— You wish you were a woman like me.
— I would love to be a woman, but not like you. I would have been a mother. Remember, the fact that the institutions recognize you, doubt of yourself, start running. El premio de traducción te dio la publicación.
— It was the merit of the work.
— Merit is never recognized until it is too late.
— A romantic notion for unknowns to cling to. Many writers, the majority, have been recognized. Joyce, Ibsen, I don’t have to name them.
— I guarantee you, a poem published in my journal will give you more recognition than all your books published in Spain.
— I don’t need your favors. Who are you. Am I like you. Would you see me like I am.
— You would have been a better — a much better mother. I could have been a Dostoevsky, a Schopenhauer, instead I am an Uncle Vanya.
— Poetry is the art of losers. The people who win are losers. The more you lose, the more you can win.
— That’s not original. Original was the original sin. After that we have all been losing terrain. Rapidly.
— I’m nobody, and you are nobody too.
— But I’m not just anybody, cualquiera no es nadie, ya quisiera cualquiera ser alguien como lo es nadie. Nadie ocupa el lugar de alguien. Y quita a cualquiera del trono de Nadie. Entiéndeme. Something is rotten in the state of the arts. Las masas están en decadencia — y eso no hay quien me lo quite de la cabeza. Cuando de las masas surgen las revoluciones, las masas están en su apogeo. Cuánto añoro a Danton, a Napoleón, a Juana de Arco — que se levante un negro — y que me revolucione los cuernos y las faldas. Que me haga mejor de lo que soy. Eso es lo que quiero ser, un Don Quijote de la Mancha, un loco que surge de un manso y un bueno. De ahí mismo nace la salud del pueblo. Coño. Y es importante entender lo que significa el gusto.
— La calidad de vida surge del gusto.
— Hasta el mal gusto surge del gusto.
— Es un principio de organización. De quién en el mundo belongs together, and how we recognize each other. Pero dale lo mejor a la gente, desarrolla su gusto, enseña al pueblo a pensar, del pensamiento de un pueblo surgen los grandes pensamientos. Y los grandes hombres surgen del pensamiento de un hombre.
— Surgen de sus anhelos.
— Anhela como anhelo yo, y créeme, llegarás mucho más lejos que yo.
–¿A dónde has llegado tú?
— Al anhelo más grande. A anhelar el hambre, como la boca de un ratón, y conformarme con el queso que me apesta la boca. Quiero decir, que me lo como todo.
— Pero dime. Qué vas a hacer ahora.
— Voy a esperar que llegue mi libertad. Me va a caer como el maná del cielo. Voy a hacer tu vida tan y tan imposible. Con guerrillas anárquicas — aquí y allá. Hasta que me des mi independencia.
— Who is the stronger? The bamboo that bends in the gale or the elm that won’t.
— The one that won’t — no matter what — eso es tener dignidad.
–¿Qué es la dignidad?
— La medida de la libertad.
— Quiero decir, quién es más fuerte, la isla que se vende y come bien, o la que se mantiene erecta, y se muere de hambre y de soledad.
–¿Cuál es más libre?
— Ninguna de las dos es libre. Todo pertenece. Soledad te acompaña, viajero. Pero como decía Don Antonio Machado, donde hay vino, bebe vino, y si no hay vino, chico, qué te cuesta, tómate el agua fresca.
–Éste es el único que me trajiste.
— Tú me pediste el de la menstruación.
— Algo más largo. Necesito más cosas. Todo lo que me leíste el otro día. Este está lleno de inglés. Quiero más español. Claro, la mezcla de lenguas es un problema de tu clase social. Yo no tengo ese problema. Tú discutes en inglés la parte filosófica, y le dejas al español la expresión de tus sentimientos. Van a asociarlo con el estereotipo que tienen del hispano — todo sexo como Almodóvar, todo tango — y las especulaciones cerebrales e intelectuales las llevas a cabo en la lengua anglosajona. ¡Qué insulto para la hispanidad!
— Pero Cenci, tú sólo me pediste el fragmento de la menstruación.
— Pero es que no quiero que después vayan a decir que yo te publico por amistad.
