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Al volverse, oyó un susurro tras él.

—¡Chan!

Miró hacia atrás. Algo había avanzado en la oscura niebla y se alzaba en la mitad del sendero.

Parecía una figura humana. Chan volvió a enfocar el túnel y quedó petrificado.

Era Leah.

Chan estaba a punto de llamarla cuando recordó la advertencia de Mondrian. Leah estaba muerta. Lo que estaba viendo era un ilusión, algo creado en su mente por Nimrod.

Como para confirmar sus pensamientos, la figura de Leah se desplazó hacia arriba como un pálido fantasma. Flotó sin apoyo, a un par de metros por encima del suelo del túnel. La forma alzó un brazo blanco.

—Chan —repitió.

—¡Leah! ¿Eres tú..., realmente tú? —Chan combatió el deseo de correr y abrazar la forma flotante frente a él.

La forma no pareció oírle. Chan vio que la cabeza se movía lentamente de un lado a otro.

—Ahora no, Chan —dijo la voz de Leah—. Ahora sería demasiado peligroso. Di adiós... pero ámame, Chan. El amor es el secreto.

Ignorando todo sentido común, Chan descubrió que había dado otro paso adelante. Se detuvo, atontado y dubitativo.

La figura alzó los dos brazos con urgencia.

—Ahora no, Chan. Es peligroso.

Ella agitó una mano en señal de despedida. La delgada figura dio de repente un paso atrás y fue tragada por la nube oscura. La aparición se había marchado.

Chan se quedó inmóvil, demasiado conmocionado para moverse. Por fin, una repentina premonición que le advertía un gran peligro conquistó su inercia. Dio media vuelta y empezó el camino de regreso, tambaleándose, hacia los otros.

Una voz en su interior le gritaba.

NIMROD. Nimrod está activado aquí. Una Criatura fabricada por Morgan puede producir ilusiones en un cerebro orgánico. Puede cambiar lo que ves y oyes. Vuelve con los otros... ¡AHORA!

Se encontró de súbito en la parte del túnel donde había dejado a los otros miembros del equipo. El lugar estaba totalmente desierto.

¡Se habían ido! Para su horror y desesperación, no había ni rastro de los demás. ¿Dónde estaba el equipo? No le habrían dejado atrás para continuar descendiendo por el túnel sin él, eso seguro. ¿Habían sido víctimas de Nimrod?

Atontado por el miedo, la emoción y las preguntas a las que no podía encontrar respuesta, Chan empezó a correr de nuevo hacia la luz en busca de la dudosa seguridad de la tienda en las capas superiores. Al hacerlo, la cara y la forma de Leah flotaron tintineantes ante sus ojos.

Chan se precipitó en el interior de la tienda, temiendo el peor de los desastres. Como mínimo los otros estarían alarmados por su ausencia. Estarían aterrorizados, llenos de preocupación y organizándose para salir de nuevo en su busca.

Ciertamente, había una extraña atmósfera en la tienda, pero nadie parecía preocupado por lo que le había sucedido a Chan. ¡De hecho nadie parecía haber advertido su ausencia! Agarró uno de los miembros delanteros de S'greela y ella se volvió y le dirigió un leve movimiento de cabeza, asintiendo.

—Qué bien que hayas vuelto. No estamos muy seguros de lo que tenemos que hacer a continuación. Ha habido un... un terrible malentendido con el coromar —se movió hacia el lado de la tienda, donde el gran gusano se aferraba a la pared flexible—. Ese parece ser el nombre genérico que esos seres se dan a sí mismos.

La criatura actuaba en la tienda como si estuviera en su medio. Era libre para moverse, pero no hacía ningún intento por escapar. En lugar de hacerlo, la gran boca masticaba con satisfacción una gran bola de vegetación.

Chan miró confundido a su alrededor. Todo parecía en calma.

—¿Un malentendido? —dijo por fin.

—Me temo que sí. No es muy listo. En cuanto Ángel consiguió comunicar bien, accedió a venir con nosotros, siempre que pudiéramos alimentarlo cuando llegáramos aquí. Realmente, la comida parece ser lo único que les preocupa. Bueno, por supuesto accedimos. Tenemos provisiones de sobra.

