Выбрать главу

¾Los Luminosos dijeron que me hacían un favor. Si me curaba sin que la deformidad regresara, la dama en cuestión cumpliría su palabra y se acostaría conmigo una noche.

Compasivamente, inicié una caricia allí donde los tentáculos habían estado, y entonces me paré porque la heridas estaban abiertas y sangraban, y si le tocaba le dolería.

¾Pero los tentáculos forman parte de ti. Es como cortarte un brazo, o peor.

¾¿Sabes con qué frecuencia yo he soñado con parecerme a ellos? ¾Me dijo señalando hacia los hombres que estaban a mi espalda. ¾Agnes tiene razón. He soñado con parecer completamente sidhe durante demasiado tiempo, y ahora es como tú dices, he perdido trozos de mí mismo. He perdido brazos, y más que eso.

¾La reina no sabe esto ¾dijo Doyle.

¾¿Estás seguro de eso, Oscuridad? ¿Más allá de cualquier duda?

Doyle empezó a decir simplemente , y entonces se paró.

¾No, no estoy seguro, pero ella no nos ha dicho otra cosa; ni existen rumores de lo contrario que hayan tocado nuestra corte.

¾Ha habido guerras que han empezado por menos que esto, Oscuridad. Guerras entre cortes de las hadas.

Doyle asintió.

¾Lo sé.

¾Agnes dice que Andais tuvo que haberle dado a Taranis su aprobación, aunque fuera tácita, o Taranis no se habría arriesgado. ¿Piensas que mi arpía tiene razón? ¿Piensas que la reina permitió que esto sucediera?

¾Los sluagh son demasiado importantes para la reina, Rey Sholto. Yo no puedo imaginarme un conjunto de circunstancias en las que Andais se arriesgaría a dañar de tal forma los votos de alianza de los sluagh a su corte. Yo pienso que el motivo más probable por lo que se ha hecho esto, al menos en parte, es para intentar despojar a nuestra reina de su fuerza. ¿Por qué no llamaste a la reina, a la corte?

¾Creí que ella debía saberlo. Que ella tenía que haber dado el permiso. Estaba de acuerdo con las arpías, no pensaba que Taranis osara hacer esto sin el conocimiento de Andais.

¾No puedo discutir tu argumento, pero no creo que ella lo sepa ¾dijo Doyle.

¾¿Por qué no me llamaste, Sholto? ¾Pregunté¾. Una vez me dijiste que sólo nosotros dos entendíamos lo que quiere decir ser casi sidhe. Casi lo suficiente alto, casi lo suficiente esbelto, casi, pero no lo bastante puro para ser aceptado.

Él casi sonrió, casi.

¾Podemos haber tenido esto en común, pero como te dije en Los Ángeles, ningún hombre se había quejado jamás acerca de tu cuerpo; sólo mujeres envidiosas.

Le sonreí.

¾Acerca de mis pechos, tenías razón. ¾Eso me ganó una sonrisa a cambio, que, dada esa herida atroz, me hizo respirar más fácilmente¾. Pero soy demasiado baja, y parezco demasiado humana para que la mayor parte de los sidhe, sean hombres o mujeres me permitan olvidarlo.

¾Yo te lo dije entonces: Eran tontos ¾dijo Sholto. Me tomó la mano en la suya y la levantó para besarla, pero cuando trató de inclinarse, el dolor lo paró a medio gesto.

Presioné su mano contra mi mejilla.

¾ Sholto, oh, Sholto.

¾Había esperado oír ternura en tu voz, pero no por esta razón. No me compadezcas, Meredith, no podría soportarlo.

Yo no supe cómo responder. Sólo le sostuve la mano contra mi cara, y traté de pensar en algo que pudiese decir que no le hiciera sentirse peor. ¿Cómo podría no compadecerle?

¾¿Cuándo pasó esto, Rey Sholto? ¾Preguntó Doyle.

Sholto miró más allá de mí al otro hombre.

¾Hace dos días, justo antes de vuestra segunda rueda de prensa.

¾Ésa durante la cual se cometieron dos asesinatos ¾dijo Rhys.

Sholto lo miró.

¾Tú cogiste a tu asesino aunque la policía humana no lo sepa todavía. He oído que intentas dejar que se cure de su tortura antes de mostrarlo a la policía humana.

¾Nuestra reina lo dejó hecho un desastre ¾dijo Rhys.

¾¿Él es culpable? ¾Preguntó Sholto.

¾Eso creemos ¾dijo Doyle.

¾¿Pero no estás seguro?

