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Aston.-Vaciarlo.

Mick.-Le estaba diciendo aquí, al amigo, que de un momento a otro ibas a ponerte a decorar las otras habitaciones.

Aston.-Sí. (Pausa. A Davies.) Aquí tengo su bolsa.

Davies.-¡Oh! (Se acerca a él y la coge.) ¡Oh!, gracias, señor, gracias. Se la dieron, ¿verdad? (Davies vuelve a su rincón con la bolsa. Mick se levanta y se la quita.)

Mick.-¿Qué es esto?

Davies.-¡Devuélvamela, es mi bolsa!

Mick.-(Amenazándolo para que no se acerque.) Esta bolsa la tengo vista.

Davies.-¡Es mía!

Mick.-(Esquivándole.) Me es muy familiar.

Davies.-¿Qué quiere usted decir?

Mick.-¿De dónde la has sacado?

Aston.-(Levantándose.) Vamos, acabad de una vez.

Davies.-Es mía.

Mick.-¿De quién?

Davies.-Mía. ¡Dígale que es mía!

Mick.-¿Es su bolsa?

Davies.-¡Démela!

Aston.-Dásela.

Mick.-¿Qué? ¿Qué tengo que darle?

Davies.-¡Esa puñetera bolsa!

Mick.-(Ocultándola detrás de la cocina de gas.) ¿Qué bolsa? (A Davies.) ¿Qué bolsa?

Davies.-(Acercándose.) ¡Oiga, oiga!

Mick.-(Encarándosele.) ¿Adónde vas?

Davies.-Voy a coger… mi puñetera…

Mick.-¡Cuidado con lo que haces, nene! Te equivocas de puerta. No vayas demasiado lejos. Entras en un domicilio privado y te pones a fanfarronear y a meter mano a todo lo que puedes meter mano. No te pases de la raya, hijo. (Aston coge la bolsa.)

Davies.-Es usted un ladrón, eso es lo que es, un ladrón…; déme la…

Aston.-Tome. (Aston le alarga la bolsa a Davies. Mick se la arrebata. Aston se la quita. Mick se la quita a Aston. Davies intenta cogerla. La coge Aston. Mick intenta arrebatársela. Aston se la da a Davies. Mick se la quita. Pausa. La coge Aston. La coge Davies. La coge Mick. Intenta cogerla Davies. La coge Aston y se la da a Mick. Mick se la da a Davies. Davies la aprieta contra sí. Pausa. Mick mira a Aston. Davies se aleja con la bolsa. Se le cae. Pausa. Los otros dos lo miran. Davies recoge la bolsa. Va hacia su cama y se sienta. Aston va hacia su cama, se sienta y empieza a liarse un cigarrillo. Mick se queda en pie inmóvil. Pausa. Una gota cae en el balde. Todos levantan los ojos. Pausa. ¿Qué tal en Wembley?

Davies.-Pues todavía no he ido. (Pausa.) No, no he podido. (Mick va hacia la puerta y sale.)

Aston.-He tenido mala suerte con aquella sierra de vaivén. Cuando he llegado allí, ya la habían vendido. (Pausa.)

Davies.-¿Quién era ese tipo?

Aston.-Mi hermano.

Davies.-¿Su hermano? Un poco guasón, ¿verdad?

Aston.-¡Hummm!…

Davies.-Sí…, un guasón de verdad.

Aston.-Tiene sentido del humor.

Davies.-Sí, ya me he dado cuenta. (Pausa.) Un guasón de verdad, el muchacho, salta a la vista. (Pausa.)

Aston.-Sí; tiende…, tiende a ver el lado cómico de las cosas.

Davies.-Sí, lo que se dice tener sentido del humor, ¿no?

Aston.-Sí.

Davies.-Sí, ya se nota, ya. (Pausa.) Tan pronto le he puesto los ojos encima, me he dado cuenta de que tenía una manera muy suya de ver las cosas. (Aston se pone en pie, va hacia el cajón del armario, a la derecha, coge la estatuilla de Buda y la pone sobre la cocina de gas.)

Aston.-Estoy encargado de arreglarle la parte superior de la casa.

Davies.-¿Qué… quiere decir…? ¿Quiere decir con eso que esta casa es suya?

