– Ella me hizo adicta a sus emociones y usó esa adicción para controlarme. Pensé que la amaba y que tenía que hacer cualquier cosa para hacerla feliz.
Simone inclinó la cabeza.
– Cualquier cosa, ¿huh? ¿Qué te pidió que hicieras?
Él vaciló para contárselo todo. No había necesidad de que supiera el monstruo que había sido.
– Me encargué de sus locos enemigos por ella. Hice que se volvieran unos contra otros y contra sus propias familias. Ellos mataron violentamente a otras personas y entonces se suicidaron.
Parpadeó ante los recuerdos que todavía lo acechaban. Hombres que había forzado a pelear por ninguna otra razón que la de hacer feliz a Satara.
– Créeme, me gané mi condena. Nunca la he esquivado. Los Destinos no lo permitirían. Pero yo no debería haber sufrido sólo en el Tártaro. Puede que yo cometiera las muertes, pero Satara las encargó.
Simone intento entenderle a él y lo que había hecho. Por qué había sido condenado por eso. Pero no importaba cuanto lo intentara, no podía reconciliarse con alguien digno de ser castigado tan severamente.
– Tú dices que los demonios son herramientas de otros. ¿Por qué soportas la responsabilidad de ser fiero por naturaleza?
– Yo no soy sólo un demonio, Simone. Soy un dios. Lo que hice fue imperdonable. Yo no pido ningún tipo de salvación o de comprensión.
No, él sólo pedía venganza,
– ¿Qué te hace tan implacable?
La intensidad de esa mirada la chamuscó. Era vacía y fría y al mismo tiempo tocaba algo en su interior.
– Tienes las agallas de hacerme esa pregunta. Ruega a cualquier dios en el que creas para que siempre permanezcas ignorante.
Él se apartó de ella y camino hacia la ventana.
Jesse vagó de regreso al cuarto, haciéndola preguntarse donde habría estado los últimos minutos. Por otra parte, a Jesse no le gustaban los visitantes en la casa así que quizás hubiese salido a pasear.
– ¿Tienes algo de sal?-preguntó de repente Xypher.
– ¿Sal?
Qué extraña salida de su anterior tema recurriendo a tal original tópico. ¿Qué tenía que ver la sal con nada?
Él comprobó la cerradura de su ventana antes de responder.
– Tenemos que esparcirla alrededor de las ventanas y puertas, o cualquiera cosa que de afuera.
– ¿Por qué?
– La sal es una sustancia pura. Incorruptible. Ningún demonio de sangre pura puede cruzarla.
A Simone le gustaba como sonaba eso, pero tenía una pregunta.
– Tú puedes, ¿verdad?
Él asintió y se volvió hacia la ventana.
– Pero Kaiaphas no.
– ¡Marchando la sal! -Jesse corrió hacia la cocina. Simone no tardó en seguirlo.
Xypher se levantó cuando ella volvió con el salero.
– Esto va a necesitar una alta concentración.
– Por supuesto, usa la que necesites. -Ella le tendió la sal. En poco tiempo tenían todo el apartamento preparado.
– Dios bendiga a Morten’s [6] -dijo ella, cerrando la tapa y devolviendo el redondo contenedor a su gabinete.
– ¿Quién podría imaginarse que esto servía para otra cosa que no fuera cocinar?
Llamaron a la puerta.
Los ojos de Simone se abrieron desmesuradamente cuando una puñalada de terror la atravesó.
– ¿Qué probabilidades hay de que pueda ser Kaiaphas?
– Muy pocas. Él no llama.
– Oh -sintiéndose un poco ridícula por su pregunta, fue a la puerta, sólo para que Xypher la detuviera colocando una mano sobre la puerta para que no pudiera abrirla.
– Cuidado con la sal cuando abras la puerta. Si la empujas, no nos hará ningún bien.
Buena advertencia.
– Gracias-ella abrió cuidadosamente la puerta para encontrarse allí a Julián.
– Hola -sonrió él-. Te dejé el coche en frente. Sólo quería que lo supieras.
Ella le devolvió la sonrisa.
– Muchas gracias por esto…y por todo. Realmente lo aprecio.
