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– Christian no quiere que me cambie. -Me encojo de hombros, como si eso lo explicara todo.

Ella arruga la frente.

– No has prometido obedecer -me recuerda con mucha diplomacia. Kate intenta hacer que su risa ahogada parezca una tos. La miro entornando los ojos. Ni ella ni mi madre tienen ni idea de la pelea que Christian y yo tuvimos por eso. No quiero resucitar esa discusión. Dios, mi Cincuenta Sombras se puede poner muy furioso a veces… y después tener pesadillas. El recuerdo me reafirma en mi decisión.

– Lo sé, mamá, pero le gusta mi vestido y quiero darle ese gusto.

Su expresión se suaviza. Kate pone los ojos en blanco y con mucha discreción se aleja para dejarnos solas.

– Estás muy guapa, hija. -Carla me coloca con cariño uno de los rizos que se me ha soltado y me acaricia la barbilla-. Estoy tan orgullosa de ti, cielo… Vas a hacer muy feliz a Christian -me dice y me da un abrazo.

Oh, mamá…

– No me lo puedo creer… Pareces tan mayor ahora… Vas a empezar una nueva vida; solo tienes que recordar siempre que los hombres vienen de un planeta diferente. Así todo te irá bien.

Suelto una risita. Christian no es de otro planeta, es de otro universo. Si ella supiera…

– Gracias, mamá.

Ray se acerca a nosotras sonriéndonos dulcemente.

– Te ha salido una niña preciosa, Carla -dice con los ojos brillándole por el orgullo. Está impecable con su esmoquin negro y el chaleco rosa pálido. Me emociono y se me llenan los ojos de lágrimas. Oh, no… Hasta ahora había conseguido no llorar…

– Y tú la has ayudado a crecer y a ser lo que es, Ray. -La voz de Carla suena nostálgica.

– Y he adorado cada momento del tiempo que he pasado con ella. Eres una novia sensacional, Annie. -Ray me coloca tras la oreja el mismo rizo suelto de antes.

– Oh, papá… -Intento contener un sollozo y él me abraza brevemente, un poco incómodo.

– Y vas a ser una esposa sensacional también -me susurra con voz ronca.

Cuando me suelta, Christian está a mi lado.

Ray le estrecha la mano afectuosamente.

– Cuida de mi niña, Christian.

– Eso es lo que pretendo hacer, Ray. Carla. -Saluda a mi padrastro con un movimiento de cabeza y le da un beso a mi madre.

El resto de los invitados han creado un largo pasillo humano con un arco formado por sus brazos extendidos para que pasemos por él hacia la salida de la casa.

– ¿Lista? -pregunta Christian.

– Sí.

Me coge la mano y me guía bajo esos brazos estirados mientras los invitados nos gritan felicitaciones y deseos de buena suerte y nos tiran arroz. Al final del pasillo nos esperan Grace y Carrick con grandes sonrisas. Los dos nos abrazan y nos besan por turnos. Grace está emocionada de nuevo. Nos despedimos rápidamente de ellos.

Taylor nos espera junto al Audi todoterreno. Christian se queda sosteniendo la puerta del coche para que yo entre, pero antes me giro y tiro el ramo de rosas de color blanco y rosa hacia el grupo de mujeres jóvenes que se ha reunido. Mia lo coge al vuelo y sonríe de oreja a oreja.

Cuando entro en el todoterreno riéndome por la audaz forma de atrapar el ramo de Mia, Christian se agacha para ayudarme con el vestido. Cuando ya estoy bien acomodada dentro, se vuelve para despedirse de los invitados.

Taylor mantiene la puerta abierta para él.

– Felicidades, señor.

– Gracias, Taylor -responde Christian mientras se sienta a mi lado.

Cuanto Taylor entra en el coche, los invitados empiezan a tirarle arroz al coche. Christian me coge la mano y me besa los nudillos.

– ¿Todo bien por ahora, señora Grey?

– Por ahora todo fantástico, señor Grey. ¿Adónde vamos?

– Al aeropuerto -dice con una sonrisa enigmática.

Mmm… ¿Qué estará planeando?

Taylor no se dirige a la terminal de salidas como yo esperaba, sino que cruza una puerta de seguridad y va directamente hacia la pista. ¿Qué demonios…? Y entonces lo veo: el jet de Christian con GREY ENTERPRISES HOLDINGS, INC. escrito en el fuselaje con grandes letras azules.

