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Jesse maldijo.

Simone se volvió para mirarle y señaló por encima del hombro de Xedrix. Allí en las sombras, contra la pared, estaba Kerryna y se veía horrible.

Ellos se apresuraron a su lado.

Xedrix la atrajo a sus brazos y la sostuvo cerca.

– ¿Estás bien, me arita?

Kerryna jadeó como si estuviese luchando con una fuerte oleada de náuseas. Ella se pegó a Xedrix mientras las lágrimas rebosaban en sus ojos.

– Ellos me dieron Aperia.

La cara de Xedrix palideció.

– ¿Qué es eso?-Preguntó Simone.

Xypher maldijo.

– Es un veneno que actúa lentamente y que es mortal para los demonios.

– Tengo doce horas, -dijo Kerryna, con la voz rota- Si mato a Xypher y a la Destructora, Satara me dará el antídoto.

Xedrix miró a Xypher.

– Estás muerto hijo de puta.

– ¡No! -Chasqueó Kerryna, cubriendo su cara y haciendo que la mirara a ella-. Nosotros no podemos hacer eso.

Un furioso músculo se tensó en el cuello de Xedrix.

– No voy a dejarte morir. No me importa a quien tenga que matar para salvarte. Lo haré.

Simone se aclaró la garganta llamando la atención.

– ¿No podemos conseguir el antídoto?

Kerryna negó con la cabeza.

– Lo tiene Satara y ella está custodiada por un ciento de Spathi Daimons y demonios gallu. No hay esperanza. Ella quiere a Xypher muerto. Su vida es la única cosa que dará a cambio del antídoto.

Simone se negaba a creer eso,

– Tiene que haber otra manera.

Xypher se volvió a ella cuando recordó a alguien que estaba no sólo estaba conectada con Apollymi y Satara, sino alguien que también le debía un favor.

– Tengo una idea. Dame tu teléfono.

Simone lo hizo.

Él lo abrió y marcó a Acheron quien respondió al primer toque.

– Necesito un favor.

Acheron se rió.

– ¿De veras?

– Pero no de ti. Necesito hablar con Katra.

– ¿Por qué? -No pasaba desapercibido el hielo en el tono de Acheron. No es que Xypher lo culpara. Katra era la hija de Acheron y estaba seguro que el atlante haría cualquier cosa por protegerla.

Pero ahora mismo, tenían problemas mucho más acuciantes.

– Necesito a alguien que pueda entrar en Kalosis, patearle el culo a Satara, y salvar la vida de una inocente… Dimme.

– ¿Dónde estás?

– Club Vampiro en el Warehouse District. ¿Conoces el lugar?

– No, pero estaré allí en breve.

Colgó y miró a Xedrix.

– Tengo al calvario viniendo hacia aquí. Confía en mí.

Deslizando a Kerryna a un lado, Xedrix alcanzó la pared y bajó la palanca de una alarma de incendios. Ésta sonó en un tono ensordecedor que ahogó incluso la música.

Cada humano en el club corrió hacia las puertas mientras los demonios se reunían alrededor de Xedrix.

– Cerramos por esta noche, -anunció Xedrix a su equipo-. Tyris, llama al departamento de incendios y diles que un borracho tiró de la palanca por error.

Mientras ellos esperaban por Acheron, Xedrix llevó a Kerryna a la barra y la sentó en un taburete.

– ¿Qué estás planeando? -le preguntó Simone a Xypher- Y no me digas que nada. He aprendido a conocerte mejor que eso.

Él miró a Kerryna antes de responder.

– Estoy cansado de ver salir herida a gente inocente. Voy a acabar con esto de una vez por todas.

– ¿Y si no puedes?

– Lo haré.

Simone sintió una fisura en el aire un instante antes de que Acheron apareciera con una extremadamente alta, increíblemente hermosa mujer rubia quien estaba obviamente embarazada. Debía ser la misteriosa Katra.

Los Carontes sisearon tan pronto los vieron, entonces cayeron de rodillas.

Acheron miró alrededor con una ceja totalmente arqueada.

– Esto es completamente inesperado -frunció el ceño ante Xypher- ¿De dónde han venido los Carontes?

