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– Estás siendo un verdadero dolor en el culo.

– ¿En lugar de ser un besador de culos?

Lo había enfadado de verdad y se encaminó hacia su camioneta. Pero en lugar de arrancar precipitadamente, le abrió la puerta del pasajero. – Entra.

– No estoy exactamente vestida para salir.

– La única persona que te verá seré yo, lo que es algo bueno, porque te ves como el infierno y supongo que hueles peor.

Estaba contenta de que él se hubiera dado cuente. -¿Tu camioneta tiene aire acondicionado?

– Descúbrelo tú misma.

Ella no iba a dejar pasar una salida misteriosa para quedarse arrancando malas hierbas. Sin embargo, se tomó su tiempo para llegar a la camioneta. Mientras subía, observó que faltaban algunos indicadores, algunos controles de aspecto extraño y un par de placas con circuitos montadas en lo que había sido la guantera.

– No toques esos cables -, le dijo mientras se colocaba detrás del volante, -a menos que quieras electrocutarte.

Naturalmente, ella los tocó, lo que lo puso de mal humor. -Podría haber estado diciendo la verdad -, dijo él. -No lo sabías a ciencia cierta.

– Me gusta vivir al límite. Es algo de California. Además, me he dado cuenta que "la verdad" es una palabra flexible por aquí -. Mientras él cerraba la puerta, ella apuntó con una uña sucia hacia una serie de ruletas cerca del volante. -¿Qué es eso?

– Controles para el sistema de aire acondicionado por energía solar que no funciona como quiero.

– Genial -, se quejó. -Es simplemente genial -. Mientras se alejaban de la iglesia, inspeccionó una pequeña pantalla colocada entre los dos asientos. -¿Qué es esto?

– El prototipo de un nuevo tipo de sistema de navegación. Tampoco funciona bien, así que mantén tus zarpas lejos de él.

– ¿Hay algo en esta camioneta que funcione?

– Estoy muy contento con mi último motor de hidrógeno.

– Aire acondicionado de energía solar, sistema de navegación, motores de hidrógeno… Seguro que has ganado tu friki lazo azul [25].

– Estás celosa de la gente productiva.

– Sólo porque soy una mortal y, por lo tanto, estoy sujeta a las emociones humanas. No importa. No entenderías lo que significa.

Él sonrió y giró para entrar a la carretera.

Tenía razón. El sistema solar de aire acondicionado no funcionaba muy bien, pero lo hacia lo suficientemente bien como para mantener la cabina de la camioneta más fresca que las abrasadoras temperaturas del exterior. Condujeron a lo largo del río unos cuantos kilómetros sin hablar. Un viñedo dio paso a un campo de lavanda. Ella trató de no pensar en el modo que le había permitido convertirla en un revoltijo pegajoso con la necesidad de gemir.

Él torció a la izquierda, por una estrecha carretera pavimentada con asfalto desgastado. Tras pasar unos matorrales y rodear un risco de roca caliza se encontraron ante un paisaje en el que se extendía una gran colina baja sin árboles que se elevaba artificialmente unos diez pisos más que la zona de alrededor. Apagó el motor y salió de la camioneta. Ella le siguió. -¿Qué es esto? No parece natural.

Él se metió los pulgares en los bolsillos traseros. -Deberías haberlo visto hace cinco años antes de que se cargaran.

– ¿Qué quieres decir con "cargaran"?

Él señaló con la cabeza hacia un cartel oxidado que ella no había visto.

Estaba colgado torcido entre un conjunto de postes metálicos no muy lejos de unos neumáticos abandonados. Centro de Tratamiento de Residuos Sólidos Indian Grass. Ella miró las malas hierbas y los matorrales.

– ¿Este es el vertedero de la ciudad?

– También conocida como el área virgen natural por la que estás tan preocupada que le afecte el desarrollo. Y no es un vertedero. Es un centro de tratamiento.

– Es lo mismo.

