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—Es natural. El camino clásico hacia el Este.

—Cierto. Por otra parte, las salamandras de Lemuria adelantarán por el cabo de Buena Esperanza hacia la costa de lo que antes era África. Asegurarán que a Lemuria le pertenece toda África.

—Es natural.

—La consigna será: Lemuria para los lemuros, ¡fuera los extranjeros!, etc. Entre la Atlántida y Lemuria se profundizará el abismo de la desconfianza y la enemistad de siglos… Enemistad a vida o muerte.

—O sea, se convertirán en verdaderas naciones.

—Sí. Las de la Atlántida desprecian a las salamandras de Lemuria y las llaman «sucios salvajes.» Las salamandras de Lemuria odian fanáticamente a las de la Atlántida y ven en ellas a imperialistas, diablos del oeste y violadores del antiguo, limpio y original salamandrismo. Chief Salamander obtendrá concesiones en las costas de Lemuria, según dirá, en interés de la exportación y la civilización. Su distinguida majestad el Rey Salamandra, quieras o no, tendrá que ceder, porque está menos armado. En la bahía de Tigris, no lejos de la actual Bagdad, estallará el conflicto. Los naturales de Lemuria atacarán una concesión atlántida y matarán a dos oficiales atlántidos, según dirán, por una ofensa a su nación. Como resultado de esto…

—… se declarará la guerra. Cosa natural.

—Y así llegaremos a una guerra mundial de salamandras contra salamandras.

—En nombre de la cultura y el derecho, no lo olvides.

—Y en nombre de la verdadera salamandra. En nombre de la Gloria y la Grandeza Nacional. La consigna será: ¡Nosotras o ellas! Las de Lemuria, armadas con krises malayos y dagas de Yoghu, destrozarán sin compasión a los invasores de la Atlántida. Entonces, las progresistas y educadas salamandras de la Atlántida echarán en los mares de Lemuria venenos químicos y bacterias cultivadas de efectos desastrosos, con una rapidez tan belicosa que inundarán con ellas todos los océanos del mundo. £1 mar quedará infectado con pestes artificialmente cultivadas, que afectarán a las agallas. Y eso significa el fin, amigo. Las salamandras desaparecerán.

—¿Todas?

—Todas, hasta la última. Se terminará su especie. De ellas sólo se conservará aquella vieja piedra de ónice con las huellas del esqueleto de Andrias Scheuchzeri.

—¿Y qué harán los hombres?

—¿Los hombres? ¡Ah, es verdad! Los hombres… Bueno, empezarán a volver, poco a poco, de las montañas a las costas, a lo que quede de los continentes. Pero los océanos apestarán, todavía mucho tiempo, con los residuos de las salamandras. Los continentes comenzarán de nuevo a crecer con los aluviones de los ríos. El mar se retirará paso a paso y todo volverá a ser casi como antes. Surgirá una nueva leyenda sobre la inundación del mundo, enviada por Dios a causa de los pecados de la Humanidad. Se hablará también de las ruinas de naciones míticas sumergidas, que se dirá fueron cuna de la civilización y de la cultura humana. Se contarán leyendas sobre una tal Inglaterra, o Francia, o Alemania…

—¿Y después?

—… La continuación sí que no la sé.