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De hecho, para ser absolutamente precisos, el CalTech lo llevó de vuelta a China Lake, puesto que, como le gustaba contar a la gente, había estado allí antes de que nadie supiera que existía ese lugar, trabajando con su padre, que había realizado una poco entusiasta búsqueda de la Mina Perdida de Gunsight, que según afirmaban algunos se hallaba en Coso Hills. Llegó incluso a encontrar un poco de mercurio y a delimitar su propiedad, que la Marina compró más tarde a Tannis, tras la muerte de su padre. Pero eso fue años más tarde. En el CalTech, desde luego, nunca se le hubiera ocurrido que su historia personal y la más amplia historia del mundo fueran a converger. Sus objetivos eran meramente personales, aunque incluso esta afirmación resulta acaso demasiado precisa, pues su idea del éxito era por completo abstracta. Sus notas, en ese sentido, fueron una buena aproximación. Como estudiante más joven del centro (debió ser al menos uno de los más jóvenes) tuvo que esforzarse para mantenerse a la altura y no dispuso de tiempo para pensar en la guerra que se desarrollaba en Europa. Sin duda apenas oyó hablar del Consejo para la Cooperación en la Defensa, organismo mediante el que CalTech planeaba cómo iba a contribuir dicho instituto al esfuerzo para la guerra. Por otro lado, Tannis conocía de vista a Charles Lauritsen, el jefe del Consejo, ya que Lauritsen era algo parecido a un héroe, por haber sido el hombre que había creado el primer aparato de rayos X de un millón de voltios del mundo. Pero nada sabía del viaje de Lauritsen a Inglaterra en la primavera de 1941, donde le fue mostrada la cordita, un nuevo explosivo británico. Ni tenía la menor idea de una de las peculiares propiedades de aquella sustancia, que podía moldearse, estirarse, hasta convertirse en el propelente ideal para el motor de pequeños cohetes.

Con el tiempo todo el mundo se familiarizó con el programa de cohetes. Los esfuerzos iniciales de Lauritsen fueron discretos: un cohete que remolcaba objetivos para la práctica artillera naval, un proyectil antisubmarino «retropropulsado»; pero su primer gran éxito fue del dominio público. Se trataba de un cohete de barrera de 4,5 pulgadas que el CalTech diseñó, desarrolló, probó y fabricó en sólo setenta días para que pudiera ser utilizado en grandes cantidades para apoyar a las tropas americanas que desembarcaron en las playas de Casablanca el 8 de noviembre de 1942. Fue un esfuerzo tan imponente que monopolizó el Instituto. Las secretarias de CalTech hicieron en realidad gran parte del trabajo final de ensamblaje en el gimnasio y las fundas de los cohetes se apilaban en los pasillos.

En cualquier caso, ya por aquel entonces Tannis estaba absolutamente involucrado en el proyecto. Era perfecto para aquel trabajo. El objetivo de sus investigaciones incluía el comportamiento de los gases bajo presión y su consejero académico era Bruce Sage, que estaba a cargo de la extrusión de propelente en Eaton Canyon (y que se convertiría después en el jefe del Departamento de Explosivos en China Lake). Además, tenía experiencia práctica; ¿cuántos de los otros estudiantes habían manejado nitroglicerina por primera vez a la edad de nueve años? Pues fue entonces cuando se ganó el apodo de Cracker Jack [11]. Y lo que era más, Tannis sabía utilizar tornos, mezclar disolventes, arreglar un motor y, por encima de todo, conocía el desierto. Aquel conocimiento adquirió importancia en el otoño de 1942. Para entonces se había hecho evidente que los cohetes de CalTech necesitaban instalaciones seguras para los tests de ensayo y un amplio terreno para las pruebas. Todos los cohetes se lanzaban al aire, y trabajar con explosivos en medio de Pasadena implicaba riesgos obvios. Ya habían muerto dos hombres: el 27 de marzo de 1942, Raymond Robey había detonado accidentalmente varios cientos de kilogramos de propelente en el Laboratorio de Radiación Kellogg, y en junio de ese mismo año, Carl Sanborn, un técnico, se había matado mientras realizaba una mezcla de polvo de magnesio y perclorato potásico en Eaton Canyon. Para resolver el problema, Lauritsen recurrió a la Marina, que ya había estado involucrada en el tema de los cohetes de barrera. En junio una orden del comandante en jefe de la flota de Estados Unidos exigía la expansión de las pruebas con cohetes en la Costa Oeste. Más adelante, durante el verano, después de sobrevolar durante horas el Desierto del Mojave en un Beechcraft monomotor, Lauritsen se limitó a mirar hacia abajo y descubrió China Lake. Era en todos los aspectos exactamente lo que andaba buscando. Había incluso un viejo aeródromo militar de dispersión justo al lado.

