Выбрать главу

– ¡Que co…!

– Despierta. Nos están esperando -repitió Nick.

– Baja la voz. Despertarás a Jordan.

– Ya está despierta -rio Nick-. El que estaba dormido eras tú. Llevamos hablando un par de minutos.

Cuando se levantó, Noah se dio cuenta de que el juez Buchanan y el hermano menor de Jordan, Zachary, estaban en la habitación con ellos. Nick le hizo un gesto para que lo siguiera al pasillo y Noah tuvo que contenerse para no ordenar al juez federal que no agotara a su propia hija.

– Tengo malas noticias -dijo Nick mientras se dirigía a los ascensores-. Pruitt entró en el piso de Jordan. Se llevó las fotocopias.

– Mierda. -Noah se maldijo a sí mismo por su estupidez-. ¿Por qué no envié antes a alguien?

– Habían disparado a Jordan. Ella ha sido tu prioridad… y la mía.

Noah suspiró. No podía permitirse bajar la guardia. Necesitaba estar más atento que nunca. Por el bien de Jordan.

– Necesito cafeína.

– Pete nos está esperando en la cafetería. La comida es mala, pero deberías tomar algo. Yo lo he hecho, y ha sido horrible.

– Con una publicidad tan buena, me muero de ganas de probarla -dijo Noah.

El ascensor tardaba tanto en llegar que fueron por la escalera. El doctor Morganstern estaba sentado solo en una mesa del rincón. Noah tomó un refresco y se reunió con él.

Delante de Pete, había un plato con una ensalada intacta. Vio que Noah la miraba.

– Me recuerda mis tiempos en la facultad de medicina -dijo el doctor Morganstern con el ceño fruncido a la vez que apartaba el plato-. Vayamos al grano -añadió-. Hay varios agentes que desean asumir este caso. Tienen muchas ganas de atrapar a Pruitt, y lo quieren vivo.

– Espere -pidió Nick-. ¿Están planteando ofrecerle de nuevo inmunidad si declara en contra de más socios de Chernoff?

– Sinceramente, no lo sé. Se muestran evasivos.

– Pruitt asesinó a tres personas en Serenity e intentó matar a una cuarta al dispararle a Jordan. No puede ser que semejante indeseable quede impune -replicó Nick.

– La decisión no depende de nosotros.

– Claro que sí -Noah fue contundente.

– Por supuesto -lo apoyó Nick.

El doctor Morganstern no hizo valer su autoridad.

– Estoy de acuerdo con vosotros -aseguró.

– ¿Dónde están esos agentes? -preguntó Nick.

– Al otro lado de la ciudad, esperando la orden.

– ¿La orden para qué?

– Para hacer pública la búsqueda y captura de Pruitt -respondió Pete después de suspirar.

– Eso es un disparate -protestó Noah-. Desaparecerá.

– ¿Y qué propones? -dijo Pete.

– Se están equivocando -insistió Noah.

– Adelante, te escucho.

– Por ahora Pruitt cree que está a salvo. Pero no sabe qué hay en esos papeles, y si contienen o no más información sobre él.

– Pero ¿cómo puedes estar tan seguro de lo que piensa?

– Porque está aquí. Todo el mundo lo está buscando y no ha aparecido -explicó Noah-. Es precavido. Jordan me contó que Pruitt pudo ver documentos de la investigación en los que estaba anotado el número de la calle donde vive. Es posible que sospeche que los papeles del profesor contienen más información que lo incrimina.

– Cree que todavía está a tiempo de protegerse -añadió Nick.

– Sí, y ya ha hecho la mitad del trabajo. -Noah estuvo de acuerdo-. Entró en casa de Jordan y se llevó las fotocopias.

– ¿Y ahora qué? -quiso saber el doctor Morganstern.

– Jordan -contestó Noah-. Pruitt está esperando a ver si se recupera o no.

El doctor Morganstern tamborileó con los dedos en la mesa.

– Si hacemos público su nombre, Pruitt se nos escapará.

– Exacto -confirmó Noah. Nick asintió con la cabeza.

– No podemos permitir que eso ocurra. ¿Tienes algún plan? -dijo Pete.

Noah se alegró de que se lo preguntara.

– Sí. Vamos a tenderle una trampa a esa sabandija.

– ¿Dónde? -quiso saber Nick.

