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y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho mas a vosotros, hombres de poca fe?

No os afanéis, pues, diciendo: ¿qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos?

Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.

Así que no os acongojéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal (Mateo 6,19-34).

Este es el pasaje más notable del Nuevo Testamento. Es la más hermosa enseñanza de Jesús de Nazaret. En ella se comprendía la oculta doctrina referente a la norma de conducta en la vida. En pocas líneas resume toda la doctrina del Karma Yoga, una de las ramas de la filosofía yogui. Es un verdadero epítome del sistema llamado New Thought [Nuevo pensamiento] según lo exponen sus adeptos. No es necesario leer ni estudiar las diversas filosofías que han aparecido en estos últimos años, pues nadie leerá ni estudiará ni admirará más que los preceptos de este maravilloso pasaje del Sermón de la Montaña. Cada sentencia es una joya, un cristal de la más alta filosofía mística y oculta. Podrían escribirse centenares de volúmenes en comentario a este pasaje sin agotar el tema. Enseña la doctrina de la sinceridad mental respecto del Espíritu y las cosas espirituales. Se declara la insensatez de apegarse a las cosas materiales. Pero la máxima Verdad expuesta en este pasaje es el poder de la FE. La fe es el gran secreto de toda enseñanza oculta, la clave de los íntimos misterios, que abre las puertas del Castillo del Éxito. Recomendamos a cuantos lean estas lecciones que aprendan de memoria este pasaje y hagan de él una parte de su propio ser, una norma de conducta y acción. La enseñanza que este pasaje entraña es la verdadera vida del Espíritu. Es la verdadera Luz en el Sendero para guía de los pasos de todo místico y ocultista.

No juzguéis, para que no seáis juzgados.

Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido.

Y ¿por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo?

¿O cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la viga en el ojo tuyo?

¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano (Mateo 7,1-5).

Aquí Jesús asesta otro golpe tremendo a la mentida devoción de los fariseos y tartufos de todas las religiones, credos y cultos de toda época y país. Precave contra el orgulloso pensamiento de creerse mejor y más santo que nadie como afectan los formalistas en su trato con las gentes. En estas imperecederas palabras lanzó Jesús a través de los siglos una áspera reprimenda contra los hipócritas juzgadores del prójimo, que pretenden sujetar a los demás a sus caprichosas normas. El Maestro repudia a muchos que se figuran o fingen creer en él.

No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos, no sea que las pisoteen, y se vuelvan y os despedacen (Mateo 7, 6).

Advierte Jesús a los iniciados que no comuniquen al vulgo sus altas doctrinas, no sea que con sus groseros instintos las estropeen y se revuelvan y despedacen a quien se las comunicó. Es una verdad atestiguada por la suerte de aquellas gloriosas almas que, desdeñándola, quisieron comunicar la Verdad a las turbas y hallaron la muerte por su imprudencia. El mismo Jesús fue víctima de la inobservancia de esta regla, pues su simpatía prevaleció contra el razonamiento.

Pedir, y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá.

Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.

¿Qué hombre hay de vosotros, a quien si su hijo le pide pan, le dará una piedra?

¿O si le pide un pez, le dará una serpiente?

Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?

Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas (Mateo 7, 7-12).

Tenemos en este pasaje otra ardiente exhortación a los hombres para que vivan según la luz de la fe en el Espíritu, representándoles que si no son capaces de conducirse rectamente con los demás no han de esperar que se les trate rectamente. Es la lección de siembra y cosecha, la lección de la ley del karma. Jesús es muy enérgico en sus afirmaciones. No sólo dice: haced esto y lo otro, sino que afirma terminantemente: «Esta es la ley». Cada cual cosecha el fruto de las acciones que sembró.

Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a perdición, y muchos son los que entran por ella;

porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan (Mateo 7, 13-14).

Esta es la suprema enseñanza oculta. ¡Cuán pocos encuentran el camino que los conduciría al reconocimiento de su propia divinidad! Verdaderamente estrecha es la puerta y angosto el camino que conduce a la meta. Las masas van insensatamente por el anchuroso camino y pocos ven la estrecha puerta del Sendero.

Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces.

Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos?

Así, todo buen árbol lleva buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos.

No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos.

Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego.

Así que, por sus frutos los conoceréis.

No todo el que me dice: ¡Señor! ¡Señor! entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.

Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?

y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad (Mateo 7, 15-23).

Notable amonestación contra el perverso uso de los poderes ocultos, contra la prostitución de los dones del Espíritu, contra la magia negra, en una palabra. Porque, como todos sabemos, las fuerzas ocultas lo mismo pueden emplearse en el mal que en el bien. Por los frutos distinguiremos el bien del mal. Quien enseña a los hombres a ser inconscientes como borregos y a creer cándidamente cuanto les dice, es un árbol que lleva mal fruto. Es un lobo disfrazado de oveja que engorda a costa del cuerpo y el alma de sus víctimas. Pero quienes enseñan a los hombres a ser hombres y aun superhombres, llevan el buen fruto del espíritu. Así no han de alucinarnos los nombres ni las palabras ni las pretensiones ni siquiera los milagros. Hemos de mirar el fruto del árbol y proceder en consecuencia.

Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca.

Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca.

Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena;

y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu en aquella casa; y cayó, y fue gran, de su ruina (Mateo 7, 24,27).

En este pasaje exhorta Jesús a todos los que leen u oyen sus palabras y dicen que son cristianos. Les ordena que se afirmen sobre la roca eterna de la Verdad, la roca de los siglos asentada en los básicos principios de la Existencia. Les advierte que no edifiquen sobre las movedizas arenas de la teología y el dogmatismo que arrastrarán las tormentas del Tiempo. El cristianismo místico está fundado sobre las eternas verdades místicas, y todavía resiste incólume las embestidas de la crítica, la oposición y el conocimiento que tantos edificios teológicos derrumbaron en el pasado y aun hoy día hacen ímpetu contra los que siguen en pie y se estremecen a su empuje. El cristianismo místico invita a la teología moderna y a la alta crítica a que lo analicen, pues sabe que corroborarán la verdad de sus fundamentales principios. El cristianismo místico conoce la identidad de la religión, la ciencia y la filosofía sin que haya conflictos entre ellas, pues son distintos nombres de una misma verdad. La Verdad es una y no puede haber más de una. Así tanto da denominada ciencia como filosofía o religión. Nada hay sino la Verdad; nada más existe realmente. Todo lo que no sea Verdad es maya, ilusión, nada. Y el cristianismo místico está fundado sobre la roca de la Verdad sin temor a que ni vientos ni tempestades pongan a prueba la solidez de sus edificios mentales. Como su Fundador, ha existido siempre, siempre existirá, desde el principio sin principio hasta el fin sin fin. El mismo ayer, hoy y mañana.