—Entonces ¿cuál es el problema? —dijo Chan. Volvió a mirar al pacífico y tranquilo coromar, que mascaba satisfecho. Le disteis de comer, ¿no?

—Sí, le hemos dado todo lo que quiere. Pero cuando llegamos, el coromar —su nombre es Vayvay—, no quiso esperar.

—¿Quieres decir que intentó marcharse?

—Peor que eso. Intentó comerse al Ángel.

Chan miró al Ángel, que estaba sentado inmóvil al otro lado de la tienda. Las hojas laterales estaban crispadas contra el cuerpo y las superiores estaban cerradas y tensas. Ahora conocía los signos. Ángel estaba de mal humor.

—Bueno... ¿no intentasteis detenerlo los demás?

—Claro que lo detuvimos. Todo lo que sucedió fue que el coromar se llevó un bocado de la sección media de Ángel..., un bocadito pequeño.

—Y eso fue bastante comprensible —intervino Shikari. El Remiendo, ahora que sus partes estaban reunidas de nuevo, parecía encontrarse de un humor excelente. Se acurrucó al lado de Chan—. Después de todo, Ángel no puede negar que el Chasselrosa es un vegetal. La auténtica confusión fue creada por el comunicador que lleva Ángel. Vayvay, aparentemente, creyó que el comunicador era el ser inteligente, ya que es la parte que le había hablado. Por eso, pensó que el resto de Ángel era una especie de suministro de comida móvil. Una suposición perfectamente natural. Como diría Ángel, la comida de un hombre es la sección media de otro.

Hubo un estallido del comunicador de Ángel.

—¡No nos hace gracia! —exclamó—. Este asunto no es un chiste. Si no me hubiera movido rápidamente, no habría sido más que un bocado...

—Muy bien, ya basta —Chan cruzó la tienda y se sentó, cansado, junto a Ángel—. Dejaos de bromas y juegos. Tenemos problemas más importantes. —Ignoró las protestas de Ángel—. Se supone que los tres formáis parte de un equipo perseguidor, ¿recordáis? Estamos tratando con la criatura más peligrosa del universo conocido. Cuando descubristeis que yo había desaparecido en el túnel, ¿no se os ocurrió pensar siquiera que podía tener problemas? ¿No pensó ninguno: espera un minuto, tal vez deberíamos echar un vistazo y ver qué le ha pasado a Chan..., en vez de dar la vuelta y volver sin mí?

Hubo un embarazoso silencio.

—Estábamos preocupados por el coromar —dijo por fin Shikari—. El túnel parecía bastante seguro, y la parte mía que se había quedado aquí no informaba de ningún movimiento amenazador en la superficie. No parecía que hubiera causa alguna para tener que preocuparse por ti.

—Y volviste sano y salvo —dijo S'greela—. ¿Por qué estás tan trastornado? ¿Sentiste miedo?

Chan suspiró.

—No tanto como debería haberlo sentido. Lo creáis o no, me parece que me encontré con Nimrod allí abajo. Me sorprende que todavía esté vivo para poderlo contar.

Resumió sus experiencias en el túnel, ciñéndose a los hechos en todo lo posible. Cuando terminó, hubo un silencio cortés y evasivo. Chan miró a los otros, uno a uno. Comprendía que se sentían escépticos. El silencio terminó cuando Ángel intercambió de repente una larga serie de silbidos y chirridos con el coromar, mientras movía lentamente su frondas superiores.

—Vayvay nunca ha oído hablar de Nimrod —informó—. Y los coromars existen por todo el planeta. Pero no son muy inteligentes, y quizá no se desplazan mucho de sus guaridas habituales.

Hubo un nuevo chirrido por parte del coromar, y el Ángel gruñó con satisfacción.

—Vayvay también dice que lamenta mucho haber intentado comerme.

—¿Puedes comunicarte tan bien con esa rapidez? —preguntó Chan.

—No es un lenguaje complejo. La mitad de las palabras parecen referirse a la comida o a su búsqueda.

—¿Puedes preguntarle qué sabe de la otra especie, la ágil del bosque profundo de abajo? Si los coromars no pueden ayudarnos, tal vez los otros puedan. Tal vez ellos sepan algo de Nimrod.