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"John, ¿cómo puedes bromear sobre esto? " clamó Belle. "¡Es mi madre!"

"Lo siento, amor," dijo él, dándole un consolador apretón de manos. "Dunford, ¿a dónde fueron? "

"Seguidme."

Los condujo por el exterior, hacia una puerta lateral y entraron a un vestíbulo oscuro, donde Alex y Emma los esperaban.

"¿Sabes por qué puerta entró?" susurró John.

Alex sacudió la cabeza. "Emma", dijo. "Quiero que tú y Belle regreséis al salón de baile."

"¡Me niego! " fue la acalorada respuesta.

Los tres hombres se giraron al unísono para mirar a Belle.

"¡Mi madre está en peligro!" arguyó con pasión. "Como si fuera a abandonarla ahora."

"Bien," suspiró Alex, comprendiendo que una orden directa era una perdida de tiempo. "¡Pero permaneced atrás! "

Ambas mujeres asintieron, y el quinteto cruzó el vestíbulo, asomándose a todas las habitaciones a su paso y teniendo cuidado al entreabrir las puertas para que chirriaran lo menos posible.

Finalmente llegaron a una cuya puerta estaba parcialmente abierta. John iba a la cabeza del grupo e inmediatamente reconoció la voz de Spencer. Se giró y se llevó el índice a los labios, avisando a todos para que guardaran silencio. Los tres hombres sacaron sus armas sin un ruido.

"Es usted un estúpido," oyeron decir desdeñosamente a Caroline. "¿Qué espera conseguir con esto? "

"Cálmese."

"No me calmaré. " fue la imperiosa respuesta. "Me ha arrastrado desde la fiesta a un cuarto desierto y me ha apuntado con un arma, que solo puedo conjeturar que está cargada, ¿y espera que permanezca calmada? Usted carece del menor atisbo de inteligencia, mi querido señor, y… "

"¡He dicho que se calle! "

"Hmmph."

Belle se mordió el labio. Había oído ese tono antes. Si no se sintiera tan aterrorizada esto podría haber sido divertido.

John, Alex, y Dunford intercambiaron miradas. Si no se movían pronto, alguien resultaría muerto, aunque no estaban completamente seguros de que la víctima fuera a ser Caroline. John alzó la mano y silenciosamente contó con los dedos. Uno. Dos.

¡Tres! Los hombres irrumpieron en la habitación y se desplegaron a lo largo de la pared, sus pistolas apuntando a Spencer.

"Te ha llevado bastante tiempo," se mofó él. Agarraba el brazo de Caroline en un doloroso apretón, y su arma estaba presionada contra su sien.

"Su actitud es de lo más desagradable," se mofó ella. "No le favore…

"Mamá, por favor," suplicó Belle, entrando por la puerta. "No lo provoques."

"Ahhh," dijo Spencer, con aprobación. "Has traído a las señoras. Qué delicia. "

Belle no podía ver la cara de John, pero por el modo en que tensaba sus hombros, adivinó que estaba furioso con ella por no permanecer fuera, en el pasillo. "Suelte a mi madre," le dijo a Spencer. "Ella no le ha hecho nada."

"Lo haría, si usted quisiera intercambiar el sitio con ella. "

Belle dio un paso adelante, pero el brazo de John se extendió frente a ella como una barrera de acero. "No, Belle."

"Belle, no seas tonta," dijo Caroline. "Puedo manejar a nuestro descerebrado amigo aquí presente."

"¡Ya es suficiente!" exploto Spencer. Y abofeteó a Caroline en ambas mejillas.

Belle soltó un pequeño grito de consternación y, esquivando el brazo de John, se adelantó. "¡Déjela en paz! "

El brazo de Spencer salió disparado y se enroscó alrededor de la cintura de Belle, apretándola contra él. Su estómago dio un vuelco de consternación, pero se tragó su miedo y dijo, "Ahora suelte a mi madre."

Con un salvaje empujón, Spencer apartó a Caroline de él y ella cayó al suelo. Abrió la boca para reprenderlo mordazmente, pero contuvo su lengua, no sintiéndose tan valiente ahora que él tenía a su única hija en su poder.

En ese momento, John perdió la capacidad de respirar. Se sintió como si la mano de Spencer se hubiera colado por su garganta y se cerrara alrededor de su tráquea. Belle estaba de pie al lado de él, tratando de parecer valiente, pero John podía ver el miedo y aborrecimiento en sus ojos. Bajó su arma, alzó las manos, y dio un paso adelante. "Suéltala, Spencer. Es a mi a quién quieres."

