Выбрать главу

Tate se burló.

– Bien, esto es Nueva Orleáns. Un montón de mierda freaky para por aquí.

Un oficial se aproximó.

– Hemos buscado por todas partes la cabeza del pobre chico. Creemos que quienquiera que le haya matado debe de habérsela llevado. ¿Piensas en vudú, Doc?

– Estoy pensando algo, Sam. He terminado con el cuerpo. Envolvedlo tan pronto como tus chicos tengan lo que necesiten y acabaré en el laboratorio.

– Ok.

Tate caminó hacia ellos.

– Gracias por la ayuda. Voy a hacer tanto papeleo como lo normal. Si a vosotros chicos se os ocurre algo más, hacédmelo saber.

Simone se giró hacia Xypher, quien estaba paseando. El viento agitaba su pelo, atrayéndolo hacia los ojos. El demonio dentro de ella estaba ahora más atraído por él que la mujer que había sido. Había un nuevo lado sensual en ella que no había estado allí antes.

Le permitía entenderle mucho mejor. Los poderes dentro de ella tenían hambre, pero no sabía de qué. Era como un dolor físico.

Como si hubiera sentido sus pensamientos, él se giró en su dirección. La intensidad de su mirada la chamuscó.

Y fue entonces que olió lo mismo que él…

Antes de que pudiera moverse, Xypher estaba allí, moviéndose más rápido que cualquiera pudiera ver.

– Tus ojos están rojos, -susurró, poniéndose entre ella y los oficiales que todavía investigaban la escena.

Se enfrió ante sus palabras.

– ¿Qué?

– Tus ojos han cambiado. Necesitas reconocer cuando pasa para que puedas evitarlo.

– ¿Cuán malos parecen?

Miró hacia abajo, hacia ella. En vez de azul, su iris era blanco, ribeteado en rojo.

– Parecen como estos.

Ella se encogió.

– ¿Qué puedo hacer?

Los ojos de Xypher volvieron a ser azules.

– Actúa como si tuvieras algo en un ojo, y te alejaré de los humanos.

Inclinando la cabeza, cerró los ojos y se frotó el derecho.

– No me gusta esto, Xypher.

– Lo sé. Pero te acostumbrarás a las evidencias físicas y luego tendrás más control sobre tu parte demonio.

Ella hizo una mueca de dolor.

– No quiero ser un demonio.

– Yo tampoco, pero no podemos evitar quienes o qué fueron nuestros padres, ¿verdad?

Sus palabras fueron duras y la picaron.

– Mi padre amaba a mi madre, -dijo defensivamente.

Él se burló de ella.

– Has visto a que se parece un gallu en su forma demonio. Te hace preguntarte que clase de mujer podría sentirse atraída por eso.

Simone todavía quería defender a sus padres. Los había amado completamente.

– Se conocieron en un bar cuando mi madre estaba en la universidad.

El frunció el ceño.

– ¿Qué?

– Es lo que mi madre me contó una vez. Trabajaba como camarera cuando mi padre entró y empezaron a hablar.

Xypher se detuvo mientras recordaba lo que Jaden le había contado sobre sus padres.

– Debía de haber estado allí vigilando a su víctima. Era una casualidad que no matara a tu madre mientras estuvo allí.

– Mi madre dijo que fue amor a primera vista. Tan pronto como lo vio, supo que era diferente de los otros hombres… Me hace preguntarme si sabía exactamente cuan diferente era. ¿Crees que le contó a ella que era parte demonio?

– No lo sé, Simone. Lo creerías, pero eso era un infierno de secretos. Puedo ver fácilmente porque no se lo contaría.

También ella. Por ejemplo, ¿cómo le contaría a alguien alguna vez lo que era? ¿Quién, aparte de Tate y Xypher, la creería?

Él se detuvo en la acera.

– Mírame.

– ¿Están mejor mis ojos?

Asintió.

– Mantén el control de tus emociones, y ayudará.

Ella tragó. Él hizo que sonara mucho más fácil de lo que era. Por el amor de Dios, ¿ Si lo hacía durante las clases? Nunca creerían que eran efectos especiales instantáneos.

– Estoy asustada por esto, Xypher. Si alguien averigua que soy un demonio, lo perderé todo.