– No hay problema -él miró más allá de ella a donde estaba Xypher- Me alegra verte de pie y cerca. Nos llevamos un susto por un momento cuando te desmayaste. Nada igual que una batalla con un demonio a la caída del sol para sentirse vivo, ¿verdad?
– Si tú lo dices -Xypher le tendió la mano a Julián- Aprecio tu ayuda.
Julián le estrechó la mano.
– No hay de qué… especialmente cuando los chicos no están alrededor. Buenas noches.
– Buenas noches -Simone cerró la puerta de golpe, entonces se giró para mirar a Xypher. Estaba asombrada por lo que él había hecho. Estaba fuera del carácter del demonio que quería pincharle para asegurarse que no habían poseído su cuerpo. Sin embargo, no iba a ser suicida.
– ¿Realmente acabas de darle las gracias?
– Sí. Sé que lo encuentras difícil de creer, pero soy capaz de ello.
– ¿De veras?
Él pareció desconcertado por su comentario.
– ¿Por qué te burlas de mí?
Ella se encogió de hombros.
– Eres bastante burlón.
– Igual que una cobra- dijo Jesse maliciosamente mientras fingía acariciar una serpiente invisible-, aquí, reppie, reppie. Aquí, reppie, reppie. ¡Ow! -Se llevó la mano al cuerpo y la abanicó- ¡Me mordió! -Entonces empezó a espumar por la boca y a sacudirse antes de caer al suelo- Me mató.
Simone dio un paso hacia su espasmódica forma.
– Eres tan raro, Jesse.
Él levantó la cabeza para mirar después de ella.
– Yo no soy el que bromea con la cobra, idiota. Esa eres tú. Mr. Spicoli pidiendo pizza en la clase de Mr. Hand. Detén la locura, hermana. ¡Detenla! [7]
Xypher dio un paso hacia él y Jesse se levantó rápidamente.
– Voy a escuchar unos álbumes de Duran Duran. Nos vemos después -Jesse se desvaneció.
Simone se frotó las cejas en un lento círculo antes de moverse a masajear sus sienes, intentando disipar algo del dolor de cabeza que le había empezado. Volvió al dormitorio para depositar su bolso y llaves sobre el tocador.
– Menudo día. Perseguida por un demonio, amenazada por licántropos, abundantes experiencias cercanas a la muerte, cuerpos mutilados… Me mareo sólo con pensar lo que quizás traiga mañana.
Xypher lanzó una mirada malhumorada hacia la habitación de Jesse.
– Si tenemos suerte, un médium que ayude a Jesse a encontrar esa luz y entrar en ella.
Simone jadeó ante su seco comentario.
– Oh, dios mío, ¿Eso es una broma? -riendo, se acercó a él-¿Realmente has hecho un verdadero chiste?
Xypher estaba completamente encantado por el sonido de su melódica risa cuando ella caminó frente a él. Sus ojos brillaban con calidez y humor. Era tan vibrante y viva que quería alcanzarla y tocarla.
No. Quería besarla…
Ese conocimiento lo atravesó. Era un Phobotory Skotos. Ellos prosperaban causando temor en otros. Pero estando allí, ahora mismo, mirándola, quería quitarle la ropa y probar cada parte de su cuerpo hasta que se corriera en sus brazos gritando su nombre.
Ardía con una necesidad tan fuerte y fiera, que realmente lo asustaba. Su cuerpo duro como el acero, rogando por acercarla y probar esos tentadores labios que bromeaban, pero jamás se burlaban de él.
A Simone la quemó el calor de la mirada de Xypher. Era electrizante. Desgarradora. Era tan fiero y complejo. Tan aterrador, y al mismo tiempo quería tocarle. Era una compulsión igual a mirar un animal salvaje enjaulado que sabías podía destrozarte con sus garras. Incluso así, esto contenía tanta belleza que lo único que podías soñar era hundir tu mano en esa suave piel y sentirlo ronronear contra ti.
Pero ese no era el hombre frente a ella. No estaba segura de si alguna mujer podía domarle lo suficiente para domesticar ese hermoso cuerpo. Él no parecía haber bajado sus defensas lo suficiente para permitir a una intimar con él.