Выбрать главу

Las cabezas empezaron a girarse con su aparición pero no, sospechó, debido a sus grandes pendientes. Se esperaba la hostilidad de las mujeres, pero no había previsto las miradas divertidas que algunas intercambiaban cuando se fijaban en su vestido. Era perfecto y le quedaba genial, así que no le importó.

– ¿Puedo conseguirte algo de beber?

Se giró para ver a un hombre alto y delgado cercano a los cuarenta, con el pelo lacio, castaño y ligeramente despeinado, y unos espaciados ojos grises visibles a través de los cristales de unas gafas de montura metálica. Le recordó a un profesor universitario. -¿Arsénico? -pidió ella.

– No creo que sea necesario.

– Si tú lo dices.

– Soy Dexter O'Connor.

– ¡No, no puedes ser tú! -Las palabras salieron antes de que pudiera darse cuenta, pero no podía creer que este hombre de libros fuera el marido de la glamorosa Torie Traveler O'Connor. Tenía que ser el desajuste del siglo.

Él sonrió. -Obviamente has conocido a mi mujer.

Meg se atragantó. -Uh… Es sólo que…

– Torie es Torie, y yo no… -Él levantó una ceja.

– Bueno, quiero decir… Supongo que podría ser algo bueno, ¿no? Dependiendo de cómo se mire -. Sin querer acaba de insulta a su mujer. Él esperó, con una sonrisa paciente en su cara. -No quiero decir que Torie no sea fantástica… -Ella se tropezó. -Torie es prácticamente la única persona agradable que he conocido en este pueblo, pero es muy… -Meg sólo se estaba hundiendo a sí misma, así que finalmente lo dejó. -Mierda. Lo siento. Soy de L.A., así que no tengo modales. Soy Meg Koranda, como probablemente sabes, y me gusta tu mujer.

La diversión de él frente a su incomodidad parecía más amigable que mezquina. -A mí también.

Exactamente en ese momento, Torie vino a unirse a ellos. Estaba sorprendentemente hermosa con una camisa roja bordada de estilo chino sin mangas y una minifalda azul cobalto que mostraba sus largas piernas bronceadas. ¿Cómo una mujer como ésta podía estar casada con un hombre tranquilo y con apariencia de académico?

Torie enganchó una mano en el codo de su marido. -Ves, Dex. Ahora que has conocido a Meg puedes ver que no es la bruja que todo el mundo dice que es. Al menos yo no lo creo.

Dex miró a su mujer con una sonrisa tolerante y a Meg con una de simpatía. -Tendrás que perdonar a Torie. Lo que le viene a la cabeza sale por su boca. No puede evitarlo. Es un caso perdido.

Torie sonrió y miró al cerebrito de su marido con tanto afecto que Meg sintió un repentino nudo en la garganta. -No entiendo por qué crees que eso es un problema, Dex.

Él le acarició la mano. -Sé que no lo haces.

Meg se dio cuenta que su primera impresión de Dexter O'Connor como un ingenuo cerebrito podría no ser correcta. Era tranquilo, pero no era ningún tonto.

Torie quitó la mano del brazo de su marido y agarró la muñeca de Meg. -Me estoy aburriendo. Es hora de presentarte a algunas personas. Eso seguro animará las cosas.

– Realmente no creo…

Pero Torie ya estaba empujándola hacia la mujer de Kenny Traveler, quién había optado por un vestido recto sin mangas de color mandarina con encaje en el dobladillo. El cálido color acentuaba sus ojos marrones y sus rizos de mantequilla.

– Lady Emma, no creo que conozcas oficialmente a Meg Koranda -, dijo Torie. Y luego le dijo a Meg, -Para que lo sepas… una de las amigas más cercanas de Lady Emma es la madre de Ted, Francesca. Mía también, pero yo soy más abierta de mente. Lady Emma odia tus tripas más o meno como todo el mundo.

La esposa de Kenny no movió ni una pestaña ante la contundencia de Torie. -Ha causado a Francesca un gran dolor -, le dijo a Meg con la sobriedad del recortado acento británico. -Aunque no conozco todas las circunstancias, "odiar" es una palabra demasiado fuerte, pero Torie se enorgullece de crear drama.