–¿Quiénes?
— Olmo-Olmo.
–¿Y a ti te preocupa lo que diga el sofista?
— No, pero hace daño. El otro día, le dio contigo.
— Déjala en paz, por Dios—le dije.
— Está quemada. ¿Qué importancia tiene hablar de un gargajo, o de una cáscara, o de un moco, o de una pestaña, o de una lágrima? ¿Por qué no habla de temas que cambian la condición humana? Es un derroche de talento hablar de desperdicios humanos. ¿Qué quiere probar?
— Algún asalto nos tendrá preparado.
— Se cree que todo es diálogos. Debería hacer ejercicios de descripción. Tomar, por ejemplo, una cara, y describirla. Porque se va del tema.
— Y los personajes tuyos se te escapan.
— Es una alegoría de los perdidos. Tú sabes lo que me hizo un muerto, me copió mi técnica de narrar cuentos.
— Esquizo-realismo.
— Mi escuela no se llamaba esquizo-realismo. Se llamaba Taller del Cuento.
— Esquizo-realismo.
— Dale con esquizo-realismo.
— Es que me parece más original. Lo único que no me gusta es la alusión a la psicología.
— Olvídate, el muerto me robó mi técnica de narrar cuentos. Surgía una voz grave, en medio de un agudo, y entonces respondía un pito lejano, con una flauta torpe que no sabía lo que hacía. El muerto no estaba muerto, pero se iba a morir, y yo no quería acusarlo de plagio.
— Y qué le dijiste.
— Nada, lo dejé pasar. Después de todo, se iba a morir. Y yo iba a seguir escribiendo. Aquí tachaste algo.
— Porque ya te lo dije. Una cosa es publicar mi libro como libro. Y otra este fragmento.
–¿Qué decía aquí?
— Hoy me levanto alegre. Pasó algo anoche que me transformó. Pensé que estaba de más para publicarlo como fragmento. The dream really starts with Era una clase. Jabalí la enseñaba. Yo estaba sentada en un pupitre en la primera fila. Todos los estudiantes eran niños de preschool. Yo era la mayor. Tenía la menstruación, y estaba conciente de que menstruaba. Mi uniforme era un largo camisón de chifón que me cubría las rodillas, y se inflaba cuando le daba el viento. Tenía bobby socks y unos mocasines. El pelo corto a lo Audrey Hepburn. Yo estaba tomando un examen sobre Rubén Darío. Jabalí se me acercó para leer mi examen, y me susurró al oído:
— El Niño. El Niño.
—¿Qué con “El Niño”?
— No hables de teorías. Firma el Niño en el examen. Con eso basta. No importa lo que escribas, el Niño tiene una A definitiva. No escribas tu nombre. El Niño es inolvidable. Al Niño sí que tengo que escribirle una carta de recomendación para Yale.
En eso sonó una campana, y se levantaron los estudiantes. Yo no me atreví a levantarme. Y te hice una señal para que vieras si mi camisón estaba manchado de sangre porque el Kotex se me había trepado por el culo.
— Se me nota. Parece un bollo de pan.
— No, está bien.
Pero yo sabía que se me notaba. En eso sonó otra campana, y volvimos a sentarnos. Entonces un niño de unos tres años con cara traviesa, se me trepó en la falda, agarrando mis senos, dándome de nuevo tres años, tres años, tres traviesos y ojerosos años. Y no me dejaba ver nada porque no había nada que no tropezara con su carita de asombro, y mis tetas, guanábanas, las estaba exprimiendo, pero lo que hacía era quitármelo todo, todo lo que sabía estaba contenido en las manos que exprimían mis tetas y el niño me miraba sonriéndose, era obsesionante, como uno de esos muñecos de ventrílocuo, y me hizo penetrar en su mundo. Yo estaba subiendo una montaña, y habían unos pedregones y unos peñascos, y yo estaba siguiendo al niño descalzo hasta arriba en un camino recto. Desde abajo, su madre le gritó que ya era tiempo de descansar. Al oír su voz me di cuenta de que era Lourdes, la esposa de Eduardo, mi primo.