»No pretendo responder esta pregunta aquí. Pero os plantearé una adivinanza, para que meditéis sobre ella. Resolvedla, y estaréis un paso más cerca de entender lo que la Hypnerotomachia significa.
Al terminar, Taft acciona el proyector de diapositivas golpeando el mando a distancia con la palma de la mano. En la pantalla aparecen tres maravillosas imágenes en blanco y negro.
– Se trata de tres grabados de la Hypnerotomachia que describen una pesadilla que sufre Polia al final del relato. Mientras Polia narra la pesadilla, el primer grabado muestra un niño que entra en un bosque montado en una carroza de fuego tirada por dos mujeres a las que azota como bestias. Polia lo observa todo escondida entre los árboles.
»El segundo grabado muestra al niño liberando a las mujeres, cortando las cadenas al rojo vivo con una espada de hierro. Enseguida las atraviesa con la espada y una vez que están muertas, las desmiembra.
»En el último grabado, el niño ha arrancado los corazones aún latientes de los cadáveres de las mujeres y se los ofrece a unas aves de presa. Las entrañas se las da a las águilas. Luego, tras descuartizar los cuerpos, echa el resto a los perros, lobos y leones que se han acercado.
»Cuando Polia despierta de su sueño, su nodriza le explica que el niño es Cupido, y las mujeres son jóvenes doncellas que lo ofendieron negándose a aceptar los afectos de sus pretendientes. Polia deduce que se ha equivocado al rechazar a Polifilo.
Taft hace una pausa y por un instante le da la espalda al auditorio mientras contempla las enormes imágenes, que parecen flotar en el aire.
– ¿Pero qué ocurre si suponemos que el significado explícito no es el significado real? -Dice, todavía dándonos la espalda, con una voz incorpórea que resuena a través del micrófono del pecho-. ¿Y si la interpretación que da la nodriza del sueño no fuera, en realidad, la correcta? ¿Y si usáramos el castigo infligido a estas dos mujeres para descifrar cuál fue el crimen que en verdad cometieron?
»Consideremos un castigo legal por alta traición que existió en ciertas naciones europeas siglos antes y después de la redacción de la Hypnerotomachia. Un criminal condenado por alta traición era, en primer lugar, arrastrado, es decir, atado a la cola de un caballo que lo llevaba a rastras por toda la ciudad. De esta forma, el criminal era llevado a la horca, donde era ahorcado, no hasta su muerte, sino hasta que estuviera medio muerto. Entonces el verdugo le abría el cuerpo, le sacaba las entrañas y las quemaba frente a él. Le sacaba el corazón, que después se exhibía ante la
multitud presente. Enseguida el verdugo decapitaba el cadáver, descuartizaba los restos y exponía las partes sobre picas colocadas en lugares públicos, para que sirvieran como disuasión a los futuros traidores.
Al decir esto, Taft vuelve a fijarse en los espectadores para ver su reacción. Ahora regresa a las diapositivas.
– Con esto en mente, volvamos a nuestras imágenes. Vemos que muchos de los detalles corresponden al castigo que acabo de describir. Las víctimas han sido arrastradas al lugar de su muerte, o mejor, de manera un tanto irónica, son ellas mismas quienes arrastran el carro del verdugo. Aparecen desmembradas y sus extremidades expuestas ante la multitud presente, que en este caso está compuesta de animales salvajes.
»En lugar de ahorcarlas, sin embargo, a las mujeres se las mata con una espada. ¿Cómo debemos interpretar esto? Una explicación posible es que la decapitación, con hacha o con espada, era un castigo reservado a ciudadanos de alto rango, para los cuales la horca era considerada demasiado innoble. Quizás, pues, podamos inferir que éstas eran damas distinguidas.
»Finalmente, los animales que aparecen entre la multitud os traerán a la memoria las tres bestias del primer canto del Inferno de Dante, o del sexto verso de Jeremías.
La mirada de Taft recorre la sala de conferencias.
– Estaba a punto de decir exactamente eso -susurra Gil con una sonrisa. Para mi sorpresa, Charlie le indica que se calle.
