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"En otras palabras, todo el mundo sabrá que estamos aquí," dijo John. "Spencer incluido."

"Si ha venido," dijo Emma pensativamente. "Dudo que haya sido invitado. "

"Es bastante fácil colarse en una fiesta tan grande." Dijo Dunford. "Yo mismo lo he hecho unas cuantas veces."

Emma lo miró extrañada antes de preguntar, "¿Qué hacemos ahora? "

"Supongo que mezclarnos con la multitud," contestó Belle. "Pero deberíamos tratar de permanecer cerca unos de otros. Quizás alguien tenga necesidad de ayuda."

Belle miró alrededor. Lady Tumbley se había superado a si misma este año, y el baile relucía con las velas, las joyas, y las sonrisas. El salón de baile era uno de los más característicos de Londres, con una galería en el primer piso que lo rodeaba por completo. Belle siempre había pensado que los hijos de los Tumbley debían haber pasado innumerables noches escondidos allá arriba, espiando a las elegantes parejas que danzaban allí abajo. Belle suspiró para sus adentros, rezando para que ella y John pudieran escapar de la velada sin haber sufrido daño, de modo que, algún día, sus hijos pudieran comportarse de un modo similar.

* * *

Durante la siguiente hora y media, el quinteto desempeñó su papel de inocente invitado. Belle y John no sufrieron escasez de compañía, la mayor parte de la cual no se molestó en esconder su insaciable curiosidad sobre John y su precipitado matrimonio. Alex y Emma permanecieron cerca, de pie; su mera presencia dejaba constancia de su aprobación al enlace. Pero lo más importante, vigilaban la aparición de Spencer mientras John y Belle lidiaban con la conversación social. Dunford actuó como espía itinerante, moviéndose alrededor del salón de baile y controlando las entradas y salidas.

Después de casi dos horas, Caroline, Henry y Persephone llegaron finalmente e inmediatamente se dirigieron junto a Belle y John.

"¡No vais a creer lo que nos ha pasado!" exclamó Caroline.

"¿Un accidente de carruaje? " inquirió John, desapasionadamente.

"¿Cómo lo has sabido? "

"¿Habéis sufrido un accidente?” preguntó Belle, horrorizada.

"Bueno, nada peligroso. La rueda izquierda trasera se salió del eje, y volcamos parcialmente hacia un lado. Un poco incómodo, pero nadie salió herido. Aunque, por supuesto, tuvimos que regresar a casa para cambiarnos, y por lo tanto llegamos sumamente tarde." Caroline parpadeó un par de veces cuando se percató del vestido ligeramente arrugado de su hija. "Humm, ese vestido no significa que esté de moda el terciopelo arrugado, ¿verdad? "

"También hemos sido víctimas de un desafortunado accidente de carruaje," dijo John.

"¡Qué casualidad!" exclamó Persephone, y luego se marchó en dirección a una mesa cargada de refrigerios.

"Eso es raro," manifestó lord Worth. "Muy raro."

"En efecto." El rostro de John se había ensombrecido.

Dunford apareció a su lado. "Buenas noches, lady Worth, lord Worth. Debo decir que esperaba verlos antes. Er, Blackwood, si puedo tener unas palabras a solas contigo."

John se excusó y se reunió con Dunford unos metros más lejos. "¿Qué ha pasado? "

"Está aquí. Y parece furioso. Entró por la puerta lateral hace unos minutos. Mi suposición es que no ha sido invitado. Eso, o que no quiere que el mayordomo lo anuncie con su nombre. Pero viste de etiqueta. Nadie lo mirará dos veces. Se confunde perfectamente con la multitud."

John asintió de modo cortante. "Va a intentar algo."

"Necesitamos un plan."

"No podemos hacer nada hasta que él haga el primer movimiento."

"Estate alerta."

"Lo estaré. Oh, ¿y Dunford? Vigila a Belle, ¿quieres?" John tragó con dificultad y buscó en su mente las palabras correctas. "Me resultaría muy penoso si algo le pasara. "

Los labios de Dunford esbozaron una diminuta sonrisa y asintió. "Te vigilaré a ti, también. Resultaría muy penoso para ella si algo te pasara a ti."

