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Pero por su cara supe que ella había visto en mi cara una expresión que le había revelado por fin que yo sabia que ella sabia que yo sabia.

—¿Con quién me ha confundido usted, señora?

—Jaspe, este mes, es la Palabra.

Jaspe es la consigna/clave/santo-y-seña que los Cantores de las Ciudades (quienes, el mes pasado, cantaban “Opalo'' por sus divinas heridas; y en Marte yo había oído la palabra y la había usado tres veces, junto con varias imitaciones tortuosas, para asegurarme la posesión de lo que no era legalmente mío; y aún aquí pondero los Cantores y sus heridas) transmiten de boca en boca por esa hermandad liberal y picaresca con la que he fraternizado (con distintos disfraces) estos nueve años. Se renueva cada treinta idas; y a las pocas horas todos los cofrades la saben, a través de los Mis mundos y mundillos. Por lo general es gruñida por algún bastardo empapado en sangre que le cae a uno de los brazos desde algún portal oscuro: cuchicheada al oído cuando uno pasa por un callejón en sombras; garabateada en un pedazo de papel que le mete a uno en la mano algún roñoso que se mueve con demasiada rapidez entre la multitud. Y este mes, era: Jaspe.

He aquí algunas traducciones posibles:

¡Socorro!

o

¡Necesito ayuda!

o

¡Te puedo ayudar!

o

¡Te están vigilando!

o

Ahora no te están vigilando, así que ¡vuela!

Ultimo detalle sintáctico: Si la palabra es utilizada correctamente, uno nunca tendrá que pensar dos veces lo que significa en una situación dada. Dato importante para el uso: No confiar nunca en quien la emplea incorrectamente.

Esperé a que ella terminara de esperar.

Ella me abrió una cartera a quemarropa.

—Jefa del Departamento de Servicios Especiales Maudline Hinkle —leyó sin mirar lo que decía debajo de la insignia plateada.

—Se lo sabe al dedillo, Maud —le dije. Luego fruncí el ceño—. ¿Hinkle?

—Yo.

—Sé que no lo va a creer, Maud. Me da la impresión de ser una mujer que no tiene paciencia con sus errores. Pero mi nombre es Eventide. No Eldrich. Harmony C. Eventide. ¿y no es una suerte para todos que la palabra cambie esta noche? —Tal como se la pasa, la Palabra no es ningún secreto para los tiras. Pero me he encontrado con policías que hasta una semana después del cambio aún no estaban en onda.

—Está bien, entonces: Harmony. Quiero hablar con usted.

Levanté una ceja.

Ella levantó otra, y dijo:

—Mire, si quiere llamarse Henrietta, a mí me da lo mismo. Pero ahora escúcheme.

—¿De qué quiere hablar?

—Crimen, ¿señor…?

—Eventide. Yo te voy a llamar Maud, así que será mejor que me llames Harmony. Es mi nombre verdadero.

Maud sonrió. No era una mujer joven. Hasta creo que tuvo unos añitos con el Hombre de Negocios. Pero usaba su maquillaje mejor que él.

—Probablemente yo sé de crímenes más que tú —dijo—. No me sorprendería en realidad que ni siquiera hubieses oído hablar de mi sección del departamento de policía. ¿Qué significa para ti Servicios Especiales?

—Eso es cierto. Nunca había oído hablar de ella.

—Durante los últimos siete años le has estado sacando el cuerpo con más o menos éxito al Servicio Regular.

—Oh, Maud, realmente…

—Los Servicios Especiales están destinados a aquellas personas cuya tasa de deshonestidad ha tomado de pronto un marcado incremento… lo bastante marcado con lo para hacer que nuestras lucecitas empiecen a parpadear.

—Seguramente no he hecho nada tan terrible como para.,.

—Nosotros no miramos lo que tú haces. Una computadora lo hace por nosotros. Nosotros no hacemos nada mas que controlar la primera derivación de la gráfica que lleva tu número. Tu curva está ascendiendo vertiginosamente.

