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Tragó con dificultad.

– Como ruido de fondo se oyen pitidos, luego chirridos, luego alaridos. Un miembro del grupo de grabaciones identificaba cada sonido mientras escuchábamos la cinta. Piloto automático desconectado. Exceso de velocidad. Alerta de altitud. Aparentemente eso significaba que los pilotos se las arreglaron para nivelar el aparato durante unos minutos. Estás allí, escuchando la grabación, y te imaginas a esos tíos luchando para salvar su avión. Mierda.

Volvió a tragar.

– Luego se oye ese ruido que te pone los pelos de punta. El aviso de proximidad de tierra. Luego una especie de crujido estridente. Luego nada.

En algún lugar de la casa alguien cerró una puerta con fuerza, luego se oyó el agua corriendo por las cañerías.

– ¿Sabes cuando estás viendo una de esas películas sobre la naturaleza? No tienes la más mínima duda de que el león se comerá a la gacela, pero aun así no apartas la vista de la pantalla, luego te sientes horriblemente mal cuando sucede. Es igual que eso. Escuchas a toda esa gente que pasa de la normalidad al centro de una pesadilla, sabiendo que van a morir y no hay absolutamente nada que puedas hacer para impedirlo.

– ¿Qué hay de las grabadoras de datos de vuelo?

– Eso llevará semanas, quizá meses. El hecho de que la grabadora de voces funcionara tanto tiempo como lo hizo indica algo acerca de la secuencia de ruptura, ya que la energía eléctrica de las grabadoras se agota cuando los motores y el generador se apagan. Pero los expertos dicen que la entrada de energía se cortó abruptamente durante un vuelo aparentemente normal. Eso podría indicar un desastre en el aire.

– ¿Una explosión?

– Posiblemente.

– ¿Una bomba o un fallo mecánico?

– Sí.

Lo fulminé con la mirada.

– Los partes de reparaciones indican que en los dos últimos años el avión tuvo algunos problemas menores. Algunas piezas normales fueron cambiadas y una especie de interruptor fue reemplazado en dos ocasiones. Pero el grupo de mantenimiento dice que todo parece responder a una práctica rutinaria.

– ¿Algún progreso con respecto al comunicante anónimo?

– Las llamadas fueron hechas desde una cabina en Atlanta. Tanto la CNN como el FBI tienen cintas y están analizando la voz.

Ryan bebió un trago de limonada, hizo una mueca y dejó el vaso en la mesa.

– ¿Qué me dices de los equipos de recuperación de cuerpos?

– Esto es estrictamente entre nosotros, Ryan. Cualquier información oficial debe venir de Tyrell.

Movió los dedos en un gesto de «continúa».

– Estamos encontrando perforaciones y una cantidad importante de fracturas en pantorrillas y tobillos. No es típico de un impacto contra el suelo.

Mi mente volvió al pie afectado de gota y me sentí nuevamente confundida. Ryan debió leerme la expresión del rostro.

– ¿Y ahora qué pasa?

– ¿Puedo confiarte algo?

– Dispara.

– Esto te sonará muy extraño.

– A diferencia de tus concepciones normalmente convencionales.

Añadí intensidad a mi mirada fulminante.

– ¿Recuerdas el pie que rescatamos de los coyotes? -Asintió-. No coincide con ninguno de los pasajeros.

– ¿Qué es lo que no coincide?

– Principalmente la edad, y me siento bastante segura en cuanto a mis cálculos. En el avión no viajaba nadie de esa edad. ¿Es posible que alguien haya subido a bordo sin estar en la lista?

– Puedo averiguarlo. Cuando estábamos en el ejército solíamos hacer autostop incluso para volar, pero sospecho que eso sería bastante complicado en los vuelos comerciales. A veces los empleados de las compañías aéreas viajan gratis. Lo llaman viaje sin cargo. Pero su nombre debe constar en el manifiesto.

– ¿Estuviste en el ejército?

– En la guerra de Crimea.

Ignoré su comentario.

– ¿Es posible que alguien haya regalado su billete? ¿O que lo haya vendido?

– Tienes que presentar alguna identificación con fotografía.

