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Aston.-Bueno, lo que yo quiero decir…

Davies.-Lo que yo quiero decir es que tengo que…, que tengo que…

Aston.-Bueno, yo podría decírselo…

Davies.-Eso…, eso es…, ¿ve?… ¿Comprende lo que quiero decir?

Aston.-Cuando llegue el momento…

Davies.-Quiero decir, a eso iba…; verá…

Aston.-Más o menos exactamente que…

Davies.-Verá, lo que quiero decir es…, a lo que iba es a…; en fin, ¿qué clase de trabajos?… (Pausa.)

Aston.-Bueno, tendrá que limpiar las escaleras… y las… campanillas…

Davies.-Pero sería cuestión de… ¿No cree?… Sería cuestión de tener una escoba…, ¿no?

Aston.-Podría facilitarle un paño para quitar el polvo.

Davies.-¡Oh!, ya sé, ya…; pero ¿cree usted que podría arreglármelas sin una…, sin una escoba?…

Aston.-Tendría que tener una escoba…

Davies.-Eso es…, eso es exactamente lo que estaba pensando…

Aston.-Creo que podré hacerme con una sin ninguna dificultad… y, claro, también…, también necesitaría unos cuantos cepillos…

Davies. – Necesitaría instrumentos…, ¿comprende?…, unos cuantos instrumentos de calidad…

Aston.-Podría enseñarle cómo funciona el aspirador, si usted… no tiene inconveniente…

Davies.-¡Ah!, eso sería… (Aston toma un guardapolvo blanco colgado de un clavo, encima de su cama, y lo muestra a Davies.)

Aston.-Podría ponerse esto, si le gustara.

Davies.-Bueno…; es…, es bonito, ¿eh?

Aston.-Le guardaría del polvo.

Davies.-(Poniéndoselo.) Sí, esto me guardaría del polvo muy bien. De perilla. Muchas gracias, señor.

Aston.-Verá, lo que podríamos hacer, podríamos…, podría poner una campanilla abajo, por la parte de fuera, al lado de la puerta, con un letrerito que dijera «Conserje». Y usted podría contestar a cualquier llamada.

Davies.-Bueno; en cuanto a eso, no sé, no sé…

Aston.-¿Por qué no?

Davies.-Bueno, lo que quiero decir es que nunca se sabe quién va a llamar a la puerta, ¿no? Tengo que estar al tanto.

Aston.-¿Por qué? ¿Le sigue alguien los pasos?

Davies.-¿Los pasos? Bueno, a lo mejor ese tío, el escocés, viene a por mí, ¿no? ¿Y qué hago yo? Oigo la campanilla, me voy abajo, abro la puerta. ¿Y quién está allí? ¡Cualquiera sabe! A lo mejor… Podrían desvalijarme en un abrir y cerrar de ojos, ¿no se da cuenta? O cualquiera que estuviera detrás de mi cartilla, quiero decir, mire, aquí estoy solo con cuatro sellos en la cartilla; aquí está, mire, cuatro sellos, es todo lo que tengo, ni uno más, todos los que tengo; hacen sonar la campanilla del «Conserje» y me echan mano, eso es lo que harían, sin escapatoria posible. Claro, tengo muchas otras cartillas por ahí, pero no lo saben, y no voy a ser yo quien se lo diga, ¿no le parece? Porque entonces caerían en la cuenta de que ando por ahí con un nombre falso, ¿comprende? Es otro, ¿comprende? El nombre al que respondo ahora no es mi nombre verdadero. Es falso. (Silencio. Las luces se van apagando hasta oscurecerse la escena completamente. Entonces una tenue luz se filtra por la ventana. Se oye un portazo. Alguien mete la llave en la cerradura de la habitación. Entra Davies, cierra la puerta, abre el interruptor de la luz. Al no encenderse esta, abre y cierra el interruptor varias veces. Murmurando.) ¿Qué pasa? (Abre y cierra.) ¿Qué le ocurre a esta maldita luz? (Abre y cierra.) ¡Aaaah! No me digas que esa condenada bombilla se ha fundido ahora. (Pausa.) ¿Qué hago? Ahora se ha fundido la condenada bombilla. No veo ni gota. (Pausa.) ¿Qué hacer? (Avanza, tropieza.) ¡Ah!, Dios, ¿qué es esto? Necesito una luz. Espera un momento (Busca en sus bolsillos las cerillas, saca una caja y enciende una. La cerilla se apaga. Le cae la caja.) ¡Aaah! ¿Dónde está? (Agachándose.) ¿Dónde debe de estar esa puñetera caja? (Alguien da una patada a la caja.) ¿Qué es eso? ¿Qué? ¿Quién es? ¿Qué es eso? (Pausa. Davies avanza.) ¿Dónde está mi caja? Estaba aquí en el suelo. ¿Quién es? ¿Quién la ha hecho correr? (Silencio.) Vamos. ¿Quién es? ¿Quién ha cogido mi caja de cerillas? (Pausa.) ¿Quién está aquí? (Pausa.) Tengo un cuchillo, ¿eh? Estoy preparado. Anda, ven, pues… ¿Quién eres? (Se mueve, tropieza, cae y da un grito. Silencio. Davies lanza una leve queja. Se levanta.) ¡Muy bien! (Se pone en pie, respirando ruidosamente. De pronto el aspirador empieza a zumbar. Un cuerpo se mueve juntamente con el aparato, guiándolo de un lado a otro. La boca del aspirador se arrastra ahora por el suelo, persiguiendo a Davies, el cual salta, huye y cae presa del terror.) ¡Ah, ah, ah, ah, ah, ah! ¡Vete, veteeee! (El aspirador cesa de funcionar. La sombra salta sobre la cama de Aston.) ¡Anda, ven, estoy preparado! ¡Estoy…, estoy…, estoy aquí! (La sombra desenchufa el aspirador del casquillo que pende del techo y vuelve a colocar la bombilla. La escena se ilumina. Davies se aplasta contra la pared de la derecha, cuchillo en mano. Mick está en pie sobre la cama, sujetando todavía el enchufe.)

