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— You betrayed him. El tenía un secreto contigo. Eran cómplices. De eso se trata el amor. Complicity.

— I didn’t betray him, my eyes betrayed me. It’s like the rain, tell me, who can stop the rain? Yo no puedo combatir mi naturaleza. Y yo no nací para los closets oscuros. Ni para las tinieblas. A veces, iba gente a su casa, y Jabalí me escondía en su cuarto.

— Y qué—yo pensaba—si abren la puerta. Se enteran que estoy escondida. Qué miedo, y qué vergüenza.

— Qué pendeja que le siguieras el cuento. Si soy yo, me pongo a correr la máquina de correr bicicleta:

— Are they gone yet? Can I come out now?

— I don’t treason the people I love.

— You told his friends he wouldn’t let you go.

— After I had said—no puedo ir—after mis lágrimas me habían delatado. Y entonces, ya que estaba jodida, no podía dar marcha atrás. No se puede pasar dos veces por el mismo río. Estas eran nuevas aguas. Y saladas. Al cabo de diez minutos se presentó en un taxi, me vio bajando una bocacalle. Y desde la ventana me gritó:

— Hija de la gran puta, móntate aquí.

Llamarme a mí hija de la gran puta cuando el hijo de la gran chingada era él. Jabalí era ilegítimo. Ser ilegítimo es igual de legítimo que ser legítimo. Pero como yo sabía que éste era su talón de Aquiles, por ahí mismo le tiré el dardo.

— No me monto, bastardo. Si yo soy una hija de la gran puta, tú eres un bastardo, un puro bastardo. No le das importancia a las hormigas que te pican por dentro. Soy yo, tesoro, tu amor.

— Créeme, eres difícil.

— Yo no tengo la culpa. Son las voces.

— Eso dicen los locos. No fui yo la que hablé. Fueron los demonios que tenía en la cabeza.

— Fue esa razón para que Jabalí me dejara. No vio la diferencia entre la fantasía y la realidad.

— Te odio.

— Si me odias me voy.

El que odia es otra voz. Déjala ser dramática. Déjala odiar. Para llegar al tono del amor tiene que pasar por el tono del odio. Son estados naturales, pero siempre hay una puerta detrás de estos estados naturales, y alguien la está tocando. Soy yo. Coño. Tú sabes quién soy yo. No actúes ahora como si yo fuera un desconocido. Soy yo. Tú sabes quién soy yo. Y vengo a matarte. También, cierto, los asesinos, tienen su realidad. Pero no estoy justificando el acto, sino la fantasía. He cambiado. Pero soy la misma persona. Ábrela. Entiéndeme. Quiéreme. Ya es la hora de que todas las puertas de la incomprensión se abran, y escuchen el canto de las sirenas.

— That’s a low blow. You shouldn’t have gone there.

— No le llamé bastardo in the literal sense of the word—ilegítimo, sin padre—not in that sense, sino bastardo in this sense of hija de la gran puta, bastardo que le dolió por el culo y por el nacimiento que le dio su madre, la gran chingada.

— Well, that’s okay.

— No quería que fuera ésta nuestra última despedida. Pero no lo fue. Todavía a veces se me presenta en un sueño recurrente un murciélago bajando desde lo alto del cielo, es angustioso verlo bajar, tan tenebroso y lento en su vuelo, lo hace para anunciarme su visita. Entonces entra Jabalí as a wild boar, dirty, con sus pezuñas revolcando el lodo, como si hubiera tenido que recorrer todo un desierto, y enfangado, llega a tu casa rebufando. Yo casi no entiendo sus rebudios.

— Prff-prrff-prrff. Te vengo a buscar. Prff-prrff-prrff.

Yo me monto en su lomo, y el bastardo comienza a relinchar, yo no soy buen jinete, y él sigue, rebufando, relinchando, corre conmigo por el pasillo para abajo, yo sigo agarrándome de sus crines, de sus estribos, de sus colmillos, y cruzando por Texas, New Mexico, Arizona, el muy puerco, puerco, me deja tirada en las dunas del desierto. Yo me levanto con aspavientos, y sin poder respirar.