—Ni siquiera la dignidad de un nombre…

—Somos el departamento más eficiente de la Organización Policial. Tómalo como una fanfarronada si quieres. O como simple información.

—Bueno, bueno, bueno, —dije—. ¿Tomas un trago?

El hombrecito de chaqueta blanca nos trajo dos, miró perplejo los lujos de Maud y luego se marchó a hacer otra cosa.

—Gracias. —Bajó de un sorbo la mitad como alguien mucho más robusto de lo que parecían indicar su muñecas.

—No es rentable perseguir a la mayoría de los criminales. Fíjate en los pistoleros de primera magnitud, Farnesworth, El Halcón, Blavatskia, Fíjate en los pequeños carteristas, los pasadores, escaladores, sub-empresarios. Los más encumbrados y los mas bajos de la escala, sus ingresos son muy estables. No son ellos realmente los que hacen zozobrar el bote,social. Los Servicios Regulares se encargan de unos y otros. Creen estar haciendo un buen trabajo. No vamos a discutirlo. Pero digamos que un pasador quiere convertirse en un señor rufián; un sub-empresario de medio pelo pone la mira en llegar a ser pistolero de primera magnitud; es entonces cuando tropiezas con problemas que tienen repercusiones sociales desagradables. Es entonces cuando le toca actuar a Servicios Especiales. Tenemos un par de técnicas que dan excelentes resultados.

—Que ahora me vas a describir, ¿verdad?

—Así consiguen mejores resultados —dijo ella-. Una de ellas es la información holográfica, los bancos de hologramas, ¿Sabes lo que sucede cuando cortas por la mitad una placa holográfica?

—¿La imagen tridimensional se… corta por la mitad?

Negó con la cabeza.

—Ves la imagen íntegra, sólo que más borrosa, un poco fuera de foco.

—Eso sí que no lo sabía.

—Y si vuelves a cortarla otra vez por la mitad, se pone más borrosa todavía. Pero si te queda al menos un centímetro cuadrado del holograma original, sigues viendo la imagen íntegra, irreconocible pero completa.

Yo mascullé algunos mmm admirativos.

—Cada puntito de emulsión fotográfica en una placa holográfica, a diferencia de lo que ocurre en la ortografía, te proporciona información acerca de toda la escena que ha sido holografiada. Por analogía, banco de información holográfica significa simplemente que cada fragmento de información que poseemos, sobre ti, digamos, se refiere a toda tu carrera, tu situación global, el conjunto completo de las tensiones que existen entre tú y tu medio. Los hechos específicos acerca de fechorías o felonías especificas los confiamos a Servicios Regulares. Tan pronto como contamos con datos de esta índole, nuestro método resulta muchísimo más eficiente para detectar, y hasta predecir, tu paradero e incluso lo que tienes entre manos.

—Fascinante —le dije—. Uno de los síndromes paranoides mas asombrosos que he encontrado jamás, Quiero decir, entablar simplemente conversación con alguien en un bar, A menudo, en hospitales, he conocido…

—En tu pasado —dijo ella sin vacilar— veo vacas y helicópteros. En tu no muy distante futuro hay helicópteros y halcones.

—Y dime, oh Bruja Buena del Oeste, cómo…

Y entonces se me revolvió todo por dentro. Porque se supone que nadie sabe lo de mi asunto con Pau Mochales excepto tú y yo. Ni siquiera el Servicio Regular que me rescató, perdida la chaveta, del pajarraco giratorio que avanzaba a los saltos hacia el borde del Pan AM consiguió sacarme nada. Me comí las tarjetas de crédito cuando los vi esperándome, y los números de serie habían sido limitados de todo cuanto pudiera haber tenido un número de serie por alguien más competente que yo:el buen señor Mochales se había jactado delante de mí, mi primera y solitaria noche de borrachera en el tambo, de cómo había conseguido la cosa en caliente en NW Hampshire.

—Pero ¿por qué —me espantan las frases hechas a que puede llevarnos la angustia— me dices todo esto?