– Para nada -. Empezó a dar una breve pero impresionante conferencia sobre utilización para la compactación de tierras, esteras geotextiles, sistema de recogida de lixiviados y todas las otras cosas que distinguen a los modernos centros de tratamientos de residuos de los antiguos vertederos. No debería haber sido interesante, y probablemente no lo habría sido para la mayoría de gente, pero eso era el tipo de cosas que ella había estado estudiando cuando dejó la universidad en su último año. O quizás sólo quería ver las diferentes expresiones de su cara y la forma en que su pelo castaño se rizaba en el borde su gorra de béisbol.

Él hizo un gesto hacia el espacio abierto. -Durante décadas, el condado alquilaba estas tierras a la ciudad. Hace dos años el vertedero llegó a su máximo de capacidad y tuvo que ser cerrado permanentemente. Eso nos provocó pérdidas de ingresos y unas veinte hectáreas de tierra degradada, además de otras cuarenta hectáreas de zona de protección. La tierra degradada, por si no todavía no te lo has imaginado, es una tierra que no sirve para nada.

– ¿Excepto un campo de golf?

– O un resort de ski, lo que no es práctico en el centro de Texas. Si un campo de golf se hace de la forma correcta, puede ofrecer una gran cantidad de ventajas naturales como un santuario de vida salvaje. También ayudar a la conservación de las plantas nativas y mejorar la calidad del aire. Incluso puede regular la temperatura. Los campos de golf pueden ser algo más que idiotas persiguiendo bolas.

Debería haber sabido que alguien tan listo como Ted habría pensado en todo esto y se sintió un poco estúpida por haber sido tan creída.

Él señaló hacia unas tuberías que salían de la tierra. -Los vertederos desprenden metano, así que tiene que estar monitorizado. Pero el metano puede se recogido y usado para generar electricidad, que es lo que planeamos hacer.

Ella lo miró desde debajo de la visera de su gorra de béisbol. -Todo eso suena demasiado bien.

– Eso es un campo de golf del futuro. No podemos permitirnos más campos como Augusta, eso es malditamente cierto. Campos como ese son dinosaurios, con su hierba tan tratada que puedes comer en ella y sus cuidados terrenos succionadores de agua.

– ¿A Spence le gusta todo eso?

– Diremos que una vez empecé a exponer el valor publicitario de la construcción de un campo de golf verdaderamente sensible al medio ambiente, la importancia que eso le reportaría, y no sólo en el mundo del golf, se mostró muy interesado.

Tuvo que admitir que era una estrategia brillante. Ser anunciado como un pionero respecto al medio ambiente fertilizaría el enorme ego de Spence. – Pero no he oído a Spence mencionar nada de esto.

– Está demasiado ocupado mirándote las tetas. Las cuáles, por cierto, merecen la pena ser miradas.

– ¿Sí? -Ella se apoyó contra el parachoques de la camioneta, con las caderas ligeramente hacia delante, con los shorts marcándole el hueso de las caderas, más que feliz por tener un poco de tiempo para pensar en lo que acababa de descubrir sobre Ted Beaudine.

– Sí -. Él la miró con su mejor sonrisa torcida, la cuál casi parecía genuina.

– Estoy completamente sudada -, dijo.

– No me importa.

– Perfecto -. Ella quería quitarle esa fría confianza, confundirlo como él hacia con ella, así que se quitó la gorra, agarró el borde de su demasiado ajustada camiseta recortada y se la sacó por la cabeza. -Soy la respuesta a tus sueños de casanova, chico grande. Sexo sin toda esa mierda emocional que tú odias.

Él le tocó el sujetador azul marino sudado que se aferraba a su piel. – ¿Qué hombre no lo hace?

– Pero tú realmente lo odias -. Ella dejó caer su camiseta al suelo. – Eres el tipo de persona que deja las emociones al margen. No es que me esté quejando de lo que pasó anoche. Por supuesto que no -. Cállate, se dijo a sí misma. Simplemente cállate.

Arqueó una ceja ligeramente. -Entonces, ¿por qué parece que lo estuvieras haciendo?

– ¿Lo hace? Lo siento. Tú eres lo que eres. Quítate los pantalones.

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[25] El lazo azul es un término usado para describir o simbolizar algo de alta calidad.