¾Sholto… ¾susurré.
¾No, Princesa. También he visto como tú te estremecías, apartándote de mí.
Me moví hacia él.
¾Al principio, sí. Pero desde entonces te he visto resplandeciendo con tu poder, con todo un juego de colores que hacía que esos apéndices extras brillaran como joyas al sol. He sentido tu cuerpo vibrar con la magia y el poder, tu desnudez dentro de mi cuerpo¾. Le toqué el brazo.
Él no se apartó.
¾Tú no lo jodiste, ¾dijo Segna.
¾No, pero lo he tenido en mi boca, y si no me hubieses interrumpido esa noche, nosotros quizás habíamos hecho más. ¾Yo no había gozado de los apéndices extra de Sholto, pero una vez que él había empezado a resplandecer con el poder, su magia respondiendo a mi toque, yo lo había visto claramente durante un resplandeciente momento. Le había encontrado atractivo y había visto ese nido de tentáculos no como una deformidad sino como otra parte de él. Dudaba de haber podido dormir en la misma cama con él, pero en cuanto al sexo… el sexo me había parecido una buena idea en ese momento. Ahora traté de dejárselo ver en mi cara, pero quizás ya se reflejaba, porque él se apartó y comenzó a explicar la historia del engaño.
¾Debería de haber sabido que era una mentira ¾dijo él¾. Lady Clarisse se ofreció a encontrarse conmigo. Ella me mandó una nota en la que decía que me había visto fugazmente sin camisa, y no había podido dejar de fantasear sobre ello. Salté ante la oportunidad, no parándome a preguntar. Quería tanto estar con otro sidhe, incluso aunque sólo fuera por una noche.
Yo no me sentía culpable muy a menudo, pocas hadas lo hacen, pero en ese momento supe que si le hubiera tomado en mi cama, él no habría sido vulnerable a la artimaña de la luminosa. O quizás habría sido más vulnerable, nunca lo sabríamos.
Intenté abrazarlo sin hacerle daño, pero Segna me alcanzó y me apartó.
¾No vuelvas a tocarla ¾le espetó Sholto a Segna, y su voz estaba repleta de una ira sofocante.
¾Ahora ella te abrazará ¾gimoteó Segna¾, ahora te tocará, porque esas cosas repulsivas ya no están. Ahora ella te quiere, como la otra ramera sidhe.
¾Ella me habría tocado esa noche en Los Ángeles si tú nos hubieses dejado solos ¾dijo él.
Agnes alcanzó a la otra arpía y la empujó hacia atrás.
¾Él tiene razón, Segna. También tenemos parte de culpa en esta atrocidad.
Una lágrima cayó desde el ojo amarillo enfermizo de Agnes. Ella se giró para que yo no la viera. La mayor parte de las hadas lloran cuando otras hadas lloramos, y demostramos cualquier emoción abiertamente. Era sólo cuando estábamos cerca de un trono que aprendíamos a esconder lo que sentíamos. Y nosotros creíamos que éramos un pueblo más libre que ellos.
¾Lady Clarisse ¾continuó Sholto¾, me llevó dentro del sithen de la luz. Me llevó a escondidas por caminos apartados hasta su cuarto. Entonces me dijo que aunque los tentáculos la fascinaban, también los temía. Me dijo que no podría soportar que los tentáculos la tocaran mientras hacíamos el amor. Sinceramente, en ese momento fui un tonto porque permití que me atara de modo que yo no la rozara accidentalmente con las partes que ella tanto temía, y también dijo que anhelaba. ¾De nuevo, no miró a nadie a los ojos. Vi cómo enrojecía incluso a través de las hebras de su blanco cabello. El ardía por la vergüenza¾. Cuando estuve indefenso, otros sidhes se deslizaron sigilosamente en la habitación. Ellos me hicieron lo que ves.
¾¿Estaba su rey con ellos? ¾Preguntó Doyle.
Sholto negó con la cabeza.
¾Él no es un rey que haga su propio trabajo sucio. Tú lo sabes, Oscuridad.
¾¿Lo sabía el rey? ¾Preguntó Doyle.
¾Ellos no habrían hecho esto sin su conocimiento ¾dije¾. Le temen demasiado.
