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Ni una palabra más.

Te escribiré de nuevo desde Orissa, desde Cachemira o desde el Pequeño Tíbet. Esos son los tres lugares en los que aún debo rastrear las huellas del Jesús oculto. Y si tú quisieras contestarme, aunque supongo que no lo harás, envía tu carta a la poste restante [46] de Puri. Hasta finales de julio, como mínimo, andaré por allí. Luego…

Que la Fuerza te acompañe.

DIONISIO

2. Desde la India (6 de julio a 17 de septiembre)

Existe en el fondo de las células-además de su mortal memoria genética-una mente solar e inmortal capaz de abrir el camino a otro ser después del hombre.

Nada es imposible para quien practica la meditación. Con la meditación se llega a ser dueño del universo.

LAOTSÉ

No hay sendero hacia la verdad, ni hindú, ni cristianismo, ni budista, ni musulmán. La verdad tiene que ser descubierta a cada instante; y sólo podrás descubrirla cuando la mente está libre, sin la carga de la continuidad de la experiencia.

KRISHNAMURTI

Sirve, ama, da, purifica, medita, realízate.

SHIVANANDA

Konarak, 15 de agosto de 1991

MI QUERIDO SOSIA: ¡y pensar que hoy es en España el día de la Virgen!

Pero yo también bailo la jota aquí, hermanito. Seguro que no te imaginas de qué forma ni hasta qué punto.

Primer zambombazo: me alojo, desde hace aproximadamente un mes, en un centro de prostitución sagrada (y, por supuesto, clandestina) de la no menos sagrada ciudad de Puri.

Mi maestro, que es un brahmachari [47] como la copa de un pino, me ha dado cuarenta y ocho horas de asueto y libertad en premio a mi disciplina, a mi diligencia y a los servicios prestados.

Sí, servicios… En seguida lo entenderás.

No siempre se cumple, Fernando, lo establecido por ese tópico-tan ramplón-que asegura que el tiempo no pasa en balde. Yo me siento ahora como si tuviese treinta y tres años -los que tenía cuando recorrí el camino del corazón- y como si el mes de agosto de mil novecientos noventa y uno fuera en realidad el mes de noviembre del mil novecientos sesenta y nueve.

Voy a ayudarte a refrescar la memoria. Te escribo, hermano, desde la veranda del Tourist Bungalow de Konarak, es de noche, la luna está en cuarto menguante y de un momento a otro van a traerme un servicio completo de té de Darjeeling con aroma de clavo y cardamomo. Mordisqueo el extremo de mi bolígrafo y…

¿Te acuerdas?

No me he sentado a escribirte desde aquí, precisamente desde aquí, por casualidad, sino por causalidad. Por causalidad tántrica y por voluntad de mi maestro. Llegué a Puri el día doce de julio, pero hasta hoy no se me ha concedido un solo momento de libertad y de disponibilidad para el descanso ni para ocuparme de las pequeñas cosas de la vida cotidiana. El trabajo y la meditación absorben todo mi tiempo.

Supongo que te estarás preguntando por qué extraña regla de tres o ecuación diofántica he terminado nada menos que en el golfo de Calcuta (y, dentro de él, en el estado de Orissa, que es la capital indiscutible del tantra, de sus ritos secretos y de su transgresora doctrina) al hilo de un viaje cuyo único y último objetivo es mi señor Jesús de Galilea.

Ya sabes que la discreción -más necesaria que nunca en este caso-me obliga a no ser muy explícito. Y no lo seré.

¿Por dónde empiezo?

Digamos que las pistas encontradas en Israel y en Egipto a propósito de la vida oculta del Nazareno me empujaban hacia dos lugares geográficamente compatibles entre sí: Orissa y el Pequeño Tíbet. Y como esos dos centros de poder espiritual se encuentran en la India, a la India me he venido con la intención de matar todos los pájaros de un tiro, incluyendo también en éste la inevitable Cachemira para sopesar lo que hay de verdadero y de falso en la leyenda relativa a la ubicación del sepulcro de Cristo en un sotanillo de la ciudad flotante de Srinagar.

Y al decir vida oculta, Fernando, no me refiero sólo a los años anteriores a la primera aparición pública de Jesús, sino también a lo que hizo o dejó de hacer éste después de su crucifixión, suponiendo -claro- que la hipótesis según la cual el Galileo no murió en el trance se revelara cierta.

