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El Aprendizaje Acelerado y la Técnica de los Tres Dedos han demostrado ser valiosos medios para ahorrar tiempo para los graduados de Control Mental en diversos campos: ventas (especialmente seguros), estudios académicos, enseñanza, derecho y actuación, para nombrar tan solo unos cuantos.

Un próspero agente de seguros de vida de Canadá ya no exaspera a sus clientes hojeando tediosamente los papeles que lleva en su portafolios para encontrar respuestas a las preguntas acerca de complejos problemas de herencia e impuestos. El enorme conjunto de datos que necesita se encuentran en la punta de su lengua, gracias al Aprendizaje Acelerado y a sus tres dedos.

Un abogado litigante de Detroit se ha "liberado" de los apuntes cuando resume un caso complejo ante el jurado. Graba su recapitulación y la escucha a nivel Alfa la noche anterior, y después la vuelve a escuchar temprano por la mañana. Más tarde, cuando se presenta confiado ante los miembros del jurado, mantiene un contacto visual sin romper comunicación con ellos. El resultado es que habla en forma más persuasiva que si estuviera consultando apuntes, y nadie se da cuenta de lo que hace con los tres dedos de su mano izquierda.

Un comediante de un centro nocturno de Nueva York modifica su rutina todos los días en la que hace "comentarios" acerca de las noticias. Una hora antes del espectáculo escucha una cinta de sí mismo y sale preparado para veinte minutos de graciosas humoradas "espontáneas".

– Yo solía cruzar los dedos, y confiar en que las cosas marcharan bien. Ahora uno tres dedos y ya sé qué es lo que va a ocurrir… voy a provocar muchas carcajadas.

El Aprendizaje Acelerado y la Técnica de los Tres Dedos son, por supuesto, ideales para los estudiantes, y esta es una razón por la cual Control Mental se ha impartido hasta el momento en veinticuatro universidades, dieciséis secundarias y ocho primarias. Gracias a estas técnicas, miles de alumnos estudian menos y aprenden más.

7. SUEÑO CREATIVO

¡Cuan libres somos cuando soñamos! Las barreras del tiempo, las limitaciones del espacio, las leyes de la lógica, las represiones de la conciencia, todo esto desaparece y somos dioses de nuestras propias creaciones fugaces. Freud atribuyó una importancia capital a nuestros sueños porque lo que creamos en ellos nos pertenece en forma única. Al comprender los sueños de un hombre, parecía decir, comprenderás al hombre.

En Control Mental también tomamos los sueños en serio, pero en una forma diferente porque aprendemos a emplear nuestra mente de maneras distintas. Freud se ocupaba de los sueños que nos llegan en forma espontánea. Esto no es el caso en Control Mental. Nuestro interés se concentra en crear deliberadamente sueños que sirvan para resolver problemas específicos) Como programamos el tema con anticipación, los interpretamos de modo diferente… con resultados espectaculares. Aunque esto limita la espontaneidad de nuestras experiencias con los sueños pero obtenemos una libertad significativa: un mayor control sobre nuestra vida.

Cuando interpretamos un sueño que hemos preprogramado con la debida anticipación, además de obtener discernimiento en la patología de nuestra psique, descubrimos soluciones a nuestros problemas cotidianos.

Son tres. los pasos que enseñamos para el Control de los Sueños, y todos ellos implican el estar a un nivel mental propio para la meditación:

EL primero consiste en recordar nuestros sueños. Mucha gente dice:

– Yo no sueño nada en absoluto.

Pero esto nunca es verdad. (Puede ser que no recordemos nuestros sueños, pero todos soñamos. Si se nos privara de soñar, al cabo de unos cuantos días habría alteraciones mentales y emocionales.

