Выбрать главу

– ¿Vais a decirnos si lo pasasteis bien? -preguntó Shanni dubitativamente, mirando a uno y a otro. Había puesto tantas esperanzas en aquella cita, pero cuando les había visto volver a casa…

– Sí, nos los pasamos bien -dijo Wendy, intentando sonreír-. Fuimos a pescar camarones, pero no encontramos ninguno.

«Ni os encontrasteis el uno al otro», pensó Shanni tristemente, intercambiando una mirada cómplice con Nick. Oh, cielos. Habían hecho cuanto habían podido, pero no había funcionado.

– Entonces, nosotros nos vamos -dijo, titubeando-. Pero llamadnos siempre que necesitéis una niñera…

– No hará falta -dijo Wendy, concentrada en su tostada-. Os agradezco mucho lo que habéis hecho. Pero Luke volverá pronto a la ciudad y yo no puedo dejar a las niñas.

– ¿De veras vas a volver a Sidney? -preguntó Shanni, observando la cara angustiada de Luke.

El sacudió la cabeza.

– No lo había pensado, pero… -se encogió de hombros-, quizá sea mejor que me vaya.

Y tal vez lo fuera.

Durante los dos días siguientes, Luke procuró seguir como antes, pero le resultó imposible. La tensión que había entre ellos dos era casi insoportable. Hasta tal punto que Gabbie le preguntó por qué siempre parecía que Wendy iba a echarse a llorar cuando él salía de la habitación.

Luke sabía el porqué. Era porque Wendy estaba tan enamorada como él.

– Me quieres tanto como yo a ti -le dijo la segunda noche después de su salida, cuando las niñas estaban ya en la cama. Había salido a la terraza y la había descubierto contemplando el mar con ojos llenos de dolor y desesperación-. ¿Cómo puedes negarlo?

Ella lo observó con una mirada dolorida que lo estremeció.

– Puede que te quiera, pero sé adónde me llevó el amor en el pasado -murmuró-. Luke, por favor… no me hagas esto. Se me parte el corazón…

– ¿Y crees que a mí no?

– Tú lo superarás -dijo ella sombríamente-. No me digas que no habrá otras mujeres -se giró para mirarlo-. Oh, por el amor de Dios, Luke, olvídalo. ¿Es que no ves que no quiero tener una relación? Ha sido una locura pensar que podía quererte, hacer el amor contigo. Una locura de una sola noche…

– No -dijo él suavemente-. Aquella fue una noche de sinceridad y de placer. Fue el principio de una nueva vida juntos. Para mí no fue solo sexo, Wendy. Yo le hice el amor a la mujer con la quiero casarme… a la mujer con la que deseo pasar el resto de mi vida,… Y estoy seguro de que, bajo esa sombría fachada, eso es lo que tú también sientes.

– No, Luke -dijo ella otra vez-. Y, en cuanto a bajar mis defensas… Eso no volverá a ocurrir. No importa cuánto tiempo estés aquí. Tú eres mi jefe. Tu hermana es el bebé más bonito del mundo. Deseo quedarme aquí y cuidar de ella, pero ya te dije otra vez que, si me presionabas, tendría que marcharme.

Él la miró suplicante, pero en su cara no vio más que resolución y tristeza. La estaba haciendo infeliz, pensó de repente. La quería y la estaba haciendo infeliz.

– ¿De veras quieres que me vaya? -preguntó, y vio un destello de esperanza en su mirada.

– Esta es tu casa. Te pertenece. No puedo obligarte a marchar.

– ¿Pero quieres que lo haga?

– Luke, no puedo soportar esta situación -dijo ella sinceramente.

– ¿Porque me quieres?

– Yo… no puedo…

– Y, sin embargo, me quieres -Luke no la tocó. Ni si quiera se movió. Sabía que, si daba un paso hacia delante, ella se marcharía.

– Ya te lo he dicho -contestó ella con serenidad-. No puedo quererte.

– Esto es una tortura.

– Sí -dijo ella sombríamente-. Una peculiar forma de tortura.

– No volverás a confiar en mí.

– Gabbie solo me tiene a mí -dijo ella sencillamente.

– ¿No has pensado que, si nos casamos, Gabbie podrá tenernos a los dos? ¿Que Grace nos tendrá a los dos? ¿Que las responsabilidades y el amor pueden compartirse?

