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Davies.-¿Eh?

Mick.-Que estoy muy impresionado por lo que acaba de decir. (Pausa.) Sí, ha sido muy impresionante, de veras. (Pausa.) Que estoy impresionado, vaya…

Davies.-Entonces sabe de qué estoy hablando, ¿no?

Mick.-Sí, lo sé. Creo que nos comprendemos.

Davies.-¡Uh! Bueno…, qué quiere que le diga… Me…, me gustaría creer que así es. Usted ha estado jugando conmigo, ¿sabe? No sé por qué. Yo nunca le he hecho ningún daño.

Mick.-No. ¿Sabe lo que ha pasado? Que empezamos con mal pie. Ahí está.

Davies.-Sí; por desgracia, empezamos mal.

Mick.-¿Quieres un bocadillo?

Davies.-¿Qué?

Mick.-(Sacando un bocadillo del bolsillo.) Toma uno de estos.

Davies.-¿Qué trama ahora?

Mick.-Nada; todavía no me comprendes. No puedo dejar de interesarme por los amigos de mi hermano. Porque tú eres amigo de mi hermano, ¿no?

Davies.-Bueno, yo…, yo no diría tanto.

Mick.-¿No se comporta él como un amigo o qué?

Davies.-Bueno, yo no diría que somos lo que se dice amigos. Quiero decir, a mí no me ha hecho ninguna trastada, pero yo no diría que es… lo que se dice un amigo mío. De qué es ese bocadillo, ¿eh?

Mick.-Queso.

Davies.-Bueno, vale.

Mick.-Toma.

Davies.-Gracias, señor.

Mick.-Siento que me digas que mi hermano no es amable contigo.

Davies.-Lo es, lo es. Nunca he dicho que no lo fuera…

Mick.-(Sacando un salero del bolsillo.) ¿Sal?

Davies.-No, gracias. (Muerde el bocadillo.) Solo que no acabo…, no acabo de entenderle…

Mick.-(Buscando por el bolsillo.) He olvidado la pimienta.

Davies.-No le veo el quid, eso es lo que pasa.

Mick.-Por algún lado tenía un poco de remolacha en vinagre. La habré perdido. (Pausa. Davies mastica el bocadillo. Mick le mira comer. Después se levanta y se pasea por la parte anterior de la escena.) ¡Humm!… Escucha… ¿Puedo pedirte un consejo? Quiero decir, tú eres un hombre de mundo. ¿Puedo pedirte un consejo sobre algo?

Davies.-Adelante.

Mick.-Bueno; se trata, ya verás, estoy…, estoy un poco preocupado con mi hermano.

Davies.-¿Su hermano?

Mick.-Sí…; verás, lo que pasa es que…

Davies.-¿Qué?

Mick.-Bueno, no está bien que diga esto, pero…

Davies.-(Levantándose, va hacia la parte anterior.) Vamos, siga, dígalo. (Mick le mira.)

Mick.-No le gusta trabajar. (Pausa.)

Davies.-¡Continúe!

Mick.-No, no le gusta trabajar, eso es lo que le pasa.

Davies.-¿De veras?

Mick.-Es terrible tener que decir esto de un hermano.

Davies.-¡Ah!, sí, terrible.

Mick.-Él se siente avergonzado de ello, muy avergonzado.

Davies.-Conozco esa clase de tipos.

Mick.-¿Conoces el tipo?

Davies.-Me he topado con ellos.

Mick.-Quiero decir, lo que yo quiero es que las cosas le vayan bien.

Davies.-Es natural, claro.

Mick.-Si uno tiene un hermano mayor, lo que uno quiere es empujarle hacia adelante, lo que uno quiere es ver que se abre camino. No puedo tenerle mano sobre mano, eso no hace más que perjudicarle. Es lo que yo digo.

Davies.-Sí.

Mick.-Pero él no se dobla al trabajo.

Davies.-No le gusta trabajar, ¡ea!

Mick.-Le avergüenza trabajar.

Davies.-Así parece.

Mick.-Conoces el tipo, ¿no?

Davies.-¿Yo? Ya lo creo, conozco tipos así.

Mick.-Sí.

Davies.-Conozco esa clase de gente. Me he topado con tipos así.

Mick.-Esto me tiene trastornado. Ves, yo soy un trabajador, un comerciante. Tengo camioneta propia.

Davies.-¿De veras?

Mick.-Tiene que hacerme un trabajito… Lo tengo aquí para que me haga un trabajito…; pero, no sé…, he llegado a la conclusión de que es un trabajador muy lento. (Pausa.) ¿Qué me aconsejas?

Davies.-Bueno…; es un tío chusco su hermano.

Mick.-¿Qué?