Xedrix se levantó lentamente para quedarse ante Acheron, pero se aseguró de mantener sus ojos bajos.

– Perdónanos, akri, por nuestra falta de vigilancia. Yo no pido piedad para mí mismo sino para mis hombres, conserva sus vidas. Ellos sólo me siguieron y hicieron lo que yo les dije. Yo soy el único que debería ser asesinado, no ellos.

Katra jadeó ante la vista de los demonios.

– Así que esto es lo que os sucedió a todos vosotros. Estoy maravillada. Encantada de veros a todos otra vez, chicos. Me alegra que hayáis sobrevivido. No tengo idea de por qué estáis en un club, pero aún así me alegro de que estéis todos aquí -El Miró a Acheron e indicó a Xedrix con un gesto de su barbilla-. Xedrix es de particular interés para ti.

– ¿Cómo así?

– Bueno, uno, él es el favorito de todos los demonios de tu madre, y dos, es el hermano mayor de tu Simi.

Acheron frunció el ceño ante su revelación.

– ¿De verdad?

Katra asintió.

Xedrix parecía un poco más confundido que Acheron.

– ¿Simi?

– Xiamara -dijo Katra rápidamente.

Xedrix se quedó con la boca abierta.

– ¿Mi hermana vive?

Katra sonrió cariñosamente al demonio y asintió.

– Y está completamente mimada.

Los ojos de Xedrix se suavizaron.

– Bendito seas, akri, por tu amabilidad y piedad. He estado apenado durante siglos por el destino de mi hermana Simi.

– Ahórratelo, -dijo Acheron en un tono impasible-. Xirena también vive con nosotros.

Kerryna puso su mano en la de Xendrix.

El demonio parecía encantado por las noticias.

– Entonces puedo morir feliz, akri, sabiendo que ellas están vivas. Gracias.

Acheron puso los ojos en blanco.

– No voy a matarte, Xedrix. Simi me torturaría durante siglos si lo considerase siquiera. Por cierto, ¿Cómo hicisteis tíos para acabar de todos los lugares que hay, en un Bar de Nueva Orleans?

Kerryna sonrió, entonces hizo una mueca como si una ola de dolor la golpeara.

– El oso, Kyle Peltier, los encontró después de que escaparan de Kalosis. Estaban intentando comerse a un turista, pero Kyle los detuvo antes de que lo mataran y les explicó que si querían vivir aquí y no morir, tendrían que seguir las reglas y hacer un hogar. Él tomó su propio dinero y lo invirtió en el bar y le mostró a Xedrix como llevarlo. Los dos son ahora socios.

Katra entrecerró los ojos sobre Kerryna.

– Yo te recuerdo a ti de las Vegas. Tú eres la Dimme que escapó.

– Y yo a ti, diosa. Recuerdo bien que intentaste matarme.

– Ella no es diabólica, Kat, -dijo rápidamente Xypher, poniéndose entre ellas-. Ha estado ocultándose intentando encajar también en el mundo.

Simone se adelantó.

– Y ella es la única a la que ha envenenado Satara. El único antídoto para esto está en Kalosis con Satara. Como una futura madre como tú misma, puedes ver por qué no podemos dejarla morir.

Xypher asintió.

– Esperaba que tú pudieras ayudarnos.

Acheron encontró la mirada de Katra.

– Sabes que no puedo ir allí sin que se acabe el mundo. Tendrás que hacerlo tu misma.

Katra sonrió.

– Lo sé. Estará bien volver -Palmeó cariñosamente a Xedrix en el brazo -No te preocupes, Xed. Kalosis es el único lugar donde Satara y Stryker no pueden tocarme. Tú sabes lo que les haría mi abuela si lo intentaran.

Xedrix asintió.

Cuando empezó a desvanecerse, Xypher la detuvo.

– Espera, Kat. Yo quiero ir contigo.

Katra frunció el ceño ante él.

– ¿Estás seguro?

Xypher asintió, entonces miró a Simone.

– Tengo que hacerlo.

– Lo sé -dijo Simone lentamente -Sólo quiero decirte algo antes de que te vayas.

– ¿Qué?

– Te amo.

Xypher no podía respirar cuando esas palabras lo impactaron igual que una ráfaga psíquica. Él acunó su mejilla en su mano.