Cuando empecé a investigar la posible utilidad de los sueños para la resolución de problemas, allá por 1949, no estaba seguro en absoluto de lo que descubriría. Había oído, al igual que usted, un sinnúmero de historias sobre premoniciones que ocurren en los sueños. Como todos sabemos, César fue prevenido en un sueño de los "Idus de marzo", y el mismo día, según resultó, fue asesinado. Y también Lincoln soñó premoniciones de su asesinato. Si estos sueños y muchos otros parecidos a ellos, constituían accidentes no susceptibles de repetirse, entonces yo estaba perdiendo mi tiempo.

Hubo un punto en el que me sentí firmemente convencido de que en efecto estaba perdiendo mi tiempo. Había estado estudiando psicología (Freud, Adler, Jung) a lo largo de cuatro años aproximadamente, y me empezó a parecer que mientras más estudiaba, menos sabía. Eran alrededor de las dos de la mañana. Arrojé mi libro al suelo y me fui a acostar, decidido a no perder más tiempo en proyectos inútiles como el de estudiar a los gigantes que estaban en desacuerdo incluso entre ellos mismos. A partir de ese momento me dedicaría a mi negocio de electrónica y nada más. Lo estaba descuidando, y el dinero escaseaba.

Aproximadamente dos horas más tarde me desperté a causa de un sueño. No se trataba de una serie de acontecimientos, como sucede en la mayor parte de los sueños, sino simplemente de una luz. El campo visual en mi sueño estaba bañado por la luz del sol al mediodía, un resplandor dorado, sumamente brillante. Abrí los ojos y estaba oscuro en mi habitación llena de sombras. Cerré los ojos y volvió a estar brillante. Repetí esto en varias ocasiones: ojos abiertos, oscuro; ojos cerrados, brillante. En la tercera o cuarta ocasión en la que cerré los ojos vi tres números: 3-4-3. Después otra serie de números: 3-7-3. Y la siguiente vez la primera serie volvió a aparecer, y después de otra vez la segunda serie.

Yo estaba menos interesado en los seis números que en la luz, que empezó a desvanecerse poco a poco. Me pregunté si la vida llegaría a su fin como un foco, con un relámpago repentino de luz. Cuando me di cuenta de que no me estaba muriendo quise hacer que la luz regresara para estudiarla. Modifiqué mi respiración, mi posición en la cama, mi nivel mental; nada dio resultado. La luz continuó desvaneciéndose. En conjunto, la luz duró alrededor de cinco minutos.

Quizá los números tenían un significado. Permanecí despierto el resto de la noche tratando de recordar números telefónicos, direcciones, números de licencias, cualquier cosa que pudiera dar un significado a aquellos números.

Hoy día cuento con un modo eficaz de descubrir lo que los sueños significan, pero en aquella época todavía me encontraba en las primeras etapas de mi investigación. Al día siguiente, cansado como lo estaba después de haber dormido únicamente dos horas, seguí tratando de relacionar los números con algo que ya conociera.

Ahora tengo que relatar algunos incidentes sin importancia, que me condujeron a descifrar el misterio y de allí, a una parte importante del curso de Control Mental.

Quince minutos antes de la hora de cerrar mi taller de electrónica, un amigo fue a verme para invitarme a tomar un café. Mientras me esperaba, pasó mi esposa y me dijo:

– Ya que van a ir a tomar un café, ¿por qué no pasan al lado mexicano y me compran un poco de alcohol de fricción?

Cerca del puente hay una tienda en donde el alcohol de fricción es más barato.

En el camino le hablé a mi amigo acerca del sueño, y mientras lo hacía se me ocurrió una idea: quizá lo que había visto era el número de un billete de lotería. Pasamos en el auto frente a una tienda en la que se encontraba la oficina central de la lotería mexicana, pero era la hora de cerrar y las cortinas ya estaban corridas. No tenía importancia, de todos modos era una idea absurda, y seguimos una cuadra más para comprar el alcohol para mi esposa.

Mientras el dependiente me envolvía el alcohol, mi amigo me llamó desde otra parte de la tienda.