Mick.-Estaba haciendo una limpieza a fondo. (Salta de la cama.) Antes había un enchufe en la pared para este aspirador. Pero ahora no funciona. He tenido que enchufarlo en el casquillo de la bombilla. (Guarda el aspirador debajo de la cama de Aston.) ¿Qué le parece cómo ha quedado? Le he dado un buen repaso. Lo hacemos por turno, una vez cada quince días, mi hermano y yo. Le damos a todo esto un buen repaso. He trabajado hasta tarde esta noche, acabo de llegar hace un momento. Pero he pensado que sería mejor ponerme manos a la obra, puesto que es mi turno. (Pausa.) En realidad, eso no quiere decir que yo viva aquí. No. Vivo en otro sitio, desde luego. Pero, después de todo, yo soy el responsable de la conservación de esta finca urbana, ¿no es cierto? No puedo evitar sentirme orgulloso de ser el dueño. (Se acerca a Davies señalando el cuchillo.) ¿Qué haces con esto en la mano?

Davies.-No se acerque.

Mick.-Siento haberte dado un susto. Pero también estaba pensando en ti, ¿sabes? Quiero decir, en el invitado de mi hermano. Hay que tener en cuenta tu comodidad, ¿no te parece? No queremos que el polvo se te meta en las narices. A propósito, ¿cuánto tiempo piensas quedarte aquí? La verdad es que iba a proponer que pagaras una renta más baja, solo una cantidad nominal, quiero decir, hasta que encuentres trabajo. Solo nominal, eso es todo. (Pausa.) En fin, si te pones intransigente, tendré que revisar de nuevo todo el asunto. (Davies se dirige lentamente hacia su cama. Mick, de espaldas, le vigila; Davies se sienta, con el cuchillo en la mano.) ¿Eh? No estarás pensando en atacarme. Tú no eres un tipo violento, ¿verdad?

Davies.-(Vehemente.) Yo no me meto con nadie, compadre. Pero si alguien se mete conmigo, ya sabe lo que le espera, no vaya a creer.

Mick.-Lo creo, lo creo.

Davies.-Me alegro. He corrido mucho mundo, ¿sabe? ¿Comprende lo que quiero decir? Un poquito de broma de cuando en cuando, la aguanto; pero cualquiera podría decirle que… quien se mete conmigo…

Mick.-Sí, ya comprendo lo que quiere decir.

Davies.-Hasta aquí podíamos llegar…, pero…

Mick.-No más allá.

Davies.-Eso es. (Mick se sienta en la cabecera de la cama de Davies.) ¿Qué hace?

Mick.-No, sólo quería decirle que… me ha impresionado mucho lo que acaba de decirme.