Pero al día siguiente, cuando Lauritsen encabezó una partida que se adentró en el desierto para inspeccionar China Lake sobre el terreno, la arena, las rocas y la creosota detuvieron su marcha. Pero para Tannis aquél era su elemento natural. Unos pocos días más tarde, cuando decidieron volver a intentarlo, fue Bruce Sage quien sugirió que pidieran a Tannis que los acompañara.

– ¿No me dijiste que habías atravesado el Valle de la Muerte conduciendo un camión Mack?

– Sí, señor. Un Bulldog. Puede ir por cualquier parte.

– Bien, entonces ven con nosotros. O eres tú o cualquier antropólogo del USC. Probablemente nos encontraremos con paiutes [12].

Tannis conocía el desierto como nadie. Sabía cómo mantener la nariz limpia de arena, y también un carburador. Sabía usar un arma. Siempre se aseguraba, si tenía que adentrarse en el desierto, de llevar bastante agua, que con frecuencia se antojaba demasiada al empezar, pero apenas suficiente al final. Era mañoso y siempre bien dispuesto. De modo que estuvo siempre rondando por allí y llegó a ver los primeros ensayos, los primeros despegues de la pista, los inicios de la construcción. Sin embargo, a sus propios ojos, su posición era anómala. Se sentía un poco… ¿como una mascota?, ¿como el último chico con quien jugar? Era injusto, nunca sufrió el menor desaire. No obstante, experimentaba una constante frustración que no lograba precisar. Estaba cerca, pero quería estarlo aún más; quería saltar cierta barrera, salvar un obstáculo. No estaba seguro de lo que quería. Deseaba… volar. Eso fue lo que finalmente decidió. Le encantaba volar. El primer avión en el que voló fue un NE-1 (la versión de la Marina del L-18 Grasshopper) que había sido asignado a NOTS, y se hizo amigo del piloto que era jefe de pruebas, Tom Pollock. De hecho, aún tenía una foto de sí mismo con Pollock, en equilibrio por encima del NO PISAR sobre el ala de un TBF Avenger, con la dedicatoria «Algún día estarás aquí arriba conmigo».

Pero, por supuesto, aquello no ocurrió. En 1944 había muy pocos jóvenes solteros con una licenciatura en química y que hablaran un alemán científico fluido. La Marina se llevó a Tannis, le dio un nombramiento de oficial en setenta y dos horas y lo envió a Europa como miembro de una misión técnica de espionaje. Trabajando como espía (bueno, más o menos), permaneció en Alemania hasta 1947, tiempo suficiente (aunque acaso empezó a ocurrirle antes de marcharse) para eliminar al científico que había en él. Cuando regresó, todavía en la Marina, todavía en seguridad, fue casi inevitable que lo asignaran a un centro de investigación como White Sands, Dahlgren o China Lake.

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[11] La expresión crackerjack significa maravilla, campeón, as. En este caso se separa «Jack» porque es también el nombre de Tannis. (N. de la T.)

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[12] Pueblo indio de la familia shoshona. (N. de la T.)