John lo miró fijamente a los ojos. No se conocían el uno al otro demasiado bien aún, pero ambos se sintieron vinculados por sus respectivos sentimientos hacia Belle, Dunford como su amigo de muchos años y John como su apasionadamente devoto marido.

John volvió junto a Belle y sus parientes políticos, quienes estaban ocupados saludando a una corpulenta pareja que se había acercado a ofrecer sus felicitaciones ante la reciente boda, expresando su pesar por no haber podido asistir a la ceremonia. John escuchó el final de la conversación, y tuvo que morderse el labio para evitar reírse cuando vio que Belle apretaba los dientes, obviamente intentando con todas sus fuerzas no señalar que no les habían invitado. Sus ojos se iluminaron cuando lo vio de regreso.

"Nuestro amigo ha llegado," dijo él, en voz baja.

"Oh, ¿quién es? " preguntó Caroline.

"Es solo un conocido de John del ejército," improvisó Belle, consolándose en cierto modo con el hecho de que no mentía exactamente.

"Entonces deberíais ir a buscarlo."

"Oh, creo que él nos encontrará," dijo John maliciosamente.

La atención de Caroline se vio entonces capturada por un amigo a quien no había visto desde que había regresado de Italia, y Belle se giró rápidamente hacia John y le preguntó, "¿Qué vamos a hacer ahora?”

"Nada. Permanecer atentos."

Belle suspiró y apretó los labios. No se sentía especialmente paciente. "¿Se lo has dicho a Alex y Emma? "

"Lo ha hecho Dunford."

"¿Entonces nos vamos a limitar a quedarnos aquí como borregos mientras él traza sus infames planes? "

"Algo así."

Belle hizo una mueca y un extraño sonido surgió de su boca.

John la miró asombrado. "¿Acabas de gruñir? "

"Es posible."

"Santo Dios, debemos librarnos pronto de Spencer, o mi esposa se va a convertir en un animal."

"En uno particularmente feroz, además, si de mi depende." Belle suspiró y miró alrededor del salón de baile. "¡John! ¿No es ése de allí? " Señaló discretamente hacia un hombre rubio que tomaba a sorbos una copa de champán. John siguió su mirada y asintió con sequedad, sin apartar los ojos ni un instante de Spencer. En ese momento, el canalla, alzó la vista de su copa, y sus ojos se encontraron. John sintió que un escalofrío recorría su cuerpo, y de repente estuvo más convencido que nunca de que la salida de aquella noche había sido una mala idea. Tenía que alejar a Belle de allí. Tenía que tratar con Spencer a su manera.

"¡Se dirige hacia nosotros!" susurró Belle.

Los ojos de John se entrecerraron. Spencer había dejado su copa sobre una mesa cercana y caminaba hacia ellos a través del salón de baile. Se percató de que ya no lo miraba a él; tenía la vista clavada en Belle. La furia y el miedo se rugían a través de su cuerpo, y su mano se cerró convulsivamente alrededor de la de ella.

"Buenas noches, Lord Blackwood, Lady Blackwood," dijo Spencer en tono burlón.

"¿Qué demonios quieres? " estalló John. Necesitó de todo su autodominio para no lanzarse allí mismo sobre Spencer y apretar sus manos alrededor de su garganta.

"Vamos, vamos, Blackwood, ¿a qué viene tanta animosidad? Solo he venido a saludaros a ti y a tu esposa. Es lo que se acostumbra en estos acontecimientos, ¿no? Aunque, por supuesto, mi memoria puede haberme jugado una mala pasada. Ha pasado mucho tiempo desde que asistí a un baile en Londres. He estado fuera del país, como sabes, durante un largo período de tiempo."

"¿Y?"

"Hace ya mucho desde la última vez que bailé. Esperaba que lady Blackwood me hiciera el honor de concederme un baile."

John, de un tirón, acercó a Belle aún más a él. "Ni hablar."

"Eso es algo que debe decidir la dama,¿no crees? "

Belle tragó, tratando de aliviar su garganta, que, repentinamente, se había quedado bastante seca.

"Su invitación es de lo más amable, señor Spencer," logró decir. "Pero me temo que he decidido no bailar esta noche. "

"¿De verdad? Qué raro." Los ojos azules de Spencer brillaban como plata, de pura malicia.