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la invulnerable Cristiana Dalai,

el irrefutable Piero Gelli,

la irrevocable Rosaria Guacci,

la indomable Antonella Fassi,

la fiable Paola Finzi,

la flexible Mara Scanavino,

con el sorprendente Pierluigi para cubrir las espaldas de todos.

Una mención de honor, por último, al agudo Piergiorgio Nicolazzini, mi osado agente y valiente asesor.

Además:

Angelo Branduardi y Luisa Zappa, por el ritual y exorcizante adelanto de la trama en la taberna habitual;

la doctora Angela Pincelli, a la que por motivos geográficos veo poco pero en la que por motivos afectivos pienso mucho;

el doctor Armando Attanasi, a quien tengo más presente que él a mí;

Francesco Rapisarda, responsable de Comunicación del Reparto Corse della Ducati, que tarde o temprano conseguirá llevarme a un Gran Premio;

Annarita Nulchis, unforgettable como su e-mail y preciosa como su sonrisa;

Marco Luci, por la cortesía y el contacto;

Malabar Viaggi, por la asistencia y la caballerosidad.

Para concluir, un abrazo a todos los amigos que me acompañaron durante años en mi vida y en mi inmutable afecto con su apoyo, su estima y la incorruptible dulzura de las cosas verdaderas.

Y luego, en el plano estrictamente personal, un GRACIAS mayúsculo y de todo corazón a Renata Quadro y Jole Gamba, por su afecto, su presencia tranquilizadora y la ayuda prestada a una persona querida en una situación muy difícil para ella y para mí.

Los personajes de esta historia son fruto de la fantasía.

Las personas a las que he dado las gracias, por suerte para mí, no.

Giorgio Faletti

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