— Well believe me, if Jabi comes back and tú te montas en su lomo, bueno que te pase por hacerle caso a sus rebudios. You can shrivel up in the Waste Land where he dumped you. Yes, I know your tactics. My house, ah, te quería llevar de mi casa. First, ha, I overstayed my welcome in your house, and now all of a sudden, it’s my house when you want me to rescue you from the desert dunes. The boar breaks into my private property to rape my little pussydog. How did you know it was him? ¿Tenía su cara, su voz o qué?

— Por qué iba a tener su cara. Era un puerco, un verdadero puerco. We’ve called him Jabalí so many times that he became a boar. I don’t even mention his name anymore. Why should I? He is a pig.

–¿Cuál es peor: la muerte del amado o el desdén amoroso?

— Que me dejara — y se quedara vivo. Imperdonable. Que me dejara y se muriera — an improvement. But to leave me cold blooded is to kill me. Si el killer had killed himself as well, it wouldn’t be so bad. Pero no se murió. Siguió vivo, free to kill again.

— La muerte del amado siempre es peor porque all hope of reconciliation is gone.

— Sí, pero el muerto se sublimiza, se pone en un pedestal. Mientras que cuando te dejan, aunque sigues sintiendo el amor, no lo puedes sublimizar. ¿Cómo puede ser que esa persona fuera mi amante? Me engañó. I woke up from one reality into another and became a stranger to myself and to others. Pasaron más de diez años, pasaron. Pasarán más de diez años, pasarán, así que pasen siete años. Pasaron siete y los diez. Y yo me seguía diciendo en voz baja: cuándo volverá Jabalí. Y si alguien hubiera visto detrás de mis ojos, infinitamente repetidas y duplicadas, se repetían las escenas y las mitologías en que mi memoria sacaba de contexto el hecho de que Jabalí me había pegado cuernos. Este verano fui a una exhibición de pinturas. Me asomé por las puertas giradoras, lo vi, estaba ahí, enterito. Mi corazón empezó a palpitar, al ritmo en que se me encendían las mejillas, y una sonrisa se me abría, no, los que se me despegaban, descarnosos, eran mis labios.

— Lo saludo o no lo saludo. Vírale la cara. No le vires la cara. Sí, hazlo.

Pasaron más de diez años, pasaron. Entro por la giradora de cristal y Jabalí me mira, estaba a punto de saludarme como un viejo amigo que se acaba de enterar de la tragedia, serio, compasivo, tenía que demostrar que sentía mucho el pésame de la muerte de mi hermano. Le miré a los ojos, reconociéndolo, y al reconocerlo, le di el virón de cara más virada, un desconocido.

— Como si no existiera, como si no existiera, como si nunca hubiera nacido, ignóralo como hizo su padre. Y como él me hizo a mí.

Se le metió una pajita en el ojo, y parpadeó—tanto amor, tanto tiempo. Movió la lengua, tragó en seco. Sonó la sequedad en el tímpano de mi oreja. Tocaban un bolero. Yo rebufaba y él rebudiaba — un rebudio de Jabalí—leche condensada — y agua que no desemboca. Al acercármele tan cerca y tan cerca, en vez de pegármele, y hablarle, miré a través de la distancia que nos separaba, y tragando en seco, miré de lado, atravesé su cuerpo — la aparición de mis quimeras—él sabía que todavía le quería, pero qué podía hacer ahora que tanto tiempo había pasado, y que tanta mentira me había acuchillado, excepto mirarlo por delante de la distancia y acuchillarlo con el silencio:

— Todavía te amo y te amaré toda la vida—labios que sellan el silencio sin tocar la saliva de sus otros labios—tanto me diste, mi amor, tanto me engañaste, tanto me enseñaste — todavía guardo la forma en que me hacías la muerte y el orgasmo, tan suave, corriéndote por los vellos alados de mis muslos, y cuando me lo clavabas por detrás, yo me convertía en una rana, y no croaba, arañaba, mordía, sentía que me corría por todo el bolero de mi orgía. Bolero, sí, bolero, mi amor. Atravesé tus ojos, y seguí andando, como si tú ya no existieras, aunque dentro de mí existías en toda la existencia que sentía palpitar dentro de mí, un relámpago, un trueno y una estrella. Después ni caso que te hice ni me hiciste. La distancia rezagada y el respeto secreto se retrasan, pero nunca morirán, qué pena.