que ella no había respondido, Juan miró en su interior y sonrió cuando leyó otra nota:
Odio está música, pero tomo tú me gustas,
¡me pondré tapones en los oídos'.
Me dijiste que había algunos cd descatalogados de
AC/DC que no conseguías. ¡Pues aquí los tienes!
Ahora mírame… bésame y dime que soy la mejor
¿te parece buena idea?
Ahora mírame… bésame y dime que soy la mejor pensó Juan con amargura. Estaba claro que ella querría haber estado allí en aquel momento y que él tenía claro que le hubiera gustado sonreírle y decirle que efectivamente era la mejor. Eso le encogió el corazón, pero como siempre calló hasta que escuchó que le preguntaban.
—Bueno cuenta ¿Qué te ha regalado?
Juan sacó un cd de la caja y dijo para saciar la curiosidad de todos.
—Una maravillosa discografía de AC/DC, Metallica e Iron Maiden.
Abiertos los regalos, todos comentaban el detallazo de Noelia, y una vez más aquella joven actriz les dejó claro que clase de persona era, no por el dineral que se había gastado, si no porque les había regalado a cada uno lo que deseaban. Diez minutos después Juan se marchó. No quería hablar con nadie.
57
Pasados unos días, la nube de periodistas fue disminuyendo. Pero el calvario de Juan cada vez que salía de su casa era tremendo. Continuas y repetitivas preguntas en referencia a Estela Ponce podían con su humor y su paciencia. Le perseguían allá donde fuera y apenas podía moverse. De pronto, de ser una persona anónima pasó a ser una persona agobiada por la prensa y observado por todos en su pueblo. Sus compañeros de base, a pesar de lo sorprendidos que se quedaron con la noticia de que Estela Ponce era aquella morenita dicharachera y simpática, le ayudaron todo lo que pudieron demostrándole una vez más que eran una prolongación de su familia.
Juan siempre había sabido que sus compañeros estaban hechos de una pasta especial, pero sentir su apoyo y discreción en aquellos momentos fue maravilloso. Pero finalmente, agobiado por todo, tomó una decisión que comunicó a su familia un sábado mientras comían todos juntos un sabroso cocido.
—¡¿Qué te vas a Irak pasado mañana?! —preguntó su padre al escucharle.
—Sí papá. Hace unos días se solicitaron voluntarios y me presenté.
—¡¿Cómo?! —murmuró Eva al escucharle.
Durante aquellos días había intentado hablar con él, pero Juan no quería saber nada de lo ocurrido. Era hermético en referencia a sus sentimientos y toda la familia lo estaba pasando fatal.
—Eva, necesito alejarme de todo este circo o me voy a volver loco, Allí, en Irak, nadie me perseguirá.
—Pero Juan, ya estuviste en Argelia el año pasado —protestó Almudena.
—¿Y…? —preguntó molesto por tener que dar tantas explicaciones.
—¡Copón bendito! —gritó el abuelo Goyo al escuchar aquello—. Pero Juanito, hermoso, ¿es que buscas que te maten? Esa zona no es un lugar seguro. En las noticias dicen cosas terribles. ¿Cómo vas a ir allí?
Todos, incluido Juan, sabían que lo que el abuelo decía era cierto. Irak, Afganistán, toda aquella zona, no eran lugares donde uno pudiera relajarse. Pero consciente de lo que iba a hacer aclaró:
—Será poco tiempo. No te preocupes abuelo, estaré bien.
—¿Pero tú estás loco? —gritó Irene soltando la cuchara—. Allí no te perseguirán periodistas, pero si terroristas y…
—Por favor Juan no vayas —suplicó Almudena temerosa.
Eva, al ver el drama que sus hermanas estaban montando, las miró y aun entendiéndolas apoyó a su hermano.