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– Encontramos el cuerpo de Gloria.

Ella no podía creérselo.

– ¿Dónde?

– En el callejón donde murió.

– ¿Estás bromeando?

– Nop. Esto es realmente extraño. La policía llamó hace unos minutos para hacérmelo saber.

Era fantástico, excepto por un pequeño detalle que hacía que su estómago se encogiera.

– ¿Se está… moviendo?

– No. Es muy extraño, pero pensé que te gustaría saberlo.

– Sí, gracias. Sé que estás aliviado-. Simone colgó y se volvió para encararse con Xypher-. Encontraron otra vez el cuerpo de Gloria.

– Eso es bueno.

Había algo extremadamente cauteloso en él.

– Tú sabes algo, ¿no es así?

Ella volvió la mirada hacia la copa y se preguntó por qué alguien pondría sangre en su interior. Además de ella, la única otra persona en esa casa que podía sangrar…

– ¿Qué hiciste después de que me fuera a dormir?

– Nada.

– Xypher -chasqueó entre dientes-, no me mientas. No soy estúpida. Conozco la sangre cuando la veo. Por San Pedro, soy patóloga. Sabes que pudo llevarla a mi laboratorio y tomarle una muestra de ADN.

Un molesto tic golpeó su barbilla.

– ¿Qué quieres que te diga, Simone? ¿Qué convoqué a un señor de los demonios e hice un trato con él?

Sí, claro.

– ¿Va en serio?

– Sí, va en serio. -Su tono y su cara lo confirmaban incluso si ella no quería creerlo-. Tuve que alimentarlo con mi sangre para conseguir que Gloria y su cuerpo regresaran junto a ti, ése es el precio que exigió.

Simone estaba atónita por sus palabras. No, esto no podía ser, ¿verdad?

– No estás bromeando.

– ¿Por qué sino estaría la sangre en tu copa?

¿Por qué más, ciertamente? Después de todo, el que las personas se levantaran para encontrar sangre en una copa cerca de su cama era algo cotidiano.

En Twilight Zone [8].

– Esta no puede ser mi vida… -Y con todo, ¿por qué estaba tan sorprendida? Uno de sus mejores amigos era un fantasma y el otro trabajaba para un grupo de cazadores de vampiros inmortales. Así que, ¿por qué su pseudo-novio no iba a ser capaz de convocar a un señor de los demonios y alimentarlo con sangre?

– ¿Qué es lo siguiente? ¿Vas a decirme que mi nueva vecina es un demonio, y que el perro que hay al final de la calle es un licántropo?

Él sacudió la cabeza.

– Ahora sabes por qué no quería decirte lo que había sucedido. Sabía que sólo te molestaría.

– Sí, sí, lo hizo. ¿Cómo te sentirías si alguien invitara a un señor de los demonios a entrar en tu habitación mientras tú duermes y se alimentara de sangre en tu copa favorita? Creo que tú no estarías muy contento, ¿verdad?

Ella echó un vistazo a su reloj. Apenas pasaban de las ocho.

– Y ahora necesito ducharme y prepararme para ir a trabajar. Supongo que me seguirás, ya que moriría si no lo haces y, por favor, intenta no convocar más señores de los demonios en mi casa mientras estoy desnuda, ¿vale? -Maldición, el absurdo de su vida comenzaba a no conocer fronteras.

La expresión de Xypher se tornó malhumorada.

– Claro, pero yo soy el que moriré si tengo que seguirte y oírte desnuda en la ducha.

Simone no sabía por qué, pero esas palabras expulsaron mucho del enfado que tenía. Probablemente porque estaba disfrutando con la idea de torturarlo.

Ella le palmeó la mejilla cariñosamente.

– Vamos, vamos, bebé, todo irá bien.

Él bajó la mirada adonde su erección hacía un impresionante bulto en sus pantalones.

– No, en realidad, no. Lo dices únicamente porque tú no eres la que está dolorida. Y yo que pensaba que tenía unas pocas semanas para aplazar la tortura. Estás trabajando con Hades, ¿no es cierto? Adelante. Admítelo.

