Выбрать главу

Además, su tío había sido su tutor desde que su padre había muerto hacia diez años, y aunque él no hubiera derramado todo su amor y afecto sobre ella y su hermano Richard, había cumplido su deber para con ellos, y los había criado bien, y Lucy sabía que era su deber obedecer a sus deseos y honrar los esponsales que había arreglado.

O prácticamente ordenado.

Realmente, no representaba mucha diferencia. Ella se iba a casar con Haselby. Todo el mundo lo sabía.

– Creo que lo utilizas a él como una excusa -dijo Hermione.

Lucy puso rígida su espina dorsal.

– ¿Discúlpame?

– Utilizas a Haselby como excusa -repitió Hermione, y su cara asumió una expresión tan elevada que a Lucy no le gustó ni un poco-. Es por eso que no permites que tu corazón se comprometa en otra parte.

– Y donde está esa otra parte, precisamente, ¿Dónde yo podría haber comprometido mi corazón? -le exigió Lucy-. ¡La temporada ni siquiera ha empezado!

– Quizás -dijo Hermione-. Pero hemos salido y nos hemos «pulido» como mi madre y tú insisten en llamarlo. No has estado viviendo debajo de una piedra, Lucy. Has conocido a un sinnúmero de hombres.

No había forma de señalarle que ninguno de esos hombres la había mirado cuando Hermione estaba cerca. Hermione intentaría negarlo, pero ambas sabían que solo iba a ser un esfuerzo por respetar los sentimientos de Lucy. Así que refunfuñó algo en su lugar entre dientes, que iba a hacer las veces de una respuesta, sin ser realmente una respuesta.

Hermione no dijo nada; solo miró a Lucy de esa forma arqueada que no solía utilizar con nadie más, y finalmente Lucy tuvo que defenderse.

– No es una excusa -dijo, mientras cruzaba los brazos, luego se puso las manos en las caderas cuando no se sintió bien-. En verdad, ¿Qué ganaría con eso? Sabes que voy a casarme con Haselby. Eso está planeado desde hace años.

Cruzó los brazos otra vez. Y luego los dejó caer. Finalmente se sentó.

– No es un mal partido -dijo Lucy-. Y con todo lo que le pasó a Georgiana Whiton, yo debería arrodillarme y besarle los pies a mi tío por arreglar una alianza aceptable.

Ese fue un momento de horror, que hizo que se diera un silencio casi reverente. Si hubieran sido católicas, habrían hecho la señal de la cruz.

– Pero por la gracia de Dios -dijo Hermione finalmente.

Lucy asintió despacio. Georgina se había casado con un setentón jadeante con gota. Y ni siquiera había sido un setentón con titulo y gota. Cielos Santos, al menos debió haber ganado un «Lady» antes de su nombre por ese sacrificio.

– Para que veas -terminó Lucy-. Haselby realmente no es tan malo. Es mejor que la mayoría, realmente.

Hermione la miró. Estrechamente.

– Bueno, si eso es lo que deseas, Lucy, sabes que te apoyaré abiertamente. Pero en cuanto a mí… -suspiró y sus ojos verdes asumieron esa mirada perdida que hacía que los hombres suspiraran-. Quiero algo más.

– Sé que lo quieres -dijo Lucy, intentando sonreír. Pero no podía ni siquiera imaginar como Hermione lograría sus sueños. En el mundo en el que ellas vivían, las hijas de los vizcondes, no se casaban con los secretarios de los vizcondes. Y por eso Lucy pensaba que tendría mucho más sentido ajustar los sueños de Hermione, que reformar el orden social. También, era más fácil.

Pero en ese momento estaba cansada. Y quería acostarse. Trabajaría en Hermione por la mañana. Empezando con ese guapo Sr. Bridgerton. Él podría ser perfecto para su amiga, y el cielo sabía que él estaba interesado.

Hermione volvería en sí. Lucy se aseguraría de eso.

Capítulo 3

En el que nuestro héroe se esfuerza muchísimo.

