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0 los negocios con… el sexo.

– Hábleme de Gabbie -dijo apresuradamente, devolviendo sus pensamientos al plano de la lógica con un estremecimiento. Luego se quedó escuchando y se preguntó si ella respondería.

Pero Wendy se tomó su tiempo. Por fin, apartó la colcha y se levantó. ¿Qué llevaba puesto?, pensó él, confundido, al mirarla a la luz de la luna. ¿Una especie Je suave camisón increíblementee bonito? De pronto, aparecieron en su mente toda clase de pensamientos torturadores, y ninguno de ellos tenía que ver con el tema.fue había planteado.

Pero Wendy estaba concentrada en Gabbie. Se acercó a la ventana abierta y se quedó escuchando la tranquila respiración de la niña que dormía al otro lado. Luego, convencida de que Gabbie dormía profundamente, volvió a meterse bajo la manta y se acomodó en el colchón. Y, de nuevo, en la mente de Luke surgieron pensamientos sensuales incontrolables.

Finalmente, ella contestó a su pregunta.

– La madre de Gabbie es una persona odiosa -dijo en voz baja, y pronunció aquellas duras palabras tan suavemente que, durante un momento, Luke pensó que no la había entendido bien. Aquella no era la clase de descripción que esperaba de ella-. He conocido a mucha gente desgraciada desde que empecé a trabajar en esto, y a niños que habían sufrido todo tipo de abusos. Normalmente, puedo comprender las razones. 0, al menos, intento comprenderlas. Pero la madre de Gabbie, Sonia… -su voz se volvió dura, implacable-. Si pudiese agitar una varita mágica y hacerla desaparecer de la faz de la tierra, lo haría.

– ¿Sí? -Luke miraba de nuevo los pedazos de cuerda de los que antaño había colgado su balancín, pero ya no pensaba en su pasado, ni en Wendy como una mujer muy deseable-. ¿Va a decirme por qué?

Ella respiró hondo y dejó escapar un suspiro, y Luke comprendió cuánto la hacía sufrir todo aquello.

– Sonia es ambiciosa, egocéntrica, manipuladora -dijo ella-. El padre de Gabbie era contable. Según mis fuentes, Howard Rolands era un buen hombre, pero cometió un grave error cuando se casó con Sonia.

– ¿En qué sentido?

Wendy se encogió de hombros.

– Dicen que ella se casó por el dinero y lo arruinó. Yo solo sé que su matrimonio duró muy poco. Howard la abandonó. Se llevó a Gabbie y Sonia luchó con todas sus fuerzas por obtener la custodia. Y la consiguió, al final -continuó Wendy amargamente-. Pero no porque quisiera a Gabbie. Solo quiso recuperarla para herir a Howard y, durante los dos años siguientes, la utilizó para hacerle daño. Le impedía verla, maltrataba a la niña… Nunca lo bastante para perder la custodia, claro. Pero hay formas de maltrato que no dejan huellas físicas. Tenemos un dossier de cinco centímetros de grosor con las peticiones que el pobre hombre presentó para poder ver a su hija con más frecuencia. Finalmente, cayó en una depresión y se suicidó.

– Qué horror -dijo Luke en la oscuridad, y Wendy asintió.

– Sí. Fue un infierno. Después de eso, Sonia ya no tenía nada que ganar al quedarse con Gabbie. Ya no tenía a nadie a quien hacer daño. Así que la dejó en el orfanato y firmó los papeles de la preadopción. Yo tuve a la niña por primera vez cuando tenía tres años. Era tímida y retraída. Y tenía miedo hasta de abrir la boca.

– ¿Y se encariñó con ella?

– Me he encariñado con muchos niños -dijo Wendy sombríamente-. Son gajes del oficio. Pero Gabbie era especial. La cuidé y floreció. Luego, cuando pensamos que estaba preparada, le pedimos a Sonia que firmara los papeles para la adopción.

_¿y?

– La respuesta de Sonia fue sacarla del orfanato. Lizo un excelente papel de madre devota y consiguió llevársela.

– ¿Pero por qué?

