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– Luke.

– No tengas miedo -dijo él, muy serio. Y luego le sonrió con una sonrisa tan turbadora que a Wendy se le aceleró el corazón-. No quiero asustarte. No te presionaré para hacer nada que no quieras hacer, amor mío. Pero lo cierto es, Wendy, que nunca me había enamorado así de nadie. Nunca pensé que podría enamorarme y, sin embargo, estoy totalmente cautivado por ti, y estoy dispuesto a quedarme aquí todo el tiempo que haga falta para conseguir que ese miedo desaparezca de tus ojos.

Ella trató de apartarse, pero él no lo consintió, y la sujetó con más fuerza.

– Es inútil -logró decir ella, y su sombría mirada de rechazo hizo que Luke frunciera el ceño.

– Me gustaría saber por qué no me das una oportunidad -dijo él suavemente-. ¿Tan espantoso soy?

– No. ¡Digo sí! -ella retrocedió. Luke la soltó y se quedó mirándola mientras ella volvía a fregar furiosamente su sartén-. No quiero tener una relación.

– Tu marido murió hace seis años -dijo él-. ¿Acaso no piensas volver a tener una relación nunca más?

– ¡Sí!

– Debía de ser un hombre excepcional.

– Sí -ella sacudió la cabeza y luego se dio cuenta, furiosa, de que tenía los ojos llenos de lágrimas. Bien, pensó. Era preferible que Luke creyera que era su dolor por la muerte de Adam lo que la mantenía alejada de él-. El matrimonio… el compromiso… es algo que solo se da una vez -logró decir-. 0, al menos, así es para mí. Y si sigues actuando… tan ridículamente… tendrás que buscarte otra niñera. Porque Gabbie y yo tendremos que mudarnos.

– Eso sería una locura.

– Sí -dijo ella, furiosa-. Lo sería. Estropear una buena relación laboral solo porque quieres tener un lío…

– Yo no quiero un lío, Wendy -dijo él, y ella le lanzó una mirada asombrada. Cielos, casi parecía que lo decía sinceramente.

– Pero solo sería eso -replicó ella-. Somos dos personas completamente opuestas. Yo soy tu empleada, Luke Grey, y quiero seguir siéndolo. Así que, es eso o nada. Ahora, ¿volverás a Sidney… o a Nueva York… o adónde sea? ¿0 no?

– No -dijo él con firmeza-. Estoy muy bien aquí. De acuerdo, no quieres que te toque. Podré soportarlo. Soy un hombre paciente. Así que, finjamos que me quedo por el bien de las niñas, y acostúmbrate a tenerme cerca. Porque voy a quedarme mucho tiempo… por el bien de las niñas. ¿De acuerdo?

– Luke…

– Así son las cosas -dijo él con dureza, recogiendo el paño de cocina para seguir secando los platos-. Parece que no tenemos elección. Ninguno de los dos.

Aquello era muy fácil de decir, se dijo a sí mismo aquella noche, en la cama. Era fácil decir que tenía todo el tiempo del mundo. Y, en cierto sentido, lo tenía. Había reorganizado su trabajo de modo que podía trabajar desde la granja viajando solo de vez en cuando.

¿Pero cómo iba a mantenerse apartado de Wendy, si cada minuto que pasaba la deseaba más, con un deseo que nunca antes había conocido?

CAPÍTULO 8

LUKE y Gabbie estaban a mitad de un cuento muy emocionante cuando llegó un coche. La chica que salió de él tenía más o menos la edad de Wendy, y era vivaz y bonita. Acostumbrado a que Gabbie corriera a esconderse cada vez que llegaba alguien, Luke se quedó perplejo al ver que la niña se lanzaba escaleras abajo para abrazar a la recién llegada. Esta la recibió con idéntica alegría. La tomó en brazos, dio varias vueltas con ella y luego la llevó a la terraza. Allí, Shanni se dejó caer en una tumbona, suspirando con alivio y mirando a Luke con satisfacción.

– Hola. Soy Shanni Daniels, maestra de la guardería local y amiga de Wendy -dijo plácidamente. Estiró una mano para apartar a Bruce, que había empezado a lamerla-. Abajo, perrito. Tu cachorro es muy bonito, Gabbie, pero ya me he bañado hoy -sonrió a Luke-. Supongo que usted es Luke.

Su sonrisa era contagiosa y Luke se la devolvió.

– Sí, soy Luke.