Simone recogió sus ropas, entonces se detuvo cuando algo que había dicho él hacía un minuto rezumó en su mente. Tuve que alimentarle de mi sangre para traer a Gloria y su cuerpo de regreso para ti.

¿Por qué lo haría?

– ¿Por qué trajiste a Gloria de regreso?

Él se volvió como si estuviese buscando algo.

– ¿Xypher? -Ella acortó la distancia entre ambos-. ¿Por qué?

Con expresión reservada, él se encogió de hombros.

– Tú estabas disgustada por ella. No quería que te preocuparas o te culparas a ti misma por su pérdida.

Por primera vez, Simone entendió la incesante necesidad de Xypher por descubrir qué motivaciones había tenido ella para ayudarlo. Había algunos actos de compasión que eran tan altruistas que desafiaban a la lógica. Para él, el acto más sencillo era desconcertante.

Para ella, éste acto era único.

– ¿Por qué te preocupaste?

– No lo sé.

Xypher apretó los dientes. Eso no era verdad. Sabía exactamente por qué lo había hecho. Por una vez él había puesto los sentimientos de ella por encima de los suyos, pero admitirlo… Eso era más de lo que podía hacer ahora mismo.

Incluso así, había sacrificado una parte de sí mismo para hacerla feliz.

Ella se puso de puntillas para besarlo ligeramente en los labios.

– Ahora entiendes que la bondad no tiene que estar motivada por nada, excepto por un deseo de ayudar a otro y hacer que se sienta mejor.

Xypher parpadeó cuando ella se retiró. Tenía razón. Nunca en su vida había hecho algo para ayudar a alguien sólo por hacerlo. Incluso con Satara, él había obtenido algo. Ella le había enviado a hacer sus recados, entonces lo recompensó, y él había hecho lo que ella le pedía simplemente para obtener de ella algo a cambio. Todo eso fue hecho por egoísmo.

Pero no esto.

No había esperado de Simone ni siquiera un agradecimiento por salvar a Gloria. De hecho, no había intentado decirle que lo había hecho por ella. ¿Por qué tenía que hacerlo?

– ¿Xypher?

Levantó la mirada para verla parada en el umbral.

– Necesito ducharme. Tienes que seguirme para que pueda hacerlo.

– Lo siento. -Él caminó obedientemente por el pasillo.

Ella le dedicó una sonrisa que entibió su corazón antes de cerrar la puerta y dejarle de pie al otro lado, mientras se dedicaba a sus cosas en el interior. Él la escuchaba moviéndose alrededor y se imaginó cómo sería desnuda con el agua corriendo por su cuerpo…

Él se movió, intentando obtener algún alivió de su hinchado pene, pero no estaba funcionando. Cerrando sus ojos, se imaginó a sí mismo en la ducha con ella. Podía sentir el calor del agua contra su piel desnuda, ver el contorno de su espalda cuando alzaba la cara hacia la ducha y se lavaba el pelo. Ella cerró los ojos, inclinando la cabeza para asegurarse de que su pelo estuviera completamente mojado. Dioses, era tan hermosa.

Necesitando sentirla, inclinó su pecho contra su espalda y rodeó su cintura con un brazo.

– ¡Xypher!

El chillido de indignación lo arrancó de su fantasía.

Un instante después, la puerta se abrió de golpe para descubrir a Simone envuelta en una húmeda toalla, fulminándole furiosa con la mirada.

– ¿Qué crees que estás haciendo?

– Yo sólo me quedé aquí.

– No, no lo has hecho. Estabas en la ducha conmigo.

– No, yo estaba…

¿Lo estaba?

Apenas contuvo una sonrisa antes de enfadarla más. ¡Sí! Sus poderes habían estado funcionando. Pero ese pensamiento fue seguido por un incómodo sentimiento.

Con todo, maldición, él había estado realmente en la ducha con ella, se había proyectado.

Ella frunció el ceño ante él.

– Tú no estás mojado.

– Porque estuve aquí mismo todo el tiempo.

Ella entrecerró los ojos con suspicacia.

– ¿Estás seguro de eso?

– Sí.

La duda dominaba su expresión.

– No me estás mintiendo, ¿verdad?

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[8] Dimensión Desconocida