¾Lo mismo que se hizo con tu estómago, la Reina Andais lo hizo con cada centímetro de Lord Gwennin.

Sholto hizo una mueca de dolor y asintió.

¾Uno haría cualquier cosa para que tal dolor cesara.

¾Incluso confesar algo que no hizo ¾dijo Doyle.

Miré a Doyle entonces.

¾¿Piensas que Gwennin es inocente?

¾No. Ni tampoco creo que actuara completamente solo. Andais estaba usando sus propios intestinos como correa para sujetarlo, Meredith. Él habría sido un tonto si no hubiera confesado.

Sholto presionó mi mano contra su cara. Segna trató de intervenir pero Agnes la detuvo y los otros dos guardias se movieron entre Sholto y las arpías. Vislumbré el rostro de uno de los guardias. Los ojos rasgados pero de un solo color, la boca fina sin labios, y una cara que era una combinación extraña de humanoide y ave nocturna. Ellos eran como Sholto, pero nadie los confundiría jamás con un sidhe. Los ojos, eran ojos de trasgo. El guardia me miró fijamente con una cara que parecía sólo medio formada, las fosas nasales eran meras aberturas. Yo no aparté la mirada. Lo miré fijamente, memoricé su cara, ya que yo nunca había visto a otro exactamente así.

¾No me encuentras feo. ¾La voz del guardia tenía ese filo de gorjeo, casi parecido a un pájaro, pero más profundo.

¾No ¾dije.

¾¿Sabes lo que soy?

¾Los ojos son de sangre trasgo, pero la cara es de ave nocturna. No estoy segura sobre el resto ¾le dije.

¾Soy medio trasgo y medio ave nocturna.

¾Ivar y Fyfe son tíos míos por lado de mi padre ¾dijo Sholto.

El segundo guardia habló por primera vez. Su voz era más profunda, más "humana". Me ofreció una vista completa de su cara. Sus ojos eran igualmente oblongos, el color de un profundo y rico azul, pero él tenía más nariz, más mandíbula inferior. Si hubiese sido más alto quizás habría pasado por un trasgo. Pero la piel no tenía exactamente la textura correcta.

¾Soy Fyfe, el hermano de Ivar ¾dijo, echando a las arpías una mirada hostil¾. Nuestro rey sintió la necesidad de tener algunos guardias masculinos, que no entraran en conflicto con sus necesidades físicas. Nosotros lo protegemos, y eso es todo.

¾Este insulto no ha sido por nuestra falta de habilidad para protegerlo ¾dijo Agnes¾. Tú, también, te verás impotente cuando él persiga su próximo pedacito de carne sidhe. Él no querrá tener audiencia, e irá con ella solo.

¾Basta, Agnes. Basta, todos vosotros. ¾Sholto presionó más mi mano contra su cara¾. ¿Que por qué no te lo dije, Princesa? ¿Cómo podría admitir que los Luminosos me hicieron esto? ¿Que yo no fui lo suficiente guerrero para salvarme? ¿Que caí en su trampa, porque ellos me ofrecieron lo que tú me habías prometido? Agnes tiene razón en una cosa: Estoy tan cegado por mi deseo de estar con otro sidhe, tan cegado que le permití a una mujer de la corte de la luz atarme. Tan cegado que me creí su mentira de que estaba fascinada con mis tentáculos, pero atemorizada de ellos, también. ¾Él sacudió la cabeza¾. Soy el Rey de los Sluagh, e incluso atado debería de haber tenido la suficiente magia como para salvarme de esto. ¾Sholto me soltó y retrocedí.

¾Los luminosos tienen una magia que nosotros no tenemos ¾dijo Frost.

¾Los sluagh tienen una magia que los luminosos nunca han poseído, ¾dije. Toqué el brazo de Sholto. Él se estremeció, pero no se apartó. Apreté su brazo, queriendo desesperadamente sostenerlo, tratar de ahuyentar ese dolor. Descansé la cabeza contra su brazo desnudo. Mi garganta se cerró, y de repente me ahogaron las lágrimas. Comencé a llorar agarrada a su brazo. No podía parar.

Sholto me separó de él lo bastante para poder ver mi cara.

¾Estás desperdiciando tus lágrimas conmigo, ¿por qué?

Tuve que luchar para hablar.

¾Tú eres hermoso, Sholto, no debes permitirles que te hagan creer otra cosa.

¾Hermoso ahora que han hecho una carnicería con él ¾dijo Segna, asomando sobre nosotros, abriéndose camino por delante de los tíos.