A aquellos que ya han alcanzado el “ chi supremo “ no se les dirigirá la palabra aquí, pero para aquellos de nosotros que deseamos cambiar, el color nos puede ayudar a suavizar nuestras peculiaridades, para conseguir lo que deseamos y para alterar positivamente nuestro chi.
Existen tantos estados de chi como personas en el mundo. El chi de una persona puede que fluya sólo hacia la garganta. Esta persona tiene un “ chi obstruido o atragantado “ y rara vez hablará; no será capaz de expresar ideas y sentimientos. Muchos otros pueden ser charladores compulsivos, sólo capaces de expresarse de sí mismos de una forma dura y rápida, literalmente regando palabras por doquier. Este tipo de persona tendrá un poderoso chi, el que circula cerca de la boca, a veces sin pasar por el cerebro. Su cuerpo está presente pero su chi está en otra parte. Un golpecito en su hombro o un ruidoso sonido traerán de vuelta su chi. Aquellos con un chi de “ puercoespín “ hieren a otros verbal y físicamente, haciéndolos sentir incómodos. Ellos se especializan en comentarios sarcásticos y los enfatizarán sólo por placer. Aquellos cuyo chi no fluye hacia los oidos pero llega directamente al cuerpo, tienen un “ chi de bambú “ y nunca escucharán a los demás. Este tipo de personas es inflexible, terca, tan terca que sólo tienen cabeza para una sola cosa. Una persona con un chi distraído querrá hacer todo lo que se le venga en gana. Cada vez que lo vean él querrá hacer algo diferente – un médico, un abogado, un piloto -. Pero todas sus esperanzas y planes nunca se materializarán porque nunca sigue un camino constante. El chi de la otra persona puede moverse hacia abajo. Esta persona es muy vulnerable y perdedora y suspira frecuentemente con un aire de desesperanza. Con el paso del tiempo este mal chi puede inducir a la persona a un suicidio. Si el chi circula dem