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“Tal vez no sepa por qué la traje aquí, en este viaje sin término real ni propósito útil. No fue, como parecía que iba a juzgarlo, para violarla o atraerla. Esas cosas suceden en la Tierra, entre los animales, que incluyen a los hombres, y parece que dan placer -creo, según me dicen de allá abajo- incluso a las víctimas [9].

"Además, no podría. Esas cosas suceden en la Tierra, porque los hombres son animales. En mi posición social en el universo son imposibles; no tanto porque la moral sea mejor, sino porque nosotros, los ángeles, no tenemos sexo, y ésa es, por lo menos en este caso, la principal garantía. Puede, pues, quedarse tranquila, porque no le faltaré al respeto. Bien sé que hay faltas de respeto accesorias e inútiles, como las de los novelistas modernos y las de la vejez; pero hasta ésas me son negadas, porque mi carencia de sexo data del principio de las cosas y nunca tuve que pensar en eso. Dicen que muchas hechiceras tuvieron comercio conmigo, pero es falso; aun así, no lo es, porque con quien tuvieron comercio fue con la propia imaginación, que, en cierto modo, soy yo.

"Quédese, pues, tranquila. Corrompo, es cierto, porque hago imaginar. Pero Dios es peor… en un sentido, por lo menos, porque creó el cuerpo corruptible, que es mucho menos estético. Los sueños, al menos, no se pudren. Pasan. Mejor así, ¿no es verdad?

"Es lo que se expresa en el Arcano 18. Confieso que no conozco bien el Tarot, porque todavía no conseguí aprender sus secretos con las muchas personas que hay en el mundo que lo comprenden perfectamente.

– ¿Dieciocho? Mi marido tiene el grado 18 de la Masonería.

– De la Masonería, no: de un rito de la Masonería. Pero, a pesar de lo que se ha dicho, no tengo nada con la Masonería, y mucho menos con ese grado. Me refería al Arcano 18 del Tarot, es decir, de la clave de todo el universo, de la cual, además, mi entendimiento es imperfecto, así como el de la Cábala, de la cual los doctores de la Doctrina Secreta saben más que yo [10].

"Pero dejemos esto, que es puramente periodístico. Recordemos que soy el Diablo. Seamos, pues, diabólicos. ¿Cuántas veces ha soñado conmigo?

– Que yo sepa, nunca -respondió, sonriendo, María, mirándolo con ojos muy abiertos.

– ¿Nunca pensó en el Príncipe Encantado, en el Hombre Perfecto, en el amante interminable? ¿Nunca sintió a su lado, en sueños, al que la acariciara como no acaricia nadie, al que fuera suyo como si la incluyese en él, el que fuera, al mismo tiempo, el padre, el marido, el hijo, en una triple sensación que es sólo una?

– Aunque no comprenda bien, sí, creo que pensé así y sentí así. Cuesta un poco confesarlo, ¿sabe?

– Era yo, que soy la Serpiente; ése fue el papel que [me] asignaron, desde el principio del mundo. Tengo que seguir tentando, pero, por supuesto, en un sentido figurado y tosco, porque no vale tentar inútilmente [11].

– Fueron los griegos quienes, mediante la interposición de la Balanza, hicieron once los diez signos primitivos del Zodíaco.

"Fue la Serpiente quien, mediante la interposición de la crítica, tornó realmente en doce la decena primitiva. […] [12]

– Realmente, no comprendo nada.

– No comprenda: oiga. Otros comprenderán.

"(…) Mis mejores creaciones: la luz de la luna y la ironía.

– No son cosas muy parecidas…

– No, porque yo no soy parecido a mí mismo. Ese vicio es mi virtud. Es por eso que soy el Diablo [13].

– ¿Y cómo se siente?