Él puso las manos en sus brazos y los frotó confortablemente.

– Estarás bien. Te lo prometo. Pero ¿puedes imaginar el miedo que tu padre debió de haber tenido cuando decidió estar con tu madre? Tuvo que abandonar todo y a todos los que conocía. Zafarse de los grilletes como hizo… El amor debió haber sido fuerte.

– ¿Qué quieres decir?

– Tu padre era un demonio vinculado, Simone, con un maestro al que servía. Cuando esto ocurre, tu maestro te posee completamente hasta que cumples cualquier contrato que tenga sobre ti. Si escapas a esa vinculación antes de cumplir el contrato, es una sentencia de muerte. Tu padre sabía eso y aún así huyó.

– Para estar con mi madre.

Xypher asintió. No podía imaginar lo que el padre había estado pensando o de qué clase de contrato había huido. Era…

Hizo una pausa mientras un olor llenaba su nariz. Inhaló profundamente antes de que sus ojos destellaran a rojo.

– ¿Qué es, Xypher?

– Caronte.

CAPÍTULO 13

Simone y Xypher se volvieron para ver a tres hombres, extremadamente altos y fornidos, que estaban parados en la calle detrás de ellos. El primero era delgado, su cabello negro azabache era corto por detrás y largo en el frente, caía sobre sus ojos. Los otros dos tenían el cabello de color caoba y la constitución física de levantadores de pesas. Pero por la cítrica esencia de su piel y el extraño brillo de sus ojos, podían haber pasado por humanos.

El de cabello oscuro se acercó.

– Misafy…-Siseó peligrosamente mientras los recorría con una mirada hostil.- ¿Qué os trae por aquí?

Simone se aproximó a Xypher.

– ¿Nos han insultado?

– Depende de si ser llamada ‘mestiza’ te resulta ofensivo o no. -Su mirada se encontró con la del Caronte-. He visto lo que los gallu le hicieron a uno de los tuyos. Os estaba buscando para averiguar el por qué.

El Caronte se acercó a ellos con un andar letal.

– Xedrix -advirtió el que se encontraba a la derecha-. No conocemos nada sobre ellos o sobre sus poderes.

Xedrix lo ignoró y siguió acercándose a Simone. Inclinándose, aspiró profundamente el aire entre sus cabellos.

Xypher lo instó a desistir.

Los ojos de Xedrix destellaron peligrosamente entretanto se negaba a retroceder.

– ¿Katika? -Le preguntó a Xypher.

– Sí.

Xedrix se arrodilló ante ella.

Completamente desconcertada por lo que acababa de ocurrir, Simone miró a Xypher buscando una explicación.

– ¿Katika? ¿Y eso qué es?

El demonio se puso de pie.

– Tú eres su dueña.

Ella elevó las cejas para expresar sorpresa. Ella ¿era la dueña de Xypher? ¿En qué clase de universo paralelo sería eso posible?

– ¿Lo soy?

Xypher le advirtió con la mirada que no dijera una palabra más, antes de volver a fijar su atención en Xedrix.

– Pieryol akati. Venimos en son de paz. Ninguno de nosotros tiene una alianza con los gallu.

Xedrix se mofó.

– ¿No? Apestais a nuestros peores enemigos. Griegos y gallu. ¿Y esperáis que crea que no tenéis intenciones de dañarnos?

El demonio que se encontraba a la derecha de Simone dio un paso al frente.

– Mi hermano yace muerto. Opino que matemos al macho como venganza.

Xedrix le dedicó una mirada llena de odio tan malévola, que el demonio que había hablado la sintió sobre sus hombros.

– Conoces las leyes de tu gente. Él pertenece a una, que no se ha declarado nuestra enemiga.

– ¡No serviré a una humana-gallu misafy!

Xedrix extendió su mano y el demonio flotó por el aire para aterrizar en su puño.

– Te has olvidado de algo, Tyris. La hembra viene a hablar en son de paz, nosotros la escucharemos. Puede que seamos brutales pero no somos salvajes.

Volvió su mirada hacia Xypher antes de liberar a Tyris.

– Un sólo movimiento hostil y Katika o no, os mataremos.