La siguiente mañana fue luminosa y clara, y cuando Gregory se dispuso a desayunar, su cuñada apareció a su lado, sonriendo débilmente, sin duda tramando algo.

– Buenos días -dijo ella, de lejos demasiado jovial y alegre.

Gregory asintió con la cabeza mientras se servía huevos en su plato.

– Kate.

– He pensado, que con este buen tiempo, podríamos organizar una excursión al pueblo.

– ¿Para comprar cintas y lazos?

– Exactamente -contestó ella-. Pienso que es importante apoyar a los tenderos locales, ¿no te parece?

– Claro -murmuró-. Aunque recientemente no me he encontrado necesitado de cintas y lazos.

Kate parecía no notar su sarcasmo.

– Todas las jóvenes tienen un poco de dinero para su uso personal y no tienen un lugar en donde gastarlo. Si no las envío al pueblo, creo que se atreverán a crear un establecimiento de juego en el salón rosa.

Eso sería algo que a él, le gustaría ver.

– Y -continuó Kate muy determinada-, si las envío al pueblo, tendré que enviarlas con acompañantes.

Cuando Gregory no le respondió lo suficientemente rápido, ella repitió:

– Con acompañantes.

Gregory se aclaró la garganta.

– ¿Debo asumir que estás pidiéndome que camine en el pueblo esta tarde?

– Esta mañana -le aclaró ella-. Y, como pensé en emparejarlos a todos, y, como tú eres un Bridgerton y eres mi caballero favorito de todo el grupo, pensé que podría preguntarte si había alguien con quien quisieras ser emparejado.

Kate no era más que una emparejadora, pero en ese caso Gregory decidió que debía agradecerle sus tendencias entrometidas.

– De hecho -empezó él-. Hay…

– ¡Excelente! -lo interrumpió Kate, aplaudiendo con alegría-. Será Lucy Abernathy.

Lucy Aber

– ¿Lucy Abernathy? -repitió él, atontado-. ¿Lady Lucinda?

– Sí, ustedes dos se veían tan compenetrados ayer en la noche, y debo decirte, Gregory, que ella me gusta muchísimo. Dice que está prácticamente comprometida, pero yo opino que…

– Yo no estoy interesado en Lady Lucinda -la cortó, decidiendo que sería muy peligroso esperar que Kate recobrara el aliento.

– ¿No lo estás?

– No. No lo estoy. Yo… -se inclinó, aunque ellos eran las únicas dos personas en el salón del desayuno. De algún modo parecía extraño, y sí, un poco avergonzado de gritarlo a los cuatro vientos-. Hermione Watson -dijo con voz queda-. Me gustaría ser la pareja de la Señorita Watson.

– ¿En serio? -Kate no parecía exactamente defraudada, más bien lucía un poco resignada. Como si hubiera escuchado eso antes. Repetidamente.

Maldición.

– Sí -le respondió Gregory, y sentía como una enorme ola de irritación lo invadía. Primero por Kate, porque, bueno, ella estaba allí, y él se había enamorado desesperadamente y todo lo que ella podía decir era: ¿En serio? Pero entonces comprendió que había estado molesto toda la mañana. No había dormido bien la noche anterior; no había podido dejar de pensar en Hermione y la inclinación de su cuello, el verde de sus ojos, el suave ritmo de su voz. Él nunca -nunca- había reaccionado a una mujer de esa manera, y aunque estaba de algún modo aliviado de haber encontrado finalmente a la mujer que planeaba convertir en su esposa, estaba un poco desconcertado de que ella no hubiera tenido la misma reacción hacia él.

Solo el cielo sabía que había soñado con ese momento antes. Siempre había pensado en encontrar su verdadero amor, ella siempre había flotado en sus pensamientos, sin nombre, sin cara. Pero ella siempre había sentido la misma gran pasión. No lo había enviado a bailar con su mejor amiga, por el amor de Dios.

– Será Hermione Watson, entonces -dijo Kate, exhalando en esa forma en que las mujeres lo hacían cuando querían decirte algo que no podías posiblemente empezar a entender incluso si ellas habían elegido traducirlo al español, lo cual, por supuesto, no hacían.