—Ya podrían haberme contado algo de todo esto —murmuró Ziller, negando con la cabeza. Kabe se guardó de comentar que el compositor lo hubiera averiguado todo con relativa facilidad si se hubiera molestado en intentarlo. Ziller dio unos golpecitos a su pipa—. Bien, esperemos que no sufra de desesperación.
—El dron E. H. Tersono está aquí —anunció la casa.
—Ah. Perfecto.
—Justo a tiempo.
—Que pase.
El dron entró flotando por el balcón, reflejando la luz del sol sobre su piel de porcelana rosada y su armazón de petrelumen azul.
—He visto que el balcón estaba abierto. Espero que no les importe.
—En absoluto.
—Escuchando detrás de la puerta, ¿eh? —preguntó Ziller.
El dron se aposentó con delicadeza sobre una silla.
—Estimado Ziller, por supuesto que no. ¿Por qué lo pregunta? ¿Acaso estaban hablando de mí?
—No.
—Bien, Tersono —intervino Kabe—, eres muy amable al visitarnos. Comprendo que debemos ese honor a que traes noticias frescas sobre nuestro enviado.
—Sí. Me han revelado la identidad del emisario de Chel que vamos a recibir —repuso el dron—. Su nombre completo es, y cito textualmente, comandante Tibilo Quilan IV 47° Otoño de Itirewein Llamado-a-Armas-de-Entregados, Orden de Sheracht.
—¡Cielo santo! —dijo Kabe, mirando a Ziller—. Sus nombres completos son aún más largos que los de la Cultura.
—Sí. Un rasgo simpático, ¿verdad? —contestó Ziller. Miró al interior de su pipa, con el ceño fruncido—. Entonces, nuestro emisario es un sacerdote militar. Un rico intermediario, descendiente de una de las familias soberanas, que encontró sentido a su vida alistándose en el Ejército, o a quien arrastraron allí para quitarlo de en medio, y luego encontró la fe, o le pareció políticamente correcto encontrarla. De padres tradicionalistas. Y, seguramente, viudo.
—¿Lo conoce? —preguntó Kabe.
—En realidad, sí. De hace mucho tiempo. Fuimos juntos a la escuela de pequeños. Éramos amigos, supongo, aunque no especialmente íntimos. Perdimos el contacto. Y no he sabido nada de él desde entonces. —Ziller inspeccionó su pipa, con expresión de querer encenderla de nuevo. Pero, en lugar de eso, la volvió a guardar en el bolsillo de su chaleco—. Pero aunque no nos hubiéramos conocido tiempo atrás, el resto de su embrollado nombre revela casi todo lo que hace falta saber. Los nombres completos de la Cultura actúan como direcciones; los nuestros, como historias envasadas. Y, por supuesto, revelan si hay que efectuar una reverencia o merecerla. Nuestro comandante Quilan esperará, con toda seguridad, que nos inclinemos ante él.
—Puede que le haga un flaco favor —dijo Tersono—. Tengo una biografía completa que podría interesarle…
—En realidad, no me interesa —repuso Ziller tajantemente, volviéndose a mirar un cuadro que colgaba de una pared. En él, se mostraban antiguos homomdanos que cabalgaban sobre enormes criaturas de grandes colmillos, ondeando banderas y blandiendo lanzas con aire heroico.
—A mí me gustaría echarle un vistazo después —dijo Kabe.
—Por supuesto.
—Entonces, ¿cuánto tardará en llegar? ¿Veinticuatro o veinticinco días?
—Aproximadamente.
—Espero que esté disfrutando del viaje —concluyó Ziller, con una voz extraña, casi infantil. Escupió sobre sus manos y alisó el revuelto pelaje de sus antebrazos, dejando a la vista las zarpas al hacerlo; sus uñas eran negras y curvadas, del tamaño de un dedo meñique humano, que brillaban bajo la luz solar como cuchillas de obsidiana.
El dron de la Cultura y el homomdano cruzaron una mirada. Kabe bajó la cabeza.
6
LA RESISTENCIA FORTALECE EL CARÁCTER
Quilan no dejaba de hacerse preguntas sobre los nombres de las naves. Tal vez se trataba de alguna elaborada broma para enviarlo al inicio del último tramo de su viaje, a bordo de una nave unitemporal, una Unidad de Ofensiva Rápida de la clase Gángster, a la que habían desmilitarizado para convertirla en un Piquete muy veloz, cuyo nombre era La resistencia fortalece el carácter.. Era un nombre humorístico, aunque mordaz. La mayor parte de los nombres de sus naves eran de ese estilo, incluso más guasones.
La flota chelgriana tenía denominaciones románticas, útiles o poéticas, pero en la Cultura —aunque tenía algunas naves con nombres de similar naturaleza—, solían recurrir a apelativos irónicos, minuciosamente oscuros, presuntamente divertidos o francamente absurdos. Quizá aquello se debía en parte a que tenían una infinidad de naves. Quizá reflejaba el hecho de que sus naves eran sus propios capitanes y escogían sus propios nombres.
Lo primero que hizo al subir a bordo del buque, al adentrarse en un pequeño vestíbulo con el suelo cubierto de madera pulida y bordeado por plantas azules y verdes, fue respirar hondo.
—Huele como… —empezó.
~ … en casa —terminó la voz en su cabeza.
—Sí. —Quilan tomó aire y experimentó una sensación extraña aunque agradable, entre la debilitación y la tristeza. De pronto, se acordó de la infancia.
~ Cuidado, hijo.
—Comandante Quilan, bienvenido a bordo —lo saludó una voz de procedencia incierta—. He incorporado una fragancia al ambiente que podría proporcionarle reminiscencias de la atmósfera del Lago Itir, en Chel, durante la primavera. ¿Le resulta agradable?
—Sí. Sí, por supuesto —asintió Quilan.
—Bien. Sus dependencias se encuentran justo al frente. Espero que se sienta como en casa.
El comandante esperaba un camarote pequeño como el que le habían asignado en la unidad Valor de incordio, pero recibió una agradable sorpresa al ver que el interior de La resistencia fortalece el carácter, había sido reformado para alojar cómodamente a unas doce personas, al contrario que los habituales camarotes estrechos que albergaban a la misma cifra cuadruplicada.
La nave no tenía tripulación y prefirió no utilizar avatares o drones para comunicarse. Se limitaba a dirigirse a Quilan directamente, y llevaba a cabo las mundanas tareas del hogar creando campos internos de manipulación, mediante los cuales parecía que las ropas, por ejemplo, flotaban en el aire, se lavaban de alguna forma, se doblaban y se guardaban por sí solas.
~ Es como vivir en una puta casa encantada —dijo Huyler.
~ Menos mal que ninguno de los dos es supersticioso.
~ Pero piensa que eso significa que te está escuchando todo el tiempo. Te espía.
~ Eso podría interpretarse como una forma de honestidad.
~ O de arrogancia. Estas cosas no eligen sus nombres por casualidad.