– Voy a atraer a Pruitt de nuevo a casa de Jordan -explicó Noah-, pero tendremos que prepararlo todo muy rápido.

Nick sonrió, pero el doctor Morganstern, con el ceño fruncido, exclamó:

– ¿Y cómo vas a conseguirlo?

– Con una sola llamada telefónica -respondió Noah-. No será necesario nada más.

Capítulo 43

– Angela. Soy Noah Clayborne.

– ¡Oh, Dios mío, Noah! -Era evidente que su llamada había sorprendido a Angela. Noah oyó un pequeño estrépito, y se preguntó si se le habrían caído de las manos algunos platos de Jaffee-. Pobre -prosiguió Angela-. ¿Cómo estás? Estamos desolados con lo de Jordan. Ha sido la comidilla de Serenity. ¿Cómo se encuentra? Dijeron que su estado era crítico.

– Sí -aseguró Noah-. Yo procuro no… perder la esperanza, ¿sabes? Es difícil.

– Oh, me lo imagino. Todos rezamos por ella. Y por ti también.

– No ha recuperado la conciencia -dijo Noah, que bajó la vista hacia el bloc que tenía delante y tachó la primera información que quería darle a Angela.

– ¿No? Lo siento mucho. Ojalá pudiera hacer algo por ella.

– El motivo de mi llamada…

– ¿Sí? -preguntó Angela, ansiosa.

– Me dieron sus cosas… ya sabes. Y cuando busqué el móvil en su bolso para apagarlo, vi que había escrito una nota que decía que tenía que llamar a Jaffee al restaurante. No sé… me preguntaba si lo llamó. Si es así, es probable que Jaffee sea la última persona… -A Noah se le quebró la voz.

Tachó la segunda línea. ¿Se estaría pasando? Angela parecía tragárselo.

– No, Jordan no habló con él. Habló conmigo. -Angela soltó un grito ahogado-. Es probable que yo sea la última persona con quien habló. Parecía feliz y animada. Me dijo que iba a llamar a Jaffee, pero no lo hizo.

– Sí -corroboró Noah-. Debió de ser cuando ocurrió. El hombre que le disparó quería matar a su padre, pero Jordan se puso en medio. Y yo me culpo por ello -añadió con tristeza.

– ¿Por qué diablos te culpas? -se sorprendió Angela.

– Jordan me estaba esperando, pero me encontré con unos conocidos y perdí la noción del tiempo. Íbamos a volver a su casa. Estaba impaciente por enseñarme… -Se le volvió a quebrar la voz.

– ¿Qué quería enseñarte? -lo animó Angela.

– ¿Sabes todos esos papeles que había fotocopiado?

– Sí. Me explicó que contenían información histórica.

– Exacto -afirmó Noah-. Pero me contó que, al comprobar parte de la información con su ordenador, había encontrado algo que quería que yo viera, algo que no tenía nada que ver con la historia, pero no me dijo qué era.

Tachó otro tema y siguió hablando.

– Pensé que tal vez se lo habría dicho a Jaffee, pero como no llegó a hablar con él, tendré que ir a su casa en algún momento para buscarlo en el ordenador. Pero ahora no. No puedo irme del hospital. No estuve a su lado cuando le dispararon, pero voy a estarlo cuando se despierte, por mucho que tarde en hacerlo. Ella misma me enseñará la información que contiene su ordenador cuando se mejore. Sea lo que sea lo que Jordan averiguó, tendrá que esperar.

Cuando su conversación terminó, Noah colgó el teléfono y se volvió hacia Nick.

– Ya ha empezado a correr la voz.

– ¿Cuánto tardará Pruitt en enterarse?

– Una hora. Puede que dos como mucho.

La red estaba tendida. Dos agentes vigilaban la entrada al edificio de pisos de Jordan y otros dos, la puerta trasera. Los cuatro estaban bien escondidos. Pruitt podría pasar junto a cualquiera de ellos sin verlo.

Noah y Nick estaban en un extremo de la manzana, sentados en el coche de Nick, y dos agentes más vigilaban también desde su coche, estacionado en el extremo opuesto de la manzana. Un tercer vehículo con otros dos federales en su interior estaba estacionado en un callejón entre dos edificios. Cuando Pruitt apareciera por la calle, lo tendrían rodeado.