– Luke… por favor…

Él cerró los ojos. ¿Cómo podía recuperar su confianza? ¿Cómo?

No podía. Vender su coche, cambiar su forma de vestir… Esas eran cosas superficiales. El miedo de Wendy era más profundo, y esperar que cambiara de opinión era como esperar la luna. «Así que, afróntalo», se dijo con determinación.

– De acuerdo, Wendy -dijo, derrotado-. Tú ganas. Me iré por la mañana.

– Oh, Luke…

– Eso es lo que quieres, ¿no?

Solo había una respuesta para esa pregunta. Ella alzó la barbilla y se obligó a mirarlo a los ojos. -Sí.

– Entonces, no hay más que decir -dijo él-. Hasta que tengas valor para confiar en tu corazón…

– Mi corazón solo me causa problemas.

– Eso tiene gracia -dijo él, pero no había nada de divertido en su forma de decirlo-, porque mi corazón solo me causaba alegrías hasta que se encontró con tus malditas barreras, con tu desconfianza. Y, por primera vez, he aprendido lo doloroso que es esto. Me iré, Wendy. Y espero que seas feliz con tu decisión, porque estoy seguro de que yo no lo seré.

CAPÍTULO 10

LO HAS echado!

– El se ha ido. Yo no lo he echado. Si hubiera querido, habría podido quedarse. Esta casa es suya, después de todo.

– Pero tú querías que se fuera -exclamó Shanni, indignada-. ¡Tú estás loca! Qué cosa tan absurda y estúpida… Wendy Maher, ese hombre está verdaderamente enamorado de ti.

– Sí.

Shanni se quedó atónita ante aquella llana respuesta.

– ¿Quieres decir que lo sabías? -casi no tenía palabras-. Wendy, ¿a ti qué te pasa? Es guapo, rico, encantador… Tiene una hermanita preciosa. A Gabbie le encanta. Tiene su propia casa. Y te quiere…

– No confío en él.

Shanni se quedó paralizada. Había ido a ver a Wendy el día después de que Luke se marchara y se la había encontrado en la playa, mirando tristemente a Gabbie jugar en la arena mientras Grace balbucía en una mamita junto a ella. Nunca había visto aquella mirada en los ojos de su amiga, pensó Shanni. Parecía desolada.

– ¿Y qué ha hecho para que desconfíes de él?

– Sigue conduciendo ese coche.

– Oh, fantástico. El hombre tiene un coche caro.

– No es solo por eso -Wendy suspiró, cansada-. ¿Cómo puedo explicarlo? No es solo el coche. 0 el hecho de que sea rico. Es… es la forma en que me hace sentir. Como si no pudiera controlarme.

– Porque estás enamorada de él.

– Sí. ¡No! No lo sé.

– Lo estás -dijo Shanni, satisfecha-. Y no te gusta perder el control. No te gusta poner tu confianza… tu corazón… en manos de otra persona.

– No tengo derecho a poner en peligro a las niñas…

– Eso es una tontería -dijo Shanni llanamente-. Tú eres mi mejor amiga y odio decir esto, pero echar a Luke ha sido una cobardía.

Wendy la miró con preocupación.

– Eso mismo piensa él.

– Así que, ¿sabe que estás enamorada de él?

Wendy recordó la noche en que habían hecho el amor en la playa y esbozó una sonrisa.

– Supongo que sí.

– Ya sabía yo que aquella cena no sería en vano -Shanni se recostó en la silla y se abrazó las rodillas-. Así es que, Luke quiere a Wendy y Wendy quiere a Luke. Ahora, lo que tenemos que hacer es reunir otra vez a estos dos cabezas de chorlito y enseñarles un poco de sensatez.

– Shanni, no voy a volver a casarme -Grace se estiró en su mantita y Wendy se interrumpió para tomarla en brazos. Fue casi un gesto defensivo. Parecía querer decir: «Mírame, tengo a mis niñas. ¿Qué más puedo pedir?»-. Ya cometí ese error -dijo, abrazando a Grace-. Y no voy a volver a caer en otro.

– ¿Te ha pedido que te cases con él? -chilló Shanni-. ¿Tan enamorado está?