Vendedor: -Lo sé, quiero decir: no es que estén porque es gracioso verlas, supuse que a usted le gustaría observarlas.
Moc: -Me encanta ver ardillas…
Vendedor: -Por eso… mire, le propongo que…
Moc: -… y la naturaleza en general, me parece un espectáculo maravilloso.
Vendedor: -Perfecto, ¿qué le parece si firmamos el contrato, entonces?
Moc: -Claro, ¿cuántas ardillas calcula que hay por aquí?
Vendedor: -¡Mi Dios! (Suspira.) No lo sé…
Moc: -¿Cuántas ha visto pasar usted?
Vendedor: -Bueno, no todas las veces pasan.
Moc: -Digamos, ¿una de cada dos veces?
Vendedor: -… Eh, sí.
Moc: -¿Y cuántas pasan?
Vendedor: -… ¿Dos o tres cada vez?
Moc: -¿Y cuántas veces vino usted?
Vendedor: -Unas veinte veces.
Moc: -O sea que hay entre cuarenta y sesenta ardillas.
Vendedor: -… ¿Sí? Sí, quizás (un poco mareado).
Moc: -Perfecto.
Vendedor: -Qué bueno que ya hayamos averiguado eso, ¿por qué no firmamos?
Moc: -De acuerdo… o bien podría ser la misma ardilla que haya pasado entre cuarenta y sesenta veces, ¿no cree?
Vendedor (suspira abatido).
Moc: -¿Cual será la razón para que una ardilla pase tantas veces?
Vendedor: -No lo sé.
Moc: -Veamos: o bien ella es muy inquieta o el lugar no es tan cómodo como parece.
Vendedor: -No, yo creo que… es la ardilla que está loca, el lugar es maravilloso.
Moc: -¿Y por qué habrá enloquecido?
Vendedor: -Nno… no lo sé.
Moc: -¿No será que usted viene demasiado seguido?
Vendedor: -Por eso, ¿por qué no lo compra y así no vengo más?
Moc: -¡Al contrario! Creo que a la pobre le gusta la tranquilidad de su hogar y no que se lo vendan sin saber quién lo comprará.
Vendedor: -Mire, es una ardilla, yo no creo…
Moc: -¡Allí pasa! Pidámosle disculpas.
Vendedor: -¿¿¡¡…!!??
Moc: -Le ruego, señora ardilla, que acepte nuestras excusas.
Vendedor: -Eh… no creo que nos haya oído, ya está lejos, ¿no?
Moc: -Corramos tras ella, todavía podemos alcanzarla (empieza a correr). ¡Señora ardilla! ¡Permítanos disculparnos!
Vendedor (corre detrás del señor Moc): -Oiga, ¿y si firmamos y listo?
Moc (corre): -En caso de comprar este terreno, créame que la tendría como su legítima dueña.
Vendedor (corre agitado): -Sí, ardillita, dígale que lo compre.