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¿Qué Dios te ha creado, qué Dios odiado por el Dios que se hizo el mundo?

Tú no lo sabes, tú no sabes que no lo sabes, tú no quieres saber ni no saber. Has desnudado de propósitos a tu vida, has nimbado de irrealidad a tu mostrarte, te has vestido de perfección y de intangibilidad para que ni las Horas te besasen, ni los Días te sonriesen, ni las Noches viniesen a ponerte la luna entre las manos para que pareciese un lirio.

Deshoja, oh /amor mío/, sobre mí pétalos de mejores rosas, de más perfectos lirios, pétalos de crisantemos (…) olorosos a la melodía de su nombre.

Y yo moriré en mí tu vida, oh Virgen que ningún abrazo espera, que ningún beso buscas, que ningún pensamiento desflora.

5

Atrio (sólo atrio) de todas las esperanzas, Umbral de todos los deseos, Ventana de todos los sueños, (…)

Mirador para todos los paisajes que son floresta nocturna y río lejano trémulo de la mucha claridad lunar…

Versos, prosas que no se piensen escribir, sino tan sólo soñar.

6

I

Tú no existes, bien lo sé, ¿pero sé con seguridad si existo? Yo, que te existo en mí, ¿tendré más vida real que tú, que la propia vida que te vive?

Llama convertida en aureola, presencia ausente, silencio rítmico y hembra, crepúsculo de vaga carne, copa olvidada para el festín, vitral /pintado/ por un pintor-sueño en una Edad Media de otra Tierra.

Cáliz y hostia de esmero casto, altar abandonado de una santa todavía viva, corola de lirio soñado del jardín donde nunca ha entrado nadie…

Eres la única forma que no produce tedio, porque eres siempre variable con nuestro sentimiento, porque lo mismo que besas nuestra alegría arrullas nuestro dolor, y nuestro tedio, eres para él el opio que consuela y el sueño que descansa, y la muerte que cruza y junta las manos.