– No me digas que vas a volver a hacer un uso personal de los bienes de la empresa.

– Oh, eso espero, Anastasia -me sonríe Christian.

Taylor detiene el Audi al pie de la escalerilla que sube al avión y salta del coche para abrirle la puerta a Christian. Intercambian unas palabras y después Christian viene a abrirme la puerta. Y en vez de apartarse para dejarme espacio para salir, se inclina y me coge en brazos.

– ¡Hey! ¿Qué haces? -chillo.

– Cogerte en brazos para cruzar el umbral -me dice.

– Oh…

Pero ¿eso no se supone que se hace al cruzar el umbral de la casa?

Me sube por la escalerilla sin esfuerzo aparente y Taylor nos sigue llevando mi maleta. La deja a la entrada del avión y vuelve al Audi. Dentro de la cabina reconozco a Stephan, el piloto de Christian, con su uniforme.

– Bienvenido a bordo, señor. Señora Grey -nos saluda con una sonrisa.

Christian me baja al suelo y estrecha la mano de Stephan. De pie junto a Stephan hay una mujer de pelo oscuro de unos… ¿qué? ¿Treinta y pocos? Ella también lleva uniforme.

– Felicidades a los dos -continúa Stephan.

– Gracias, Stephan. Anastasia, ya conoces a Stephan. Va a ser nuestro comandante hoy. Y esta es la primera oficial Beighley.

La chica se sonroja cuando Christian la presenta y parpadea muy rápido. Tengo ganas de poner los ojos en blanco. Otra mujer que está completamente cautivada por mi marido, que es demasiado guapo incluso para su propio bien.

– Encantada de conocerla -dice efusivamente Beighley.

Le sonrío con amabilidad. Después de todo… él es mío.

– ¿Todo listo? -les pregunta Christian a ambos mientras yo examino la cabina. El interior es de madera de arce clara y piel de un suave color crema. Hay otra mujer joven en el otro extremo de la cabina, también vestida de uniforme; tiene el pelo castaño y es realmente guapa.

– Ya nos han dado todos los permisos. El tiempo va a ser bueno desde aquí hasta Boston.

¿Boston?

– ¿Turbulencias?

– Antes de llegar a Boston no. Pero hay un frente sobre Shannon que puede que nos dé algún sobresalto.

¿Shannon, Irlanda?

– Ya veo. Bien, espero dormir durante el trayecto -dice Christian sin preocuparse lo más mínimo.

¿Dormir?

– Bien, vamos a prepararnos para despegar, señor -anuncia Stephan-. Les dejo en las capaces manos de Natalia, nuestra azafata. -Christian mira en su dirección y frunce el ceño, pero después se vuelve hacia Stephan con una sonrisa.

– Excelente. -Me coge la mano y me lleva hasta uno de los lujosos asientos de piel. Debe de haber unos doce en total-. Siéntate -dice mientras se quita la chaqueta y se desabrocha el chaleco de fino brocado. Nos sentamos en dos asientos individuales situados el uno frente al otro con una mesita reluciente entre ambos.

– Bienvenidos a bordo, señor, señora. Y felicidades. -Natalia ha aparecido junto a nosotros para ofrecernos una copa de champán rosado.

– Gracias -dice Christian. Ella nos sonríe educadamente y se retira a la cocina.

– Por una feliz vida de casados, Anastasia. -Christian levanta su copa y brindamos. El champán está delicioso.

– ¿Bollinger? -pregunto.

– El mismo.

– La primera vez que lo probé lo bebí en tazas de té. -Sonrío.

– Recuerdo perfectamente ese día. Tu graduación.

– ¿Adónde vamos? -Ya no soy capaz de contener mi curiosidad ni un segundo más.

– A Shannon -dice Christian con los ojos iluminados por el entusiasmo. Parece un niño pequeño.

– ¿Irlanda? -¡Vamos a Irlanda!

– Para repostar combustible -añade juguetón.

– ¿Y después? -le animo.

Su sonrisa se hace más amplia y niega con la cabeza.

– ¡Christian!

– A Londres -dice mirándome fijamente para ver mi reacción.

Doy un respingo. Madre mía… Pensaba que iríamos a algún sitio como Nueva York o Aspen, o incluso al Caribe. Casi no me lo puedo creer. La ilusión de mi vida siempre ha sido ir a Inglaterra. Siento que una luz se enciende en mi interior: la luz incandescente de la felicidad.