Aston.-Sí. Debo pintarle todo este rellano. Convertir todo esto en un piso.

Davies.-¿Y él qué hace entonces?

Aston.-Es del ramo de la construcción. Tiene camioneta propia.

Davies.-Pero no vive aquí, ¿verdad?

Aston.-Una vez haya construido el cobertizo allá fuera…, estaré en condiciones de pensar en el piso, ¿comprende? Tal vez podría ir haciendo algo para salir del paso. (Va hacia la ventana.) Yo sé trabajar con mis manos, ¿sabe? Es una de las cosas que yo sé hacer. Antes no me había dado cuenta. Pero ahora puedo hacer toda clase de cosas con mis manos. Ya sabe, trabajos manuales. Cuando construya el cobertizo allá fuera… montaré un taller, ¿sabe? Podría…, podría trabajar la madera. Trabajos sencillos al principio…, buena madera. (Pausa.) Claro, hay mucho que hacer en esta casa. Estoy pensando, con todo, estoy pensando en un tabique… en una de las habitaciones del rellano. Creo que le irá bien. Pero… hay esos biombos…, ¿sabe?…, orientales. Con uno de ellos la habitación queda dividida… Queda dividida en dos. Podría hacer eso o podría hacer un tabique. Podría hacer muchas cosas, ¿comprende?, si tuviera un taller. (Pausa.) De todas formas, creo que me he decidido por el tabique. (Pausa.)

Davies.-¡Eh!, oiga, me parece que, que esta no es mi bolsa.

Aston.-¡Oh!, no.

Davies.-No, no es mi bolsa. La mía era completamente distinta, ¿sabe? Ya sé lo que han hecho. Lo que han hecho es quedarse con mi bolsa y darle otra que no es la mía.

Aston.-No…, lo que ha pasado ha sido que alguien se ha largado con la suya.

Davies.-(Levantándose.) ¡Ya decía yo!

Aston.-De todas maneras, me he hecho con esta en otro sitio. Dentro hay unas cuantas… piezas de ropa. Me lo han dado todo muy barato.

Davies.-(Abriendo la bolsa.) ¿Hay zapatos? (Davies saca dos camisas a cuadros, una de un rojo vivo y otra verde, también muy vivo. Las examina, levantándolas.) Cuadros.

Aston.-Sí.

Davies.-Sí…; bueno, ya sé lo que pasa con esta clase de camisas, ¿sabe? Camisas así no duran mucho en invierno. Lo sé por experiencia. No, lo que necesito es esa clase de camisas a rayas, una camisa buena y fuerte, con rayas hacia abajo. Eso es lo que quisiera. (Saca de la bolsa un batín de pana color granate.) ¿Qué es esto?

Aston.-Un batín.

Davies.-¿Un batín? (Palpa el tejido.) No está nada mal esta tela. Voy a ver qué tal me sienta. (Se lo prueba.) ¿No tiene usted un espejo por aquí?

Aston.-No, no creo.

Davies.-Bien; no me está mal del todo. ¿Qué tal estoy?

Aston.-Muy bien.

Davies.-Bueno; esto sí que lo acepto, ya ve. (Aston coge el enchufe y lo examina.) No, a esto no digo que no. (Pausa.)

Aston.-Podría usted… ser el conserje de aquí, si quisiera…

Davies.-¿Qué?

Aston.-Podría usted… cuidar de la casa, si quisiera…, ya sabe: las escaleras y el rellano, las escaleras de la puerta de la calle, vigilarlo todo, sacar el brillo a las campanillas.

Davies.-¿Campanillas?

Aston.-Voy a poner unas cuantas en la puerta de la calle. De metal.

Davies.-Conserje, ¿eh?

Aston.-Sí.

Davies.-Bueno, yo…, yo nunca he sido conserje, ¿sabe?…, quiero decir…, nunca…; lo que quiero decir es que… nunca he sido conserje antes. (Pausa.)

Aston.-¿Qué le parece a usted la idea?

Davies.-Bueno, yo calculo… Bueno, me gustaría saber…, usted ya sabe…

Aston.-Qué clase de…

Davies.-Sí, qué clase de…, ya sabe… (Pausa.)