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Debbie asintió y desapareció, dejando a Lily por fin a solas, observando cómo caían los copos de nieve y preguntándose por qué, de repente, todo se le hacía tan… raro.

Durante las siguientes horas, siguió nevando sin parar.

– Por lo menos, tenemos comida -comentó Matt medio adormilado a causa de la medicación para el dolor-. Por favor, aunque se acabe la comida, no me comáis.

– No, mi amor, te prometo que antes me como a Gwyneth y a Lily -le prometió Sara.

A Lily se le hacía cada vez más difícil soportar la angustia de su hermana y, para rematar la situación, Gwyneth le dijo que quería hablar con ella.

Ya tenía suficiente con el salvamento de Matt, que había sido agotador, y con tener que soportar a Sara, que cada diez minutos se le echaba al cuello diciéndole que era la mejor hermana del mundo.

La sensación era nueva, pero agradable, la verdad.

– ¿No puedes esperar a que Matt se recupere para echarme la bronca por lo que ha sucedido?

– ¿Te crees que te voy a echar la bronca?

– ¿No es ésa tu intención?

En aquel momento, los ojos de Lily se encontraron con los de Logan, que estaba intentando calmar a Matt, que sufría terribles dolores.

– Madre mía, Lily, estás enamorada de él -suspiró Gwyneth-. Qué bonito…

– De bonito, nada. Menudo lío.

Su hermana se rió al tiempo que una lágrima le resbalaba por la mejilla.

– ¿Por qué lloras?

– Mira, Lily, estoy empezando a darme cuenta de que lo que tú haces aquí es muy importante. He comprobado que eres una mujer comprometida, con agallas, y te pido perdón por haber dudado de ti. Lily, eres increíble -concluyó abrazándola y yéndose.

Lily se quedó mirándola.

Ahora resultaba que sus hermanas creían que era la mejor persona del mundo. Aquello la hacía sentirse extraña por dos razones. Para empezar, porque ella era la misma persona que el día anterior, que la semana pasada y que el último año. No había cambiado y que, de repente, les encantara cómo era la hacía sentirse desequilibrada.

Por fin, había conseguido demostrarles que era una mujer responsable y ahora se daba cuenta de que no necesitaba su aprobación en absoluto. Estaba contenta consigo misma, se gustaba y se quería y, aunque era maravilloso contar con la aprobación de su familia, dicha aprobación no cambiaba nada en absoluto.

Al mirar hacia Matt, que escuchaba algo que Logan le estaba leyendo, y ver las miradas que su cuñado y su hermana intercambiaban, tuvo que irse a su despacho a intentar distraerse trabajando porque no estaba preparada para sentir lo que ver a dos personas que se querían con naturalidad le hacía sentir.

– Hola, es tarde -la saludó Logan entrando al cabo de un rato-. ¿Por qué no te vas a dormir?

– Por si Matt me necesita.

– No te preocupes, en estos momentos Chris está con él.

– Pero…

– Sigue nevando, pero, por lo visto va a parar dentro de unas horas. He vuelto a llamar al hospital y me han dicho que, en cuanto la carretera esté abierta, mandan una ambulancia a buscar a Matt.

Lily se quedó mirándolo, Logan abrió los brazos y Lily se refugió en ellos.

– Anda, venga, vamos a descansar un poco. Gwyneth y Sara lo tienen todo bajo control -insistió Logan.

Poco rato después, Lily estaba en la ducha, sintiendo la maravillosa agua caliente por su cuerpo dolorido. Sí, era cierto que la ducha le estaba yendo de maravilla, pero le faltaba algo.

Más bien, alguien.

Abrió la cortina y le indicó a Logan que entrara, lo que él hizo con ropa y todo. Entre risas, comenzaron a besarse lentamente y Lily se preguntó cómo era posible que en sus brazos se sintiera tan querida y deseada a la vez.

Capítulo Diecisiete

Una vez en la cama, Lily pensó que no debería recibir el peso de Logan sobre su cuerpo como si la vida le fuera en ello, pero no pudo evitarlo.