– El león significa el pecado del orgullo -continúa Taft-. Y el lobo representa la codicia. Éstos son los vicios de la alta traición, la de un Satán o un Judas, tal como parece sugerir el castigo. Pero aquí la Hypnerotomachia se desmarca, pues la tercera bestia de Dante es un leopardo, que representa la lujuria. En cambio Francesco Colonna hace aparecer un perro en lugar de un leopardo, sugiriendo que la lujuria no es uno de los pecados por los cuales las dos mujeres han sido castigadas. -Taft hace una pausa, permitiendo que el público digiera lo que acaba de decir-. Así pues -comienza de nuevo-, lo que estamos empezando a leer es el vocabulario de la crueldad. A pesar de lo que muchos de vosotros podáis pensar, no se trata de un lenguaje puramente primitivo. Como todos nuestros rituales, está lleno de significado. Simplemente tenemos que aprender a leerlo. En ese sentido, os ofreceré una información adicional que podéis utilizar para interpretar la imagen. Enseguida formularé una pregunta y os dejaré el resto a vosotros.
»La última pista que os daré es un hecho que probablemente conocéis pero habéis pasado por alto. Es éste: podemos darnos cuenta de que Polia se ha equivocado al identificar al niño simplemente advirtiendo el arma que éste lleva. Pues si el niño de la pesadilla hubiera sido en realidad Cupido, como afirma Polia, su arma no habría sido la espada. Habría sido el arco y la flecha. -Hay murmullos de asentimiento en el público, cientos de estudiantes que comienzan a ver el día de San Valentín con otros ojos-. Por lo tanto os pregunto: ¿quién es este niño que blande una espada, obliga a unas mujeres a arrastrar su carro de guerra a través de un bosque agreste y luego las masacra como si fueran culpables de traición?
Espera un instante, como si se preparara para dar la respuesta, pero en cambio dice:
– Resolved esto y empezaréis a comprender la verdad oculta de la Hypnerotomachia. Tal vez también empecéis a comprender el significado no sólo de la muerte, sino de la forma que la muerte adopta cuando llega. Todos nosotros, los que tenemos fe y los que carecemos de ella, nos hemos acostumbrado demasiado al signo de la cruz para comprender el verdadero significado del crucifijo. Pero la religión en general, y el cristianismo en particular, ha sido siempre la historia de la muerte en vida, de los sacrificios y los martirios. Esta noche, esta noche en especial, mientras conmemoramos el sacrificio del más famoso de esos mártires, éste es un hecho que debemos resistirnos a olvidar.
Tras quitarse las gafas y doblarlas para guardárselas en el bolsillo del pecho, Taft inclina la cabeza y dice:
– Esto es lo que os confío. Pongo mi fe en vosotros. -Da un paso lento y pesado hacia atrás y añade-: Gracias a todos y buenas noches.
Los aplausos estallan en cada esquina del salón, al principio forzados, pero luego elevándose en un fuerte crescendo. A pesar de la interrupción, el público se ha sentido seducido por este hombre extraño, cautivado por su fusión de intelecto y entrañas.
Taft hace pequeñas venias y se dirige arrastrando los pies a la mesa que hay junto al podio, con la intención de sentarse, pero el aplauso continúa. Algunos asistentes se ponen de pie y siguen aplaudiendo.
– Gracias -dice Taft de nuevo, todavía de pie, las manos apoyadas en el espaldar de la silla. En ese mismo instante, la vieja sonrisa regresa a sus facciones. Es como si hubiera sido él quien observara al público durante todo este tiempo, y no al revés.
La profesora Henderson se levanta y camina hacia el atril, acallando el aplauso.
– Como es tradición -dice-, esta noche ofreceremos un refrigerio en el patio que hay entre este auditorio y la capilla. Me parece que los equipos de mantenimiento han colocado un cierto número de calentadores bajo las mesas. Por favor, acompañadnos. -Entonces se dirige a Taft, y añade-: Dicho lo cual, permitidme darle las gracias al doctor Taft por esta memorable conferencia. Nos ha causado usted una fuerte impresión.