– ¿Y si uno de los pasajeros se presentó en el mostrador de facturación, mostró su documento de identidad y luego le dio el billete a otra persona?

– Lo preguntaré.

Me acabé el pepinillo.

– ¿O sería posible que alguien estuviese transportando un espécimen biológico? Este pie está mucho más sucio y deteriorado que el material que he estado procesando.

Me miró con escepticismo.

– ¿Deteriorado?

– La descomposición de los tejidos parece más avanzada.

– ¿La velocidad de descomposición no está afectada por el medio ambiente?

– Naturalmente que sí.

Añadí un poco más de ketchup al resto del bocadillo y me lo metí en la boca.

– Creo que los especimenes biológicos tienen que ser informados y registrados -dijo Ryan.

Recordé las veces que había volado llevando huesos conmigo, subiéndolos a bordo del avión en el equipaje de mano. En una ocasión, al menos, había transportado tejidos dentro de un Tupperware para poder estudiar las marcas de sierra dejadas por un asesino en serie. No me convencía ese argumento.

– Tal vez los coyotes lo encontraron en otra parte -sugerí.

– ¿Por ejemplo?

– Un antiguo cementerio.

– ¿El vuelo 228 de TransSouth Air se estrelló en un cementerio?

– No directamente en un cementerio. -Recordé mi encuentro con Simón Midkiff y su preocupación por el lugar donde estaba excavando y comprendí cuan absurda debía sonar mi hipótesis. Sin embargo, el escepticismo de Ryan me sacaba de quicio-. Tú eres el experto en canes. Estoy segura de que sabes que se dedican a arrastrar cosas por todas partes.

– Tal vez el pie sufrió algún percance en vida que hace que parezca más viejo de lo que realmente es.

Tuve que reconocer que era posible.

– Y más descompuesto.

– Tal vez.

Recogí las cosas de la mesa y llevé los platos al fregadero.

– Escucha, ¿qué me dices si mañana nos damos una vuelta por Coyote Canyon y vemos si alguien está criando malvas?

Me volví para mirarle.

– ¿De verdad?

– Cualquier cosa que sirva para tranquilizar tu mente atormentada, cariño.

Las cosas no ocurrieron así.

Capítulo 6

Pasé la mañana siguiente separando carne de cuatro individuos. El caso número 432 procedía de un segmento quemado del fuselaje que se encontraba en un valle al norte del lugar principal del accidente. Dentro de la bolsa encontré un cadáver relativamente intacto al que le faltaba la parte superior del cráneo y los antebrazos. La bolsa también contenía una cabeza incompleta y un brazo derecho completo con una porción de mandíbula incrustada en el tríceps. Todo estaba solidificado en una masa achicharrada.

Determiné que el cadáver pertenecía a una mujer negra de aproximadamente veinte años que medía un metro setenta en el momento de su muerte. Los rayos X mostraban fracturas soldadas en el húmero y el omóplato derechos. Clasifiqué el número 432 como restos humanos fragmentados, grabé mis observaciones y envié el cuerpo a odontología.

La cabeza incompleta, un hombre blanco de unos veinte años, se convirtió en el número 432A y también fue remitido para su análisis dental. El fragmento de mandíbula pertenecía a alguien mayor que el número 432A, probablemente una mujer, y fue enviado a los odontólogos con el número 432C. El estado de desarrollo óseo sugería que el brazo derecho completo procedía de un adulto mayor de veinte años. Calculé los límites superiores e inferiores para determinar la estatura, pero no fui capaz de determinar su género ya que todas las medidas de manos y brazos encajaban en una categoría superpuesta para hombres y mujeres. Envié el brazo a la sección de huellas dactilares como caso número 432D.

Eran las doce y cuarto cuando miré el reloj. Tenía que darme prisa.

Vi a Ryan a través de una pequeña ventana en la puerta trasera del depósito. Estaba sentado en los escalones, una pierna extendida, la otra levantada para apoyar el codo mientras hablaba por el móvil. Al abrir la puerta pude oír que hablaba en inglés con un tono agitado y sospeché que no se trataba de un asunto oficial.