– Estupendo. Maravilloso. Si no me pide que me levante y le estreche la mano, tendrá una amiga para toda la vida -rezongó ella teatralmente-. Tampoco se moleste en ofrecerme un refresco. A menos… -sus ojos brillaron de ansiedad- a menos que tenga pepinillos a mano.

Luke sonrió y se sentó en una silla junto a ella, mientras Gabbie y Bruce brincaban alegremente por la terraza.

– Lo siento -le dijo, con simpatía-. Wendy ha ido a la ciudad a hacer la compra, pero no recuerdo que pusiéramos pepinillos en la lista.

– Entonces es que no está embarazado. Hace usted bien. Qué suerte, ser un hombre… -se palmeó alegremente la tripa, todavía muy plana, y luego concentró toda su atención en Luke. Lo que vio pareció satisfacerla-. Estupendo -dijo.

– ¿Perdón?

– Oh, nada -dijo ella con vivacidad-. En realidad, sabía que Wendy estaba en la ciudad. La he visto en el aparcamiento del supermercado y he hablado con ella un momento. Me he fijado en que ya no lleva el Aston Martin.

– Hemos comprado un coche familiar. A ella le gusta más -dijo Luke sucintamente. Su sonrisa se desvaneció-. Así que, sabía que Wendy estaba en la ciudad.

– Sí, pero, a pesar de todo, he venido -Shanni le dirigió una sonrisa maliciosa-. Quería echarle un vistazo mientras ella no estaba -confesó-. Verá, Wendy no me dejaba venir a visitarlo.

El parpadeó. ¿A qué jugaba Wendy? ¿A la empleada protectora?

– Eso está muy bien por parte de Wendy -dijo cautelosamente-. Pero no me desagradan las visitas.

Ella se echó a reír.

– No, eso no está nada bien. Si pensara que es porque quiere proteger su intimidad, o porque quiere guardárselo solo para ella, no habría venido. Pero lo que pasa es que no quiere que me entrometa.

– ¿Suele usted entrometerse? -Luke estaba fascinado.

– Oh, sí, todo el tiempo -confesó ella-. En cuanto a Wendy…

– ¿Qué pasa con Wendy? Ella lo observó fijamente.

– ¿Por qué se ha quedado aquí, Luke? Wendy me dijo que no pensaba hacerlo.

– Eso fue antes de… antes de…

– ¿Antes de enamorarse de ella?

Luke se quedó boquiabierto. ¡Vaya pregunta! Bajó la cara, disgustado, pero Shanni levantó las manos con un gesto de disculpa.

– Oh, por favor, no se ponga así y no me diga que no me entrometa -le rogó-. Se me da fatal no entrometerme, y le tengo tanto afecto a Wendy… Como le decía, la he visto en la ciudad y me ha dicho que todavía estaba usted aquí y que ojalá no estuviera… y que usted dijo al principio que no pensaba quedarse y que ella se siente muy incómoda con su decisión -sus vivos ojos escrutaron los de Luke-. Tengo razón, ¿verdad? -dijo, sonriendo otra vez-. Está enamorado de ella.

Luke se recostó en la silla y contempló a aquella sorprendente amiga de Wendy. Shanni le sostuvo la mirada con determinación. Y, de pronto, fue como si no hubiera nada más que decir.

– Sí -dijo él sencillamente-. Por supuesto, estoy enamorado de ella.

– ¡Sí! -exclamó ella-. Por supuesto que lo está. Wendy es maravillosa. No entiendo cómo no está todo el mundo enamorado de ella. Bueno, bueno, esto es muy satisfactorio.

– ¿Y puede decirme cómo puede ser satisfactorio si ni siquiera me deja que me acerque a ella?

– ¿Sabe usted que estuvo casada? -le preguntó Shanni, yendo al grano. Ignoró el desagrado que apareció en la expresión de Luke. Aquella conversación era absolutamente inapropiada entre dos extraños, pero a ella parecía no importarle.

– Sí, lo sabía -Luke apretó los dientes-. Con Adam, la perfección personificada.

– Yo no diría tanto -dijo Shanni con cautela.

– Pues, al parecer, el problema es esa perfección -Luke meneó la cabeza, desalentado-. Wendy dice que es mujer de un solo hombre. Que se casó para siempre. Contra eso, yo no puedo hacer nada.

Shanni se quedó pensándolo, con expresión seria.

– No debería usted ser rico, ni guapo -dijo-. Si Wendy sintiera lástima por usted, tendría más posibilidades.