– No veo por qué no. ¿Y de quién es la boda? -parecía divertido. ¿Seguiría tan divertido si le dijera la verdad? La boda del hombre con el que siempre había esperado casarse. El hombre que la había rechazado la noche que le había pedido a Jordan que se casara con ella.
Kasey tragó saliva y volvió la cabeza.
– Uno de los trabajadores de mi padre se casa -dijo, luego comprendió que podía parecer condescendiente-. Pero en realidad es casi como de la familia. Es muy amigo de mi hermano.
– ¿Lo conozco? -preguntó Jordan con desenfado.
– Creo que sí. Estuvo en nuestra boda -Kasey trató de mantener firma la voz-. Greg Parker.
– Ah.
¿Habría algún significado oculto en aquella suave exclamación? ¿Sabría algo Jordan? Por supuesto que no.
– Parker -continuó Jordan-. Alto, rubio. Su novia es esa chica bajita de pelo negro que se bebe sus palabras, ¿verdad?
– Sí… Greg y Paula -contestó Kasey con fingida naturalidad-. El padre de Paula es el dueño de la granja vecina.
– Entiendo.
Pero Kasey no tuvo oportunidad ni ganas de preguntarle qué era lo que entendía, pues Jordan aparcó el coche a la entrada de una mansión impresionante.
Media hora después de los saludos, y las bromas da los recién casados, Kasey y Jordan se separaron. Aunque a Kasey no le importó. Aquella noche su marido estaba ejerciendo un efecto devastador sobre ella. Se sentía muy vulnerable ante el poderoso magnetismo que irradiaba. Además, estando lejos de él, podría hacer acopio de sus defensas, para poner en su justa perspectiva sus traicioneros sentimientos.
Estuvo dando vueltas por la sala durante un rato, después aceptó un zumo de naranja que un camarero le ofreció. Al volverse se encontró cara a cara con David.
– David, no sabía que ibas a venir -le sonrió la joven.
– Hola, Kasey. Es mi primera salida. Desiree también está por aquí en alguna parte, aunque hace rato que no la veo.
Y Kasey no había visto a Jordan. ¿Estarían juntos? Apartó con firmeza aquel pensamiento y se obligó a concentrarse en la conversación de su cuñado. Lo veía más delgado, pero bastante bien, a pesar de la dura prueba por la que había pasado.
– ¿Cómo te encuentras? -le preguntó ella.
– Bastante bien. Desde la próxima semana voy a empezar a ir dos horas diarias a la oficina.
– ¿Estás seguro de que no te estás precipitando? -Kasey frunció el ceño y David se echó a reír.
– ¡Hablas igual que mi madre! No, no voy a trabajar demasiado. Estaré más nervioso si me quedo ahora confinado en casa, créeme. Jordan se ha portado muy bien ayudando a mi padre, pero él tiene que atender su propio negocio -se puso serio-. Siento que todo esto haya aplazado tu luna de miel, Kasey, pero dentro de algunas semanas podré ocuparme por completo del negocio. Entonces podríais hacer algún viaje.
– No te preocupes por eso David. De lo único que tienes que preocuparte es de ponerte bien cuanto antes -lo tranquilizó Kasey y él asintió.
– Jordan me ha comentado que quiere coger pronto unos días de vacaciones -David le guiñó un ojo-. Pero nos ha asegurado a Desiree y a mí que, aunque nos ha estado ayudando en la compañía, habéis sabido aprovechar al máximo el tiempo.
Kasey se sonrojó y David se echó a reír, apretó a la joven del brazo y luego se puso serio.
– Te quiere mucho. Nunca creí que se llegaría a enamorar de esta manera. Jordan siempre ha tenido una corte de admiradoras, pero ha dedicado todo su tiempo y energías a levantar su compañía. Aunque no quiero decir que haya vivido como monje -añadió David con una sonrisa-. Pero desde que te conoció…, de verdad, creo que lo has deslumbrado, Kasey.
– Por favor, David, no…
– Te lo aseguro -David agitó un dedo ante ella-. Conozco a mi hermano y sé lo que digo.
Antes de que Kasey tuviera tiempo de replicar algo, una pareja de invitados se acercó para preguntarle a David sobre su estado de salud y Kasey se alejó discretamente, extrañada por las revelaciones de su cuñado. Jordan debía haber representado muy bien su papel delante de su familia. Sin embargo, Kasey no podía apartar de su mente las palabras de David.
No era difícil imaginarse al atractivo Jordan Caine rodeado de un enjambre de mujeres hermosas, pero decir que estaba deslumbrado por ella… eso era algo que Kasey no podía creer. Trató de recordar el desfile de modelos en el que le había visto por primera vez. Por supuesto, en aquella época ella se sentía tan desdichada que apenas se daba cuenta de lo que ocurría a su alrededor. Los hombres la invitaban a salir a cada momento, pero ella los rechazaba sin miramientos; de allí la etiqueta de Doncella de Hielo.
Recordó que aquella noche Jordan había estado charlando durante bastante tiempo con Betty Cable. En realidad, había sido su jefa la que los había presentado. Recordó haberse dado cuenta de que Jordan se sentía atraído por ella, pero Kasey se había excusado y había rechazado la invitación de Jordan a cenar. En el par de ocasiones que lo había visto después de aquella noche, no iba acompañado de ninguna mujer en particular. Y aquella noche que se habían encontrado en el bar, también estaba solo. ¿Por qué, cuando tenía a Desiree? Kasey se dirigió a otro salón lleno de gente.
No vio a nadie conocido, pero al oír que alguien mencionaba el nombre de Jordan se detuvo en seco. No creía haber visto antes a aquella pareja. Estaban de espaldas a Kasey, por lo que no se dieron cuenta de su presencia mientras bebían, reían y charlaban.
– He visto que Jordan Caine y su esposa están aquí -comentó la mujer.
– Sí. Y también están su cuñada y su sufrido hermano -el hombre soltó una desagradable carcajada-. No puedo entender cómo David no se da cuenta de que su esposa prefiere a Jordan.
– Jordan y Desiree eran amantes antes de que ella se casara con David, ¿no?
– Y han seguido siéndolo, estoy seguro.
– Me pregunto si la esposa de Jordan se habrá dado cuenta. La situación parece un poco incestuosa, ¿no crees?
– Quizá todo hay terminado entre Jordan y Desiree. Desde luego, ella no lo lamentaría demasiado; he oído que le gusta estar con más de uno. Jordan no es el único pez que nada en ese estanque. De cualquier manera, Jordan tendría que estar loco. ¿Quién querría andar metiéndose en líos teniendo en casa una pelirroja como ésa?
– Hay rumores de que es frígida -observó la mujer-. Y tengo que reconocer que a mí me parece que hay algo raro en ese matrimonio. Ha sido demasiado repentino.
– Eres una malpensada, querida.
– Quizá. Ah, pero mira, allí están los Risdale, vamos a saludarlos.
La pareja se apartó y Kasey se quedó paralizada sin saber qué hacer, con una leve capa de sudor perlando su frente. Kasey se dirigió hacia el baño con una extraña sensación de mareo.
Así que todos sabían lo de Desiree y Jordan. ¡Y Desiree hablaba de discreción! Y parecía que todos suponían que lo imprevisto de la boda se debía a que Kasey se había quedado embarazada.
Kasey emitió un leve gruñido. ¡Qué gente tan despreciable! Ahogó una imprecación furiosa y se acercó al espejo para retocarse el maquillaje. No valía la pena preocuparse por gente como ésa. Sin embargo, le llevó un buen rato hacer acopio de valor para volver a la fiesta.
– Kasey, te he estado buscando por todas partes -Jordan apareció a su lado, y la agarró por la cintura.
– Y ya me has encontrado -contestó Kasey secamente.
– La orquesta está tocando en el salón principal. ¿Quieres bailar conmigo? -Kasey creyó ver en la expresión de su esposo un aire de culpabilidad.
– ¿Bailar? -Ella arqueó las cejas-. ¿Por qué no? Supongo que es lo que se espera de nosotros.
– No, no lo digo por eso. Simplemente he pensado que te apetecería bailar conmigo después de haber estado hablando con un montón de gente que no conocemos ni te interesa -replicó Jordan y Kasey se dejó conducir hacia el salón de baile.