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5-6-1934.

APÉNDICE

1 Sueño Triangular

La luz se había tornado de un amarillo exageradamente lento, de un amarillo sucio de lividez. Habían crecido los intervalos entre las cosas, y los sonidos, más espaciados de una manera nueva, se producían inconexamente. Cuando se oían, terminaban de repente, como cortados. El calor, que parecía haber aumentado, parecía estar, siendo calor, frío. Por la leve rendija de las contraventanas se veía la actitud de exagerada expectativa del único árbol visible. El silencio le había entrado con el color. En la atmósfera se habían cerrado pétalos. Y en la propia composición del espacio una interrelación diferente de algo como planos había alterado y roto el modo como los sueños, las luces y los colores usan la extensión.

(Posterior a 1913.)

2 [Letanía de la desesperanza]

Junta las manos, ponías entre las mías y escúchame, oh amor mío.

Quiero, hablando con una voz suave y arrulladora, como la de un confesor que aconseja, decirte cuan acá de lo que conseguimos queda el ansia de conseguir.

Quiero rezar contigo, mi voz con tu atención, la letanía de la /desesperanza/.

No hay obra de artista que no pudiese haber sido más perfecta. Leído verso por verso, el mayor de los poemas tendría pocos versos que no pudiesen ser mejores, pocos episodios que no pudiesen ser más intensos, y nunca es su conjunto tan perfecto que no pudiese serlo muchísimo más.

¡Ay del artista que se da cuenta de esto, que un día piensa en esto! Nunca más su trabajo es alegría, ni su sueño sosiego. Es un joven sin juventud y envejece descontento.