– Cansado, principalmente cansado. Cansado de astros y de leyes, y un poco con ganas de quedarme fuera del universo y recrearme en serio con nada. Ahora no hay vacío ni sinrazón; y recuerdo cosas antiguas… sí, muy antiguas… en los reinos de Edom, que eran antes de Israel. De ésos estuve a punto de ser rey, y hoy estoy en el exilio de lo que no tuve [14].

– Nunca tuve infancia ni adolescencia ni por lo tanto edad viril a que llegar. Soy el negativo absoluto, la encarnación de la nada. Lo que se desea y no se puede obtener, lo que se sueña porque no puede existir; en eso está mi reino nulo y ahí se asienta el trono que no me fue dado. Lo que podría haber sido, lo que debería haber habido, lo que la Ley o la Suerte no dieron… los arrojé a manos llenas al alma del hombre, y a ella le perturbó sentir la vida viva de lo que no existe. Soy el olvido de todos los deberes, la vacilación de todas las intenciones [15]. Los tristes y los cansados de la vida, después de alzarse de la ilusión [16], levantan a mí los ojos, porque yo también, y a mi modo, soy la Estrella Brillante de la Mañana. ¡Y hace tanto tiempo que lo soy! Otro vino a sustituirme (…) [17]

– La humanidad es pagana. Nunca la penetró religión alguna. Ni está en el alma del hombre vulgar poder creer en la supervivencia de esa misma alma. El hombre es un animal que despierta, sin que sepa dónde ni para qué.

"Cuando adora a los Dioses, los adora como hechizos. Su religión es una brujería. Así fue, así es y así será. Las religiones son solamente lo que desborda de los misterios hacia la profanidad y lo que de ella no se entiende, pues, por naturaleza, no lo puede ser.

"Las religiones son símbolos, y los hombres toman los símbolos, no como vidas (que son), sino como cosas (que no pueden ser). Propician a Júpiter como si él existiera, nunca como si viviera [18]. Cuando se derrama sal, se echa una pizca, con la mano derecha, por encima del hombro izquierdo. Cuando se ofende a Dios, se rezan unos padrenuestros. El alma continúa siendo pagana, y Dios, por exhumar. Sólo los raros le pusieron la acacia (la planta inmortal) encima del sepulcro, para que lo levantaran de él cuando llegase la hora. Pero ésos son los que, por bien buscar, fueron elegidos para hallarlo.

"El hombre no difiere del animal sino en saber que no lo es. Es la primera luz, que no es más que tiniebla visible. Es el comienzo, porque ver la tiniebla es tener su luz. Es el fin, porque es saber, por la vista, que se nació ciego. Así el animal se torna hombre por la ignorancia que en él nace.

"Son eras sobre eras, y tiempos tras tiempos, y no hay más que andar por la circunferencia de un círculo que tiene la verdad en el punto que está en el centro.

"El principio de la ciencia es saber que ignoramos. El mundo, que es donde estamos; la carne, que es lo que somos; el Diablo, que es lo que deseamos… Esos tres, en la Hora Suprema, nos mataron el Maestro que estuvimos por ser. Y aquel secreto que él tenía, para que nos convirtiéramos en él, ese secreto se perdió.

– También yo, señora mía, soy la Estrella Brillante de la Mañana. Lo era antes de que Juan hablara, porque hay Patmos antes de Patmos, y misterios anteriores a todos los misterios. Sonrío cuando piensan (pienso) que soy Venus en otro esquema de símbolos. ¿Pero qué importa? Todo este universo, con su Dios y su Diablo, con lo que hay en él de hombres y de cosas que ellos ven, es un jeroglífico eternamente por descifrar. Soy, por profesión, Maestro de Magia: no sé, sin embargo, lo que es.

"La más alta iniciación acaba con la pregunta encarnada de si hay algo que exista. El más alto amor es un gran sueño, como aquel en que amamos dormir. A veces yo mismo, que debiera ser un alto iniciado, pregunto, a lo que en mí hay de más allá de Dios, si todos estos dioses y todos estos astros no serán más que sueños de sí mismos, grandes olvidos del abismo.