Spencer acarició la mejilla de Belle con el dorso de la mano. "Tal vez he cambiado de opinión."

El control de John se quebró, y habría saltado sobre él en ese mismo momento si Alex no hubiera extendido una mano y lo hubiera agarrado de la espalda de su chaqueta. "He dicho que la sueltes," repitió John, mientras todo su cuerpo temblaba de furia.

La mano de Spencer se deslizó sobre el trasero de Belle y le dio un pequeño apretón. "Me lo tengo que pensar."

Belle hizo una mueca, pero aparte de ello se mantuvo lo más silenciosa posible. La vida de John pendía de un hilo, y si estaba en su mano el salvarlo dejando a este hombre tomarse algunas libertades con ella, se juró que podría tomarse todas las que quisiera. Solamente rezó para que no intentara nada más íntimo. La bilis le subía ya por la garganta.

El cuerpo de John estaba tenso de rabia. "Por última vez, Spencer, suéltala o yo… "

"¿Tú, que?" contestó Spencer en tono burlón. "¿Qué puedes hacer? Tengo un arma y tú no. Además, tengo a tu esposa." Soltó una risa macabra. "Y tú no."

"No te olvides de nosotros," intervino Dunford, arrastrando las palabras y señalando con la cabeza hacia Alex. Sus pistolas seguían apuntando al pecho de Spencer.

Spencer pasó la vista entre sus adversarios y se rió. "No puedo creer que ninguno de ustedes hiciera algo tan necio como dispararme mientras estoy apuntando con un arma cargada a la encantadora lady Blackwood. De todos modos, ella no es, después de todo, el objetivo principal de mi llegada aquí, y temo que tendré que canjearla. ¿Blackwood? "

John avanzó otro paso. "Suéltala."

"Aún no." Spencer se arrancó su pañuelo del cuello y se lo dio a Belle. "Atele las manos detrás de la espalda."

"¿Qué? No puede querer decir… "

"¡Hágalo!" Levantó su arma y la apuntó a la frente de John. "Yo no puedo atarlo y apuntarle al mismo tiempo."

"Oh, John," gimió Belle.

"Haz lo que te ha dicho," dijo John. Podía sentir tras de él a Alex y Dunford tensando los músculos, preparándose para saltar a la acción.

"No puedo." Las lágrimas hacían que le escocieran los ojos. "Simplemente no puedo."

"Atele las manos," le advirtió Spencer, "o por Dios que le pegaré un tiro cuando cuente hasta tres."

"¿Puedo atárselas delante? Parece tan bárbaro… "

"Por Dios, átelas como mejor le parezca. Simplemente apriete fuerte y haga un buen nudo."

Con manos temblorosas, Belle puso la corbata alrededor de las muñecas de John, tratando de atarlo tan flojamente como le fue posible sin levantar las sospechas de Spencer.

"Retrocede," le ordenó él.

Belle se alejó un paso de John.

"Más lejos."

"¿Qué va a hacerle? " le exigió.

"¿Es que todavía no ha entendido de qué va esto? "

"Señor Spencer, se lo ruego."

Él la ignoró. "Gírate, Blackwood. Vamos a hacerle un agujero a la parte de atrás de tu cabeza."

Las piernas de Belle se debilitaron, y habría caído al suelo si no hubiera chocado contra el extremo de una mesa. Por el rabillo del ojo, vio a Dunford quien, despacio, avanzaba poco a poco, pero ella tenía pocas esperanzas de que fuera capaz de salvarlo. Spencer podría ver cada uno de sus movimientos, y no habría ningún modo de sorprenderlo. Para cuando Dunford lo hubiera derribado, el tiro fatal ya habría sido disparado. Además, el cuarto estaba profusamente amueblado; parecía como si los Tumbleys hubieran embutido todos sus sillones, sofás, y mesas en él. Dunford tendría que saltar por encima de dos sillas y una mesita si quería tomar la ruta más directa.

"¡Usted!" ladró Spencer, con un gesto de la cabeza hacia Belle, sin llegar realmente a mirarla. "Retroceda más. Estoy seguro que se muere de ganas de jugar a ser una heroína, pero no tendré la sangre de una dama sobre mi conciencia."