Hay, de hecho, muchas vidas ocultas de Jesús (demasiadas, me atrevería a decir): la que habitualmente se entiende por tal, la que he mencionado en el párrafo anterior, la del Cristo gnóstico y los mil y un Cristos esotéricos, la de la presunta manipulación paulina, la del escamoteo practicado por la Iglesia…

Vaya por delante que aquí -en Bhubaneswar, en Konarak, en Puri- no he encontrado gran cosa por lo que a mi búsqueda se refiere.

Leyendas, sí; certidumbres, pocas. Pero no quiero irme de la lengua por carta. Los adelantos de la electrónica han convertido el espionaje en moneda cotidiana al alcance de cualquier hijo de puta y tengo, desde que salí de Israel, la sensación de que me siguen, me controlan, me vigilan. Será paranoia, supongo, pero eso no me sirve de consuelo ni reduce mi taquicardia. Vivimos como don Quijote, permanentemente instalados en el caparazón de nuestra realidad psíquica y todo los demás son gaitas. La caja de seguridad que he alquilado en Madrid se está convirtiendo -nota a nota, dato a dato-en el cofre de la Isla del Tesoro.

De todas formas, y a pesar de lo que acabo de escribir, voy a resumirte en muy pocas palabras el estado de la cuestión.

Lo que cautelosamente insinuaron mis informadores durante mi accidentado periplo por el Oriente Medio fue que Jesús se unió en su adolescencia o primera juventud a alguna o algunas de las caravanas que en aquella época iban y venían-cargadas de productos, de noticias y de ideas-entre el litoral fenicio y los grandes emporios comerciales de la península del Indostán que aquí-en Puri o en las ciudades cercanas- se inició en los misterios del gnosticismo hindú que regresó luego a Palestina transformado en un hombre diferente y que, por último, regresó a la India después de los dramáticos sucesos de la Pasión, pero no se estableció en Orissa, sino en un monasterio de Ladak colgado de las estribaciones del Himalaya.

Y allí-aunque esto lo añado de mi cosecha- es de suponer que el Galileo se iniciara también, si es que no lo había hecho antes, en los misterios del gnosticismo tibetano.

Sé el nombre de ese cenobio, pero mi boca está cosida por una promesa. De momento.

Adivino lo que estás pensando: si no hay rastro alguno de Jesús en la zona de Orissa, ¿qué diablos pinto aquí? Tu perplejidad es comprensible, porque-desde luego- no entraba en mis cálculos la delirante posibilidad de permanecer papando moscas (y otros insectos de mayor trapío) durante seis semanas en un lupanar sagrado del culo del mundo. Me quedo corto, muy corto, si digo que tengo a la familia excesivamente descuidada. Y más aún a mi chica. Pero, como siempre, la vela propone y el viento dispone.

Tenía otro contacto en Puri. Y también funcionó. Tanto, hermanito, que no me reconocerías si me vieses. Muchas cosas han cambiado en mí, incluso físicamente. El yoguín y el guerrero que quise ser se han sacudido la arena de esta plaza y han sido reemplazados por el bhairava (que no es, como por su raíz etimológica cabría pensar un simple hombre que ama, sino alguien que es amor y sólo amor en su estado más puro. ¡Uf!

No resulta nada fácil traducir el esprit de finesse del sánscrito a la ruda geometría latinizante de las lenguas románicas).

O diciéndolo de otro forma: el indómito pirata se ha metamorfoseado en una mujercita, en una señorita, en una putita.

Jugarretas del yang y del yin. Nadie, efectivamente, debería hablar del agua que en su opinión no ha de beber.

Y eso, Fernando, ni siquiera a mi edad, que por cierto es la tuya. Dice mi maestro que no cuentan los años, sino la intensidad de la luz que se lleva dentro. Y ese principio vale también para el asunto que no tiene enmienda.

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[46] Lista de Correos. (N. del e.)

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[47] El autor de esta carta me ha prohibido incluir en ella notas a pie de página que aclaren los términos y conceptos de difícil comprensión para los lectores ayunos de hinduismo. Dice que el tantra es uno de los caminos de la gnosis y que, en cuanto tal, no puede ni debe exponerse a los riesgos de la divulgación. El que quiera entender, añade Dionisio, que arree (sic). Y cita al respecto un axioma de la alquimia medievaclass="underline" obscurum per obscurius, ignotum per ignotius (a lo oscuro por lo más oscuro, a lo desconocido por lo más desconocido). (N. del e.)