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Cuando usted se encuentra completamente despierto, activo y capaz de actuar en el mundo cotidiano, se encuentra en Beta, o "conciencia externa", para usar la terminología de Control Mental. Cuando está soñando despierto pero todavía no lo logra por completo, se encuentra en Alfa. La gente de Control Mental llama a esto "conciencia interna". Cuando está dormido se encuentra en Alfa, Theta o Delta, no solamente en Alfa, como muchos lo creen. Con el entrenamiento de Control Mental usted puede entrar a nivel Alfa a voluntad y a pesar de ello permanecer completamente alerta.

Acaso se pregunte usted qué es lo que se siente al estar en estos diferentes niveles de la mente.

El estar en Beta, o completamente despierto, no produce ninguna sensación en particular. Puede ser que usted se sienta confiado o temeroso, ocupado u ocioso, absorto o aburrido… las posibilidades en Beta no tienen fin.

En los niveles más profundos las opciones se encuentran limitadas para la mayor parte de la gente. La vida les ha enseñado a funcionar en Beta, no en Alfa ni en Theta. En los niveles más profundos están limitados más bien a soñar despiertos, al borde del sueño, o en el sueño mismo. Pero con el entrenamiento de Control Mental se empiezan a multiplicar las posibilidades útiles, tal vez sin límite. Como escribió Harry McKnight, director adjunto de Silva Mind Controclass="underline" "La dimensión Alfa cuenta con un conjunto completo de facultades sensoriales, al igual que Beta". En otras palabras, podemos llevar al cabo cosas diferentes en Alfa de las que podemos ejecutar en Beta.

Este es el concepto primordial de Control Mental. Una vez que usted se familiarice con estas facultades sensoriales y aprenda a emplearlas, estará usando más de su mente en una forma especial. En realidad actuará físicamente siempre que lo desee, valiéndose de la inteligencia superior.

La mayor parte de las personas recurre a Control Mental como un medio para relajarse, para poner fin al insomnio, para encontrar alivio de los dolores de cabeza, o para aprender cosas que requieren de enormes esfuerzos de la voluntad, tales como dejar de fumar, perder peso, mejorar la memoria, estudiar con mayor eficacia. Por esto viene la mayor parte de ellas, para aprender mucho, mucho más que eso.

Aprenden que los cinco sentidos (el tacto, el gusto, el olfato, el oído y la vista) solo son parte de los sentidos con los que nacemos. Existen otros, llámense poderes o sentidos, otrora conocidos tan solo para unos cuantos privilegiados y para los místicos, quienes los desarrollaron a lo largo de vidas apartadas del mundo activo. La misión de Control Mental consiste en entrenarnos para despertar estos poderes.

Nadine Berlín, editora de belleza de la revista Mademoiselle, expresó en forma por demás adecuada lo que este despertar puede significar, en el número de la revista de marzo de 1972: "La cultura de las drogas puede tener sus píldoras, polvos e inyecciones para expandir la mente. Yo prefiero algo puro. Control Mental en realidad expande la mente y enseña CÓMO expandirla. El nombre resulta por demás apropiado porque, a diferencia de las drogas o la hipnosis, usted es dueño del control. La expansión mental, el conocimiento de sí mismo y la ayuda que proporcione a los demás a través de Control Mental están circunscritos únicamente por las limitaciones que usted mismo imponga. CUALQUIER COSA es posible. Uno oye que esto les sucede a otros. Y de pronto, se da cuenta de que le está sucediendo a uno mismo".

2. CONOZCA A JOSÉ

José Silva nació el 11 de agosto de 1914 en Laredo, Texas. Su padre murió cuando él tenía cuatro años de edad. Su madre se volvió a casar al poco tiempo, y él, su hermana mayor y su hermano menor se fueron a vivir con su abuela. Dos años más tarde se convirtió en el sostén de la familia, vendiendo periódicos, limpiando zapatos y haciendo trabajos ocasionales. Por las tardes observaba a su hermano y a su hermana mientras hacían sus tareas, y ellos le ayudaban a aprender a leer y a escribir. Nunca ha asistido a la escuela, excepto para dar clases.

El surgimiento de José de la pobreza se inició un día cuando esperaba su turno en una peluquería. Buscó algo para leer. Lo que tomó era una lección de un curso por correspondencia para aprender a reparar radios. José la pidió prestada, pero el peluquero tan solo aceptó rentársela, y eso con la condición de que José resolviera el examen que venía en la parte de atrás a nombre del peluquero. Cada semana José pagaba un dólar, leía la lección y resolvía el examen.

Al poco tiempo un diploma colgaba de la pared de la peluquería, en tanto que en el otro extremo de la ciudad, José, a la edad de quince años, empezó a reparar radios. Conforme fueron transcurriendo los años, su negocio de reparaciones se convirtió en uno de los más grandes del área, y le proporcionó dinero para la educación de su hermano y su hermana, los medios para que él contrajera matrimonio, y a la larga, alrededor de medio millón de dólares para financiar los veinte años de investigaciones que condujeron a Control Mental.

Fue otro hombre con diplomas, estos obtenidos más concienzudamente que el del peluquero, quien incitó en forma accidental estas investigaciones. El hombre era un psiquiatra cuya labor consistía en formular preguntas a los hombres que eran reclutados en el Servicio de Transmisiones durante la Segunda Guerra Mundial.

– ¿Se orina usted en la cama? -José se quedó atónito.

– ¿Le gustan las mujeres? -José, padre de tres hijos, y destinado para ser un día padre de diez, estaba consternado.

Con toda certeza, pensó, el hombre sabía más sobre la mente humana de lo que el peluquero sabía acerca de radios. ¿Por qué planteaba preguntas tan absurdas?

Fue este momento de confusión el que inició a José en la odisea de investigación científica que lo llevó a convertirse, sin diplomas ni certificados, en uno de los investigadores más creativos de su época. Al través de sus escritos, Freud, Jung y Adler se convirtieron en sus primeros maestros.

Las preguntas absurdas adquirieron significados más profundos, y al poco tiempo José estaba preparado para plantear una pregunta propia: ¿Es posible, mediante el uso de la hipnosis, mejorar la capacidad de una persona para el aprendizaje y, de hecho, elevar su I. Q.? En aquellos días se creía que el I. Q. era algo con lo que nacíamos, pero José no estaba tan seguro de ello.

La pregunta tuvo que esperar mientras él estudiaba electrónica avanzada para convertirse en instructor en el Servicio de Transmisiones del Ejército. Cuando obtuvo su licencia, sin ahorros, y con 200 dólares en la bolsa, empezó a reconstruir su negocio lentamente. Al mismo tiempo consiguió un trabajo de medio tiempo para dar clases en el Laredo Júnior College, en donde supervisaba a otros tres maestros y tenía a su cargo la organización de los laboratorios de electrónica de la escuela.

Cinco años más tarde, cuando la televisión hizo su aparición, su negocio de reparaciones empezó a prosperar y José puso coto a su carrera como maestro. Su negocio se volvió a convertir en el más grande de la ciudad. Sus días de trabajo finalizaban alrededor de las nueve de la noche. Después tomaba su cena, y cuando la casa estaba tranquila, estudiaba durante tres horas aproximadamente. Sus estudios lo adentraron todavía más en la hipnosis.

Lo que aprendió acerca de la hipnosis, junto con algunas calificaciones reprobatorias en las boletas de sus hijos, lo llevaron una vez más a la pregunta planteada con anterioridad: ¿se puede mejorar la capacidad para el aprendizaje, el I. Q., por medio de algún tipo de entrenamiento mental?