¾Pero no estando presente, se ha dejado margen para negarlo ¾dijo Sholto¾. Si pudiera ver lo que él esperaba ganar con esto, yo lo creería de él. ¿Pero qué espera lograr con ello?
¾Algunos de entre tu gente creyeron que la Reina Andais te hizo esto o permitió que te lo hicieran. Quizás esta atrocidad fue cometida con esa intención. Tú eres su aliado más poderoso, Rey Sholto. ¿Si tú dejases su bando, qué pasaría entonces? ¾ Preguntó Doyle.
¾La única razón que puede tener el rey para querer a nuestra reina separada de sus aliados es que piense en declarar la guerra. Y si cualquier sithen entra en guerra con otro, nuestro tratado con América será violado. Todos seremos expulsados del último país que nos acogería. Si Taranis provoca eso, el resto de hadas se alzaría contra él, y sería destruido.
Nosotros ya sabíamos que Taranis había hecho algo casi tan malo o más que eso a principios del año. Liberó al Innombrable, un ser sin forma. Este ser fue creado a partir del poder desechado al que todos los sidhes habían sido forzados a renunciar a fin de que se les permitiera quedarse en América, una de las restricciones que nos impuso el Presidente Jefferson cuando nos permitió quedarnos. Habíamos llevado a cabo dos vaciados mágicos de poder en Europa, intentando controlarnos a nosotros mismos lo suficiente para convivir pacíficamente con los humanos, pero habíamos hecho otro aquí. No creo que cualquiera de los otros sidhe entendiese a lo que renunciábamos. Nací mucho tiempo después del hechizo, de modo que conozco nuestro glorioso pasado a través de historias, leyendas y rumores.
Taranis había liberado toda esa magia atrapada, y trató de utilizarla para matar a Maeve Reed. Reed fue la diosa dorada de Hollywood, y durante un tiempo, también la diosa del cine. Ella conocía su secreto, que él era estéril, y que la larga sucesión de esposas que él seguía reemplazando no tenían la culpa de no darle hijos. De él era el problema, y él lo había sospechado durante cien años, cuando expulsó a Maeve Red del sithen por rehusar compartir su cama. Ella lo rechazó porque la última esposa que él había dejado de lado se había quedado embarazada de otra persona. Maeve le dijo a Taranis, a la cara, que creía que él era estéril, y muchos años más tarde, él había tratado de vengarse.
Una de las cosas que incitó a la Reina Andais a llamarme del exilio había sido descubrir, gracias a los médicos humanos, que ella era estéril. El gobernante de la Tierra de las Hadas es la misma tierra, y si no es fértil y saludable, las personas y la tierra se mueren. Es una magia muy vieja, y es cierto. Si Taranis había sabido acerca de su esterilidad durante cien años sin revelarlo, entonces había condenado a sabiendas a su gente a la muerte. En el Mundo de las Hadas se mataba a los gobernantes por tales delitos.
¾Todos vosotros estáis demasiado tranquilos ¾nos dijo Sholto¾. Tú sabes algo. Algo que necesito saber.
¾No somos libres de discutirlo, no en público al menos ¾dijo Doyle.
¾No te será permitido estar a solas con él ¾dijo Agnes¾. No somos tan tontas como eso.
¾Yo no puedo discutir con Agnes por esto ¾dijo Sholto. Otra vez hizo el gesto como de acariciar los miembros perdidos¾. Ya me he puesto a merced de los sidhe demasiado a menudo últimamente.
¾Nosotros no podemos contar esta historia sin el permiso de nuestra reina ¾dijo Doyle. ¾Nos ganaría, como mínimo, un viaje al Vestíbulo de la Muerte.
¾Y yo no demandaría eso de nadie ¾dijo Sholto¾. Agachó la cabeza, y un sonido se le escapó. Fue casi un sollozo. Quise abrazarlo, pero yo no quería enojar más a sus arpías. Además, ellas tenían parte de razón, ahora yo lo podría tocar sin estremecerme. De todos modos, yo lo veía como lo que era, alguien a quién cruelmente se le había practicado una amputación. Yo había sentido esos musculosos tentáculos en mi cuerpo, apenas un roce, pero habían sido reales, y habían tenido una utilidad que ahora él había perdido.
Sholto habló con voz queda…