Había anochecido y no había luna, así que apenas entraba luz por la ventana, pero Lily veía la cara de Logan, veía sus ojos mirándola con amor y sintió algo que jamás había sentido por nadie.

– Lily -murmuró Logan besándola con ternura.

Lily no quería ni pensar en que aquélla iba a ser la última vez que estuvieran juntos, así que apartó aquel terrorífico pensamiento de su cabeza y se entregó a él por completo.

Logan entró en su cuerpo y se entregó también; le entregó a Lily su cuerpo, su corazón y su alma.

Al ver el inmenso amor que había en sus ojos, Lily sintió que el corazón le estallaba de felicidad.

Lily se despertó y consultó el reloj. Las cuatro de la madrugada.

Había dormido una hora.

Se giró y se quedó mirando a Logan, que estaba tumbado a su lado en la cama. Tras observarlo durante un rato, se levantó de la cama en silencio, se vistió y salió de la habitación pensando en aquel hombre que le había cambiado la vida en tan sólo una semana.

El hotel estaba completamente en silencio y, de camino a la sala de primeros auxilios, Lily paró en su despacho, donde vio que tenía un mensaje en el que desde el hospital le decían que la carretera estaba abierta y que la ambulancia iba de camino a recoger a Matt.

Logan no tardaría en irse.

Al llegar a la sala de primeros auxilios, Lily vio que Matt dormía apaciblemente. Sara se había echado a su lado y dormía también.

Estaban tan enamorados que era increíble verlos.

¿Cómo se había enamorado su hermana tan fácilmente y por qué a ella le costaba tanto?

Matt se quejó dormido e inmediatamente Sara se despertó y le acarició la cara para tranquilizarlo. Lily era consciente de que su hermana, de haber podido elegir, habría aceptado sentir el dolor de Matt para quitárselo a su marido.

Lily sintió que el corazón se le rompía.

Ella estaría dispuesta a hacer lo mismo por Logan. Aquello la hizo sentirse vulnerable. Aquello era imposible de soportar.

En aquel momento, sintió una mano en el hombro y, al girarse, se encontró cara a cara con Logan.

– Qué susto me has dado -sonrió llevándose la mano al corazón.

– ¿Qué te pasa? -le dijo Logan secándole la lágrima que le resbalaba por la mejilla y de la que Lily no era consciente.

– No lo sé.

– Claro que lo sabes -dijo Logan observando también a Matt y a Sara-. Los miras y quieres tener lo que ellos tienen. ¿Por qué no lo admites?

Lily se secó las lágrimas y se cruzó de brazos, pero Logan se limitó a mirarla con paciencia.

– Está bien, lo admito. Los miro y me gustaría tener lo que ellos tienen. ¿Contento?

– Lily, en esta vida, cuando quieres algo, hay que ir por ello, hay que arriesgarse.

Lily sintió que otra lágrima le resbalaba por la mejilla y se dijo que iba a ser la última.

– ¿Cómo?

– Teniendo confianza -sonrió Logan-. ¿Te acuerdas que te dije que creía que me estaba enamorando de ti?

– Como para olvidarlo…

– Bueno, pues ahora se qué es así. Lily, estoy enamorado de ti -admitió agarrándola de la mano y poniéndosela sobre su corazón-. Te prometí que no habría ataduras entre nosotros y estoy dispuesto a cumplir mi promesa. ¿Qué te parece? Me he arriesgado lo mío, ¿eh?

Lily sonrió.

– Pero tú vives en Ohio y yo aquí en Tahoe.

– ¿Y qué? A mí no me importa ir y venir y tú ya estás un poco harta de todo esto. ¿Por qué no vienes a Ohio y pruebas a formar parte de mi equipo?

A lo mejor Logan tenía razón.

– ¿Sabes una cosa Logan White? ¡Yo también te quiero! -declaró Lily.

Logan se quedó mirándola con la boca abierta y ambos estallaron en carcajadas al darse cuenta de que estaban más nerviosos que durante cualquier salvamento peligroso.

– Sí, Logan, de verdad, te quiero.

Logan la tomó entre sus brazos y se besaron apasionadamente.

– Esto es de locos -rió Lily.