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– Poder -contestó él-. El poder de aterrorizar y humillar. Quizá la imagen de rectitud que había forjado para los padres de sus alumnos le pesara más de la cuenta. Lo más seguro es que nunca lo sepamos y, francamente, me da igual. Lo que de verdad me preocupa son los apuros que pasarán sus familias… Sobre todo Sylvestra y Rhys.

– Creo que Fidelis Kynaston la apoyará -dijo Hester-. Se ayudarán mutuamente. Y miss Wade también. Las tres se enfrentan a un trance horrible. Tal vez se marchen a la India -agregó, pensando en voz alta-. Todos juntos, cuando Rhys se encuentre mejor. No podrán quedarse aquí.

– Es posible -convino Monk-. Aunque no deja de ser sorprendente lo que uno es capaz de enfrentar cuando no tiene otro remedio. -Le hablaría sobre Runcorn en otro momento, más tarde, cuando estuvieran a solas y resultara más apropiado.

– La India les gustaría -insistió-. Allí hay mucha necesidad de personas con conocimientos de enfermería, sobre todo mujeres. Lo leí en las cartas de Amalia.

– ¿Crees que saben algo sobre enfermería? -preguntó Monk, sonriendo.

– ¡Todo se aprende!

Monk sonrió con franqueza, aunque ella no lo vio.

El jurado declinó retirarse y emitió un veredicto de inocencia.

Hester tomó de la mano a Monk y se apoyó en él.

Anne Perry

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