– ¿No te encanta su forma que habla? -Torie miró a la pequeña mujer con una sonrisa brillante. -Lady Emma es una fanática de la justicia.

Meg decidió que era hora de dar a estas mujeres, tan contundentes al hablar, una pequeña dosis de su propia medicina. -Si ser justo conmigo es demasiado problema, Lady Emma, le doy permiso para dejar a un lado sus principios.

Ella ni siquiera parpadeó. -Sólo Emma -, dijo ella. -No tengo título, meramente honorífico, como todo el mundo aquí sabe muy bien.

Torie le dirigió una mirada tolerante. -Digámoslo de esta forma. Si mi padre fuera el quinto conde de Woodbourne como lo fue el tuyo, tan seguro como el infierno que me llamarían Lady.

– Como has dejado muy claro -. De nuevo centró su atención en Meg. -Tengo entendido que el señor Skipjack tiene interés en usted. ¿Puedo preguntarle si tiene intención de usar eso contra nosotros?

– Oh, estoy tentada -, dijo Meg.

Ted salió al patio con Spence y Sunny. Llevaba un par de aburridos pantalones cortos y una camiseta igual de aburrida con un logo de la Cámara de Comercio en el pecho. Predeciblemente, un rayo de sol eligió ese instante para atravesar los árboles y caer sobre él, haciendo que pareciera que había entrado rodeado de luces brillantes. Debería estar avergonzado.

Haley se tomó su trabajo como asistente personal muy enserio. Abandonó al anciano que iba a coger una de las costillas de búfalo de su bandeja y corrió al lado de Ted para servirle.

– Oh, querido -, dijo Emma. -Ted está aquí. Será mejor que vaya a la piscina y controle a los niños.

– Shelby contrató a tres socorristas -, dijo Torie. -No quieres enfrentarte a él.

Emma inhaló. -La subasta para pasar un fin de semana con Ted fue idea de Shelby, pero sabes que me culpará.

– Tú eres la presidenta de Amigos de la Librería.

– Y tenía planeado hablar primero con él. Créeme, no tenía ni idea que podían tener los panfletos tan rápidamente.

– Escuché que las ofertas ya están en los tres mil dólares -, dijo Torie.

– Tres mil cuatrocientos -, respondió Emma un poco ofuscada. -Más de lo que podíamos haber conseguido en una docena de ventas de comida. Y Kayla tuvo problemas con el sitio web anoche o las ofertas podrían haber sido más altas.

Torie arrugó la nariz. -Probablemente sea mejor no mencionarle el sitio web a Ted. Sería hurgar en la herida.

Emma se mordió el labio inferior y luego lo soltó. -Todos nos aprovechamos de él.

– A él no le importa.

– Le importa -, dijo Meg. -No sé porque os aguanta.

Torie movió la mano rechazándolo. -Eres una forastera. Tienes que vivir aquí para comprenderlo -. Ella miró a través del patio hacia Sunny Skipjack, cool y sexy con unas sandalias blancas y con una túnica azul intenso con un cuello keyhole [21] que mostraba una cantidad tentadora de escote. -Ella si que le está dando a Ted trabajo. Mira eso. Está frotando su teta contra el brazo de él.

– Parece que él lo está disfrutando -, dijo Emma.

¿Lo estaba? Con Ted, ¿quién podía saberlo? Sólo treinta y dos años y no estaba llevando sobre su brazo simplemente el peso del pecho de Sunny Skipjack, sino el peso de todo el pueblo.

Él echó una mirada a la multitud y casi inmediatamente encontró a Meg. Ella sintió que sus propias luces internas empezaban a parpadear.

Torie despegó su largo pelo de su cuello. -Tienes un pequeño dilema, Meg. Spence está impaciente por ponerte las manos encima. Al mismo tiempo, su hija tiene a su objetivo amoroso entre sus pezones. Difícil situación -. Y entonces, por si acaso Emma no lo sabía, -Meg le dijo a Spence que estaba enamorada de Teddy.

вернуться

[21] Un diseño especial de cuello con forma de llave.