Davies.-Decía que…, que es un poco chusco su hermano. (Mick lo mira fijamente.)

Mick.-¿Chusco? ¿Por qué?

Davies.-Pues… es chusco…

Mick.-¿Qué es lo que tiene de chusco? (Pausa.)

Davies.-El que no le guste trabajar.

Mick.-¿Qué tiene eso de chusco?

Davies.-Nada. (Pausa.)

Mick.-A eso no lo llamo yo chusco.

Davies.-Yo tampoco.

Mick.-No vayas a meterte a criticar ahora, ¿eh? No jorobes.

Davies.-No, no, no era esa mi intención, de ninguna manera…; lo que yo quería decir…, yo solo quería…

Mick.-Anda, cállate ya.

Davies.-Mire, lo que yo quería decir era…

Mick.-¡Basta! (Vivamente.) ¡Mira! Voy a hacerte una proposición. Estoy pensando que lo mejor será que me ponga al frente de esta casa, ¿comprendes? Creo que se le podría sacar un partido mucho mayor. Tengo muchas ideas, muchos planes. (Mira a Davies intensamente.) ¿Te gustaría quedarte a vivir aquí como conserje?

Davies.-¿Qué?

Mick.-Mira, voy a serte franco. Yo estaría mucho más descansado sabiendo que un hombre como tú estaba por aquí vigilándolo todo.

Davies.-Bueno, verá…, espere un momento… Yo… Yo nunca he sido conserje antes, ¿sabe?…

Mick.-No importa. Si te lo pido es porque me parece que eres la persona adecuada para esta clase de trabajo.

Davies.-Claro que lo soy. Quiero decir, en mis buenos tiempos me habían hecho muchas ofertas, ¿sabe? De eso puede estar seguro.

Mick.-Sí, ya me he dado cuenta antes, cuando has sacado ese cuchillo, que no eres de los que se dejan tomar el pelo fácilmente.

Davies.-A mí no me toma el pelo nadie, qué va.

Mick.-Quiero decir, tú has hecho el servicio, ¿verdad?

Davies.-¿El qué?

Mick.-Que has hecho el servicio. Se ve a la legua.

Davies.-¡Oh!…, sí. Pero, hombre, si he pasado allí la mitad de mi vida. Ultramar…; como… soldado…, eso es.

Mick.-En las colonias, ¿eh?

Davies.-Allí estuve. Uno de los primeros.

Mick.-Eso es. Exactamente el hombre que necesito.

Davies.-¿Para qué?

Mick.-Para conserje.

Davies.-Sí, bueno…, mire…, oiga…, ¿quién es el dueño aquí, usted o él?

Mick.-Yo. El dueño soy yo. Tengo documentos para probarlo.

Davies.-¡Ah!… (Con resolución.) Bueno, mire: en realidad, no me disgusta ser conserje y vigilarle la casa.

Mick.-Naturalmente, tendremos que llegar a un pequeño acuerdo financiero que redunde en beneficio de ambos.

Davies.-Eso lo dejo en sus manos, arréglelo como quiera.

Mick.-Gracias. Solo una cosa.

Davies.-¿Qué cosa?

Mick.-¿Puede darme referencias?

Davies.-¿Eh?

Mick.-Solo para que mi agente legal no tuerza el gesto.

Davies.-Tengo una gran cantidad de referencias. Lo único que he de hacer es llegarme a Sidcup mañana. Allí tengo todas las referencias que usted quiera.

Mick.-¿Dónde está eso?

Davies.-Sidcup. No solo tienen allí todas mis referencias, sino también todos mis papeles. Conozco aquello como la palma de mi mano. Si me llegara allí, no solo me haría con mis referencias, sino también con todos mis papeles. De todas maneras, tendré que llegarme, ¿comprende? Tengo que ir o, de lo contrario, estoy copado.

Mick.-O sea que cuando queramos podremos hacernos con esas referencias.

Davies.-Me llegaré allí cualquier día, ya le digo. Quería ir hoy, pero estoy…, estoy esperando que cambie el tiempo.

Mick.-¡Ah!

Davies.-Oiga. ¿No podría usted encontrarme un buen par de zapatos? Necesito un buen par de zapatos como el pan que me como. No puedo ir a ninguna parte sin un buen par de zapatos, ¿comprende? ¿Tiene usted probabilidades de encontrarme un buen par? (Las luces se van apagando hasta oscurecerse totalmente la escena. Esta se ilumina nuevamente. Es de día. Aston se sube los pantalones sobre sus calzoncillos largos. Hace una ligera mueca. Busca en la cabecera de su cama, toma una toalla del toallero y la agita. La coloca de nuevo en su sitio, se acerca a Davies y le despierta; Davies se incorpora sobresaltado.)