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Gillette pensó que era un bebé curioso. «Eso lo ha heredado de mí.»

Entonces el guardia susurró algo a Elana, que se levantó y dejó al niño en el suelo, quien regresó con su abuela y salió con ella llevándolo de la mano.

Elana y Gillette se miraron a través del Plexiglás.

– Veamos qué tal va todo -dijo ella-. ¿Te parece?

– Es todo lo que pido.

Ella asintió.

Luego cada uno se fue por su lado y, mientras Elana desaparecía por el pasillo, el guardia condujo a Wyatt Gillette por el corredor en penumbra hasta su habitación, donde lo esperaba su máquina.

Nota del autor

Al escribir este libro me he tomado algunas libertades significativas con relación a las agencias que velan por el cumplimento de la ley en el Estado de California. Ojalá pudiera decir lo mismo de mi retrato de las habilidades con las que cuentan los hackers para invadir nuestras vidas privadas, pero tengo malas noticias al respecto: todo ello es cierto y sucede a diario. Y, sí, claro, los números de los capítulos están en forma binaria. Pero no se preocupen: yo también me perdí al intentar seguir la correlación y tuve que consultar un libro.

Jeffery Deaver

***

[1] Laughing Out Laúd: ¡Se siente! (N. del T.)

[2] Así en el original. (N. del T.)

[3] By the way: «por cierto», en español