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569Más vale tarde que nunca.

570Querido, entre otras cosas, que eres demasiado asiduo para con la rubia.

571Hay modos y modos.

572Que había salvado de las llamas

573El que no quiere confesar su nombre.

574¿Quién es usted?

575Mi general, usted no puede conocerme, porque yo no lo he visto nunca.

576Es un espía ruso.

577No, Excelencia. No, Excelencia [...] usted no ha podido conocerme. Soy un oficial de la milicia y no he salido de Moscú.

578¿Cómo puede probarme que no miente?

579¿Cómo puede probarme la verdad de lo que dice?

580Usted no es quien dice.

581¡Tiradores del 86, adelante!

582Esto les enseñará a seguir incendiando.

583¡Hija mía! La quiero y la conozco desde hace mucho tiempo.

584Gracias por haber venido, querida.

585La primera columna avanza... [...] la segunda columna avanza.

586Merodeando.

587Se hiciera volver a los popes.

588Que su genio no había imaginado nada más profundo, hábil y admirable.

589Cuánto sol, ¿verdad, M. Kiril? Diríase que estamos en primavera.

590Si se hicieran las marchas con un tiempo como éste...

591Además, M. Kiril, ya lo sabe: no tiene más que decir una palabra al capitán. ¡Oh! Es un... que no olvida. Dígaselo al capitán cuando haga la inspección, hará cuanto pueda por usted...

592¿Sabes, Saint-Thomas?, me decía el otro día: Kiril es un hombre culto que habla francés; es un señor ruso que ha sufrido desgracias, pero es un hombre. Comprende las cosas... Si necesitara algo, que me lo diga, no le negaré nada. Cuando una persona ha hecho estudios, sabes, le gusta la instrucción y la gente educada. Por usted lo digo, monsieur Kiril. En el asunto del otro día, si no llega a ser por usted, las cosas habrían ido mal.

593Está bien, está bien, gracias, pero te habrán quedado retales.

594Gracias, gracias, amigo, ¿y los retales?

595¡Platoche, eh, Platoche! ¡Tómalos para ti!

596Cabo, ¿qué van a hacer del enfermo?

597Corred.

598Y bien, ¿qué sucede?

599Podrá andar, ¡qué diablos!

600No, está agonizando...

601¿Quiere tener la amabilidad...?

602¡Adelante! ¡Maldita sea...! ¡Adelante, por treinta mil diablos!

603Los grandes batallones tienen siempre razón.

604¡Ah, es usted! [...] ¿Quiere comer algo? No tenga miedo... nadie le hará daño. [...] Entre, entre.

605Lanceros del 6.°

606¿La contraseña?

607Dígame, ¿está aquí el coronel Gérard?

608Cuando un oficial hace la ronda, el centinela no le pregunta la contraseña. [...] Pregunto si está aquí el coronel.

609¡Ése es hueso duro de roer!

610Los hará correr como conejos.

611¿Es usted Clément? ¿De donde diablos...?

612Si contaban ustedes con la cena, llegan tarde.

613¡Esos bandidos están por todas partes!

614Es un fastidio ir arrastrando esos cadáveres con uno. Sería mucho mejor fusilar a todos esos canallas.

615¡A vuestros puestos!

616¿Has comprendido, hijo?

617¡Ha comprendido usted, voto a...!

618A él le da igual... ¡Bandido!

619Ya he hecho bastante de emperador; es hora de que haga de general.

620De lo sublime [...] a lo ridículo no hay más que un paso.

621Caballero sin miedo y sin tacha.

622¡Oh, mis buenos y valientes amigos! ¡Éstos son hombres! ¡Mis buenos amigos!

623¡Viva Enrique IV! ¡Viva el rey valiente! [...] Ese diablo de...

624“Que tuvo el triple talento / de beber, de combatir / y de galante ser... ”

625Eso sólo es para decirme que no tengo en qué comer... Al contrario, puedo proporcionarle a usted todo lo necesario, hasta para dar banquetes.

626Sólo para decirle lo que le he dicho.

627Es un sacrilegio hacer la guerra a un pueblo como el suyo.

628Se está usted fosilizando, amigo.

629Querida María, creo que está durmiendo; ¡estaba tan cansado!

630No, señor Dessalles; pediré a mi tía permiso para quedarme.

631Yo se lo llevaré en seguida, señor Dessalles; buenas noches.

632Sin fe ni ley.

633Lema.

634Contad conmigo.

635Abrir un camino.

636¿Se encuentra indispuesto?

637Tolstói publicó estas páginas en 1888, en la revista Antigüedades Rusas, vol. III. Desde entonces han sido consideradas como “Apéndice” a su obra y así las publican casi todas las ediciones de Guerra y paz.

638Nota de Tolstói: Tras la publicación de la primera parte de mi novela y la descripción de la batalla de Schoengraben, conocí palabras de Nikolái Nikoláievich Muraviov-Karski a propósito de esa descripción, palabras que me confirman en mi convicción. Nikolái Nikoláievich Muraviov, general en jefe, declaró no haber leído nunca una descripción más exacta de aquella jornada, y añadió que por experiencia propia estaba persuadido de la imposibilidad de cumplir durante una batalla las órdenes del general en jefe.

639De todos modos, no se puede negar que el mismo Tolstói intentó «desgajar» ese texto final llamán dolo Epílogo. Los epílogos suelen ser flecos, generalmente poco relacionados con la obra narrativa misma, bastante parecidos a los prólogos. Su función se asemeja a la de los marcos en las grandes pinturas: sólo sirven para enmarcar.