– Quién sabe -dijo Wendy con amargura-. Desde luego, no porque la quisiera. La tuvo dos meses, arruinó todo los progresos que habíamos conseguido y luego la abandonó de nuevo. Esa vez, yo tenía sitio en el hogar en el que trabajaba y pude hacerme cargo de ella. Y lodo empezó otra vez: enseñarle a confiar en los demás; prepararla para mantener lazos emocionales estables… luego, Sonia apareció otra vez. Gabbie ha sido abandonada seis o siete veces, y, cada vez, yo he removido cielo y tierra para hacerme cargo de ella. La penúltima vez, no lo conseguí. El hogar en el que trabajaba estaba lleno, y la niña tuvo que quedarse en otro. Para entonces, había empezado a sufrir daños irreparables, y yo no podía soportarlo más…

– Y por eso dejó su trabajo.

– Sonia no la quiere realmente -dijo Wendy, cansada-. Lo sé. La conozco. He hecho todo lo posible por arreglar las cosas, pero a ella solo le interesa impedir que Gabbie tenga una vida normal. Una y otra vez firma los papeles de la preadopción, y luego se desdice. Es como si, al no poder castigar más a su marido, quisiera castigar a Gabbie. Cuando la niña vuelve a los servicios sociales, ella ni siquiera pregunta dónde está… hasta que le llega la petición de adopción permanente -suspiró-. Sin embargo, ahora los servicios sociales han aceptado que la niña se quede conmigo -continuó-.Yo no solicitaré la adopción Simplemente, seguiremos con nuestras vidas, confiando en que Sonia nos deje en paz. Si vuelve a aparecer y se lleva otra vez a la niña, entonces, con el permiso de los servicios sociales, yo la estaré esperando cuando vuelva a abandonarla. Y Gabbie sabrá que estaré ahí, esperándola.

Luke se quedó pensando en lo que había oído, dándole vueltas en la oscuridad.

– Creo -dijo despacio- que ese es el camino hacia la locura. Querer a una niña y dejar que se marche con alguien así, una y otra vez… Se le partirá el corazón.

– Si yo no lo hago, nadie lo hará -dijo Wendy-. Yo soy la única oportunidad de Gabbie. Su madre puede hacer lo peor, pero yo debo estar ahí, como un refugio permanente. Tengo que darle una oportunidad.

– ¿Al igual que le dará una oportunidad a Grace?

– Eso es diferente -Wendy sonrió y Luke notó la sonrisa en su voz. Era extraña la forma en que empezaba a intuir sus expresiones, aunque no pudiera verla-. Es un trabajo pagado.

– Así que, ¿cree que no querrá a mi hermana tanto como a Gabbie?

– Ni lo sueñe -dijo Wendy, sorprendida-. Pagada o no, la querré mucho.

– Sabía que diría eso -Luke sonrió para sus adentros-. Querer a la gente es su especialidad, ¿no es verdad, Wendy Maher?

– Solo a los niños -dijo ella rápidamente.

– ¿Nunca ha pensado en volver a casarse? -se lo preguntó sin poder evitarlo, y después no comprendió por qué necesitaba saberlo, ni por qué la respuesta de Wendy le parecía tan importante.

Ella contestó con otra pregunta.

– ¿Para qué demonios iba a casarme otra vez?

– Debe de sentirse muy sola -dijo él suavemente-. Solo con los niños…

– ¿Tan sola como usted? -Luke notó de nuevo su sonrisa-. Usted no tiene niños, Luke Grey, pero no está solo… Tiene un coche maravilloso. Una fortuna sobre ruedas. Eso es el amor, ¿verdad, Luke? Solo hace falta un montón de chatarra sobre cuatro trozos de caucho para enamorar a un hombre -dándose la vuelta, se envolvió en la manta en un gesto que podía haber sido casi defensivo-. Buenas noches, Luke -dijo amablemente-. Yo tengo a mis niños y usted tiene su coche. ¿Para qué más?

Sí, ¿para qué más? Su magnífico coche… Luke intentó pensar en el coche mientras se subía la colcha hasta la nariz y procuraba dormirse. Wendy tenía razón… o la había tenido, hasta ese momento. Normalmente, pensar en su flamante Aston Martín era el mejor modo de olvidarse de sus problemas. Aquel coche era una extravagancia, lo admitía, pero valía lo que había pagado por él. Con un coche como aquel, uno podía meterse en la cama por la noche y saber que había conseguido sus objetivos.

Pero no aquella noche. No en ese momento. No con Wendy durmiendo a unos metros de él, con un bebé durmiendo entre los dos y con una niña necesitada al otro lado de la pared. Sus prioridades parecían haberse desvanecido